10. Torturas vivientes.

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- Kara, gracias por el ofrecimiento en serio, pero mis hermanos están en Dublín, ¿lo recuerdas? – me detuve a mirarla un segundo y la preocupación se dibujaba en su expresión.

- ¿Y cómo piensas llegar hasta allá, te vas a teletransportar?

- ¡Mierda! Lo olvidaba, no traje la moto.

- Y así la hubieras traído, no podrías conducir, estás tomado. Te llevaré en el coche hasta el aeropuerto ¿vale?

- De acuerdo.

Ella empacó algunas cosas en un bolso y salimos corriendo como locos del apartamento. Me monté en el asiento del copiloto, y ella comenzó a conducir velozmente pero mucho más prudente de lo que yo hubiera sido. Le conté rápidamente lo que Gael me había dicho y luego hicimos todo el recorrido en silencio, la tensión me mataría y Gael aún no volvía a llamar. Todo empeoraba a cada segundo, faltaba una hora aún para que saliera el primer vuelo hacia Dublín, tendría que esperar en el aeropuerto y la ansiedad me dominaba.

- Cálmate Mike por favor, me estás poniendo nerviosa – me pidió Kara sentada a mi lado en la sala de espera, por más que insistí no quiso separarse de mí.

- Es muy difícil Kara, si algo le pasa yo... - no pude terminar la frase, y lo que siguió fue sus brazos a envueltos alrededor de mi espalda, se había puesto de pie, y se acomodaba entre mis piernas para poder abrazarme.

- Nada le pasará ¿vale? – dijo tomando mis mejillas entre sus manos y mirándome a los ojos. – nada de nada, seguro solo será alguna contusión ¿si?

No pude evitarlo, la tomé del cuello, la atraje hacia mí y la besé. Lo necesitaba, la necesitaba a ella, necesitaba la calma que solo ella podía brindarme. Al principio se resistió, pero fue solo por la sorpresa, luego se entregó al beso casi con la misma ansiedad que yo, y pronto lo olvidé todo, perdido en esa maravillosa sensación, me sumergí en el poder de sus labios, de su lengua acariciando la mía, no me había dado cuenta cuánto deseaba que pasara hasta ese momento, Kara tenía que ser mía, no tenía más opciones. Si no, luego de esto estaría perdido. El beso se hizo más lento, y de a poco se detuvo, pero nuestras frentes quedaron unidas.

- Lo siento, no pude evitarlo – le dije, sintiendo aún de cerca su respiración – Gracias, gracias por estar aquí.

- Eso fue... increíble. - Dijo con sinceridad – no hay otro lugar en el que quisiera estar más que aquí.

Yo la acomodé en una de mis piernas, y nos quedamos abrazados hasta que el sonido de mi móvil volvió a interrumpirnos. Ella intentó separarse pero yo no se lo permití.

- ¿Qué pasó? – pregunté a Gael sin siquiera saludarla.

- Está estable Mike – ya se escuchaba mucho más tranquila - aunque aún no despierta, está sometido a análisis pero sus signos vitales están bien.

- De acuerdo, yo estoy en el aeropuerto, tengo que esperar a que la aerolínea abra y conseguir pasajes como sea. Así que pronto estaré allá ¿vale?

- De acuerdo aquí nos vemos.

Guardé mi móvil y me aferré de nuevo a la mujer que me encantaba.

- ¿Qué te dijo? – preguntó.

- Está estable, sometido a análisis, aún no dicen nada.

- Bueno supongo que está bien ¿no? – dijo enderezándose para buscar mi mirada – desde que no digan que está grave, todo está bien.

Libremente tuya (Segunda parte de la serie libre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora