Apreté los ojos con fuerza y caí, todo el impacto dio en el casco y en uno de mis hombros. Lo primero que sentí fue alivio al ver que podía moverme, me senté y comencé a sacudirme pero la rabia me llenó, ¿cómo podía haber gente tan irresponsable?
- ¿Qué te pasa niña? Pude haberte matado, ¿acaso no tienes ojos? – dije a la chica que se acercaba corriendo a mi lado.
- Lo siento - dijo, ayudándome a poner de pie aunque no era necesario – ¿está usted bien?
Me quité el casco y la miré, era hermosa, su cabello rubio estaba un poco despeinado, pero lo que llamó mi atención y quitó de mi cabeza la rabia fue la expresión de tristeza que su mirada mostraba.
- Sí estoy bien, no fue nada – le dije ya más calmado – y tú ¿estás bien? – Sus ojos se llenaron de lágrimas, se veía muy asustada – no te preocupes no fue nada, ando bien protegido – comencé a acomodarme las protecciones de nuevo, y después levanté la moto, y le di una rápida revisada, solo unos cuantos raspones y se había torcido un espejo y una direccional. Nada grave.
– ¿Puedo ayudarte en algo? – Le pregunté subiendo a la moto y volviendo a poner el motor en marcha.
- No, a menos que puedas sacarme de aquí – respondió para mi sorpresa e involuntariamente miré la parte de atrás de la moto, era obvio que podía llevarla- ¿lo harías? – dijo y me entraron ganas de reír, tenía que estar muy desesperada.
- Creo que esa no es la pregunta correcta jovencita – la regañé – es ¿si tú lo harías? yo podría secuestrarte o ser un psicópata - ¿En qué estaba pensando?
- Ya nada importa – respondió decidida y lo siguiente que sentí, fue su peso al subir a la moto – en mi vida, no creo que ya algo pueda ser peor.
Yo no sabía qué pensar ¿en qué me estaba metiendo?
- No puedo llevarte si no tienes casco – dije, intentando provocar que se bajara.
- Nada importa ahora – dijo, y adiviné que estaba llorando aunque no podía verla - sólo sácame de aquí – pidió de nuevo y por extraño que parezca no pude resistirme.
Accioné la motocicleta y comencé a andar sin rumbo con ella aferrada a mi chaqueta, sentía que seguía llorando. Era una puta locura, lo último que necesitaba en mi vida era una mujer, y menos una con evidentes problemas. Pero simplemente no pude negarme, cuando me quité el casco y la vi, no pude evitar pensar en mamá, tenía la misma expresión, de cuando mamá encontró a papá con Nathaly.
Podría afirmar ciegamente que tenía roto el corazón, tanto como mamá, y tanto como yo. Lo que sea que le hubiera pasado y que la tenía así, no quería saberlo, pero si podía ayudarla a estar más tranquila, lo iba a intentar.
Así fue como vino a mi cabeza mi rincón.
Cuando estaba empezando mi posgrado en producción musical, hubo un momento en el que mi mente colapsó, estaba rodeado de tanto trabajo que no podía pensar, además aún compartía apartamento con Harold, mi único amigo a la vista y que era todo un borracho, siempre que llegaba a casa tenía música, bebidas y mujeres. Yo me encerraba en mi habitación pero estudiar así era imposible, y tampoco pensaba discutir con él, cuando años atrás yo había sido exactamente igual. Así que salía, subía a mi moto y buscaba llegar al río, el agua siempre me ha producido sensación de tranquilidad.
En una de tantas salidas encontré un pequeño rincón en el andén que bordeaba el Támesis, escondido entre los árboles y con cero afluencia de público, y entonces comencé a usarlo como mi lugar para estudiar, cada tarde traía mis libros y lograba concentrarme al máximo. Luego de graduarme seguí visitándolo a menudo, para componer alguna canción o simplemente para disfrutar uno de los hermosos atardeceres que desde aquí se observaban, era mi lugar secreto y lo iba a compartir con una extraña.
ESTÁS LEYENDO
Libremente tuya (Segunda parte de la serie libre)
RomanceNo amas a alguien por su apariencia, o su ropa, o por su carro costoso. Si no, porque canta una canción que solo tú escuchas. ¨Oscar Wilde¨ La libertad es ese preciado tesoro que todos necesitamos y anhelamos, pero que solo extrañamos cuando lo sen...