La decisión de Justin

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Los chicos hacen silencio e intentan escuchar hasta que Mathew y Justin los reconocen:

– Son la familia. –

– ¿No que estaban en la caseta de madera? –

– Salieron, tendrás que ir. –

– Pensaba reposar la comida. –

– ¿¡Hola!? –

Grita el hombre y todos quedaron en silencio otra vez. Mathew y Nataniel comenzaron a bofetearse en los brazos discutiendo sin decir ni una palabra hasta que Mathew da el último golpe y se quedan mirándose serios. Entonces Nataniel levanta los brazos en forma de rendición diciendo:

– Bien. –

Nataniel se levanta y camina hasta la puerta. La abre y antes de bajar, abofetea a Mathew una última vez brincando rápidamente. Mathew se levanta para darle pero ya había bajado. Los chicos comienzan a reírse y Mathew les pregunta curioso:

– ¿Qué? –

– Ustedes dos juntos son como dos chiquillos. –

Le dice Suki riéndose. Mathew sonríe al verla de esa manera y se sienta a esperar. Nataniel camina hacia abajo pero los nota en la sala discutiendo. La puerta y las ventanas estaban arrancadas como si un hubiera pared en el lugar. El hombre lo ve bajar y desesperadamente le dice:

– Hola señor. Discúlpenos por venir así pero tuvimos un enfrentamiento con una manada de muertos casi ahora y apenas logramos escapar. Escuchamos unos ruidos aquí, vimos el humo y pensamos que podían darnos hospedaje. –

– Bueno, yo solo estaba calentando comida para seguir mi rumbo a la aldea. –

– Oh, entiendo. ¿Nos Podrías llevarnos entonces con ellos? –

– Les pediría que dos se queden aquí en lo que llevo a dos, me imagino que no dejaran al perro. –

Dice Nataniel mirando al perro quien lo olfateaba por las rodillas. Entonces el hombre suspira y le dice:

– Entonces llévese a mi mujer y mi hija. –

– No, cariño. Tienes que ir primero. –

Le dice la esposa algo angustiada mientras le daba un gran jalón por el brazo. Entonces el hombre la mira con gran tristeza diciéndole:

– Por favor, estamos hablando de la vida de nuestra hija, no puedo ir yo. –

– ¿Y qué hay de ti? No puedo abandonarte así porque si. –

– Tienes que hacerlo, por favor. Wend. Entiende la situación. –

– Oigan, tranquilos. –

Le dice Nataniel intentando calmarlos. La esposa comienza a llorar con la niña en sus brazos inconsciente. Entonces el hombre lo mira entristecido y le dice:

– Escuche, le voy a ser sincero. Mientras corríamos, mi niña fue golpeada con una rama y un muerto la iba a morder pero la defendí recibiendo la mordida yo. Mi perro me ayudo a escapar mordiéndolo también y pronto me convertiré. Te pido que te lleves a mi esposa y mi hija antes de que algo le ocurra por mi culpa. Por favor se lo suplico. –

El hombre se había puesto de rodillas cogiéndole las manos y la mujer no lo miraba. Nataniel la mira suspirando y luego le dice:

– Quédese aquí con el perro, yo la llevaré a la aldea. –

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