PARTE 4 "El ojo del huracán"

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El trayecto de terapia a casa era mecánico, María se perdía entre sus recuerdos y pensamientos, caminaba cuadras recorriendo los laberintos de su mente, cuando volvía se encontraba que había caminado dos o tres cuadras sin registrarlo pero eso ya no la preocupaba se sentía placentera, había encontrado una zona de confort. Los viajes en el tren eran mirar por la ventanilla, con la mirada al vacio donde nada detuviera su atención buscando adormecer su cabeza para que los recuerdos y problemas no la azotaran constantemente.

Los días se fueron sucediendo y cuando María se iba "ella" estaba ahí poniendo el control. María regresaba por las noches cuando todos dormían se levantaba y pasaba horas llorando entre sus recuerdos; recordaba su infancia cuidando a sus hermanos. Los había amado tanto...

Se acostaba nuevamente y el recuerdo de la noche que internaron a Andrés volvía como un azote a su mente... todo fue tan traumático, Andrés estaba tirado en un colchón en el piso del comedor de la casa de su madre, retorciéndose y pidiendo ayuda por los dolores en la cabeza los vómitos se sucedían unos a los otros la fiebre era tan alta que solo con acercarte podías sentirla. María con solo verlo pudo tener la certeza de que se trataba, pero se negaba a aceptarlo porque sabía que su hermano no podría sobrevivir a algo así. Compro en la farmacia algunos medicamentos y analgésicos con la estúpida esperanza de que fuera una intoxicación, desde hacia un tiempo Andrés había agregado a su lista de adicciones alcohol.

Pasaron algunas horas y su madre la llama nuevamente por teléfono, siempre que ocurría algo con Andrés la llamaba... Nunca estuvo segura de cuál era el motivo de ese comportamiento pero siempre María estaba ahí. Su marido llegaba del trabajo y ella salió a su encuentro, le explico lo ocurrido y lo dejo parado en la puerta y como tantas veces, la vio irse corriendo por auxiliar a Andrés...

Al cruzar la puerta de entrada, el largo pasillo le pareció hubiera doblado su extensión. Los sonidos eran huecos podía sentir su respiración agitada. Subió las escaleras corriendo y al entrar al comedor. Fernando (el hermano antepuesto a Andrés en la prole) daba vueltas por la casa dando indicaciones de a quien llamar, Iba y venía por la enorme casa esperando que María se llevara al enfermo que seguía en posición fetal en el piso sobre el colchón revuelto entre sabanas y vómitos.

Luego de ayudarlo a levantarse y darse un baño. Comenzó a llamar por teléfono a sus hermanos para llevar a Andrés al hospital. Como siempre todos evadían cualquier trato con él, María logro que Claudio (otro de sus hermanos) viniera a ayudarlos. 

La noche cerrada y lluviosa daba el escenario funesto para el terrible momento... Subieron a Andrés al auto y rápidamente llegaron al hospital y sin mediar condiciones ni reparos Fernando y Claudio dejaron a María con Andrés a cargo en la guardia y salieron al estacionamiento... 

María no podía creer lo que estaba sucediendo... La habían dejado sola con este pibe tirado en el banco del hospital... Le costó reaccionar al shock de ser abandonada en plena sala. Miro hacia todos lados buscando a donde dirigirse. En el viejo hospital los pasillos abovedados y larguísimos retumbaban como catacumbas las boses de los acompañantes y los quejidos de los enfermos que yacían en camillas, biombos cruzando los pasillos hacían de contención para improvisar las precarias salas donde el aire frio deslizaba entre los tobillos. Se acerco a la ventanilla y anuncio la situación y estado del enfermo, lo cual no modifico en nada la urgencia que pudiera precisar su atención y al cavo de poco más de una hora una médica abre la puerta del consultorio llamando al siguiente paciente. Con ayuda de María entra y se acuesta enroscado en la camilla, con solo verlo las doctoras de la guardia saben el diagnostico pero guardan silencio. Solo alcanzo a escuchar susurros entre ellas pero confirmaban sus sospechas. Una pila de órdenes para prácticas médicas escritas en amarillentos papeles, era el destino a seguir en las próximas horas. Ya de madrugada y María arrastraba a su hermano, como en un viacrucis, por los pasillos del hospital para que le practicaran los estudios requerido y cada paso un suplicio, puerta a puerta era golpear, esperar, Andrés se tiraba en un banco y ella alcanzaba cestos de basura para vomitar. Hacerle masajes en la sien y entrecejos para calmar los dolores de cabeza... La puerta se habría y con una frialdad automatizada el especialista indicaba que acción debía hacer el enfermo para la práctica médica. María enloquecía al escuchar a su hermano a cada práctica con un servil agradecimiento hacia el especialista que inalterable y ajeno a todo sufrimiento, seguía con su trabajo...

Fernando y Claudio hacían apariciones momentáneas y se retiraban al auto... Ya con todos los estudios pertinentes María lleva nuevamente a su hermano a la guardia, donde la doctora indica que Andrés está muy mal y que queda internado para hacerle un punzado en la medula y una tomografía.

Desesperada sale con paso acelerado por los solitarios pasillos del hospital en busca de los ausentes acompañantes. Al encontrarlos les habla sobre todo lo sucedido, los estudios y que quedaría internado... Sin mediar acuerdos Fernando y Claudio informaron a María que ellos se tienen que retirar... María no pudo escuchar los argumentos solo veía dos extraños parados frente de si, hablándole dando escusas. Volvió sobre sus pasos atónita nuevamente hacia la guardia la garganta le dolía por la angustia y estaba sola.

Ya todos sabían de la internación. Solo faltaba el diagnostico. Las horas transcurrieron lentamente y la espera del diagnostico fue desesperante. A las 8:30 AM llaman a los familiares a la puerta de sala de guardias.

-Familiares de Andrés!! - Exclamo una doctora.

- Sí. Soy yo. - se levanto apresuradamente derramando el café caliente que la mantenía despierta en la vigilia sobre su ropa.

- Bueno... usted está al tanto de la condición de su hermano? - Dice la doctora dubitativa. Los médicos no están autorizados a dar ese tipo de información pero la gravedad del asunto requería dar esa información para que el familiar pueda entender la gravedad del paciente y sus riesgos.

María mira a la doctora y no entiende a que se refiere.

- Usted sabe que su hermano tiene HIB...?

- Si. - Contestó secamente.

- Que tiene hepatitis C...? él no estaba al tanto... supongo usted tampoco.

- No. - y su voz temblaba entrando en pánico.

- Andrés tiene MENINGITIS. Andrés, está muy mal y vamos a hacerle unas tomografías para ver qué daño ya tiene en su cerebro.

Luego del parte médico en un arranque de ira comenzó frenéticamente a mandar mensajes de texto a todos sus hermanos. Los mensajes eran secos y tajantes:

-"Estoy en el hospital desde las 21 hr. de ayer... nuestro hermano está muy grave alguno de ustedes venga a relevarme tengo que volver a casa a bañarme."

10:30 hr. AM llega Solange (su hermana menor) llega contrariada por ser la designada del grupo familiar para ir al hospital. María con una breve indicación para el cuidado del enfermo y parte médico le pasa la posta.

Camino a casa en el colectivo, el tiempo, el sonido, el movimiento pareció detenerse... Y sumida en un llanto ahogado sintió lastima de sí misma y para consolarse busco un sentimiento feliz , como cuando una madre le hace un mimo y le da caramelos al niño afligido... Pero raramente María se recordaba a sí misma en otros tiempos... Sus recuerdo eran siempre relacionados a otros... Pero, no se recordaba a sí misma, ni su aspecto anterior, muchas veces no se mostraba conforme a esas fotografías de antaño, solo se reconocía a sí misma en la imagen que le devolvía el espejo. Nada la identificacaba con esas mujercitas de diferentes aspectos y cambios de color de cabello. A veces se enternecía al ver esa dulce carita aniñada que sonreía tímidamente con sus hijos en brazos o en otros tiempos abrazando a algunos de sus hermanos o padres, pero hasta hoy nunca había experimentado esta reacción... Y luego esta extraño efecto de acidez en su cerebro, destellos de luz la enceguecían y de pronto sentir esa presencia ausente, olvidada... Y como nunca en todos sus años de vida , quizás a causa de ese torbellino de emociones encontradas, como un holograma se superpusieron Mari, María y "ella" las tres en un caprichoso modo se parecían a los tres monos sabios chinos; Mari no escuchaba , sus oídos solo se permitía oír lo que ella deseaba escuchar ...;  María no se permitía hablar, ella prefería callar a discutir o decir que algo no le gustaba y que las consecuencias de eso fueran irreversibles. Y "Ella" ciega... y enceguecida esa mañana decidió gritaría lo que una no podía gritar y lo que la otra no quería escuchar.... Se valdría de las armas que tuviera en mano para tal fin y esa mañana, todo surgió como destapar una olla de un apestoso bodrio...

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