9. Pánico

1.3K 162 21
                                    


Una sencilla despedida con Kara, pero ya con todas las esperanzas puestas en nuestro nuevo encuentro de fin de semana. Era increíble todo lo que podía cambiar tu vida el sentirte de nuevo ilusionado. El optimismo se apropió de mí, y así lograba trabajar con mucha más motivación. Ella se fue metiendo sin compasión en mi pensamiento y fue distrayéndome del mundo de preocupaciones en el que normalmente vivía absorbido.

Pronto llegó el viernes, se me iba el tiempo, dedicado a revisar demos de diferentes artistas que enviaban sus trabajos a nuestra disquera, para que comprobáramos en ellos sus posibilidades en el mercado actual. Había encontrado algo particularmente especial, una hermosa voz femenina. En los datos del envio, hablaba de una chica de veinticinco años interesada en ser solista. Desde mi punto de vista, era el camino más difícil rumbo al éxito musical, pero a la vez siempre había sido para mí, un gran reto profesional el conseguir representar a algún solista que con mi ayuda lograra ser reconocido.

Cerré mis ojos, con los audífonos en alto volumen, absolutamente concentrado en la impresionante afinación y en el hermoso y particular color de voz de Marineé (como decía el mail que se llamaba la chica) cada nota me sorprendía más a pesar de que no reconocía de nada la canción ¿Sería además compositora?

Di un brinco, abriendo los ojos al sentir el apretón en mi brazo.

- Casi me matas del susto Mitchell- dije sacándome los audífonos.

- Lo siento Mike, pero no respondías al teléfono, y tampoco abrías la puerta.

- Ya sabes que me gusta concentrarme en esto – contesté, intentado que mi pulso se regularizara.

- Lo siento, es solo que ya es hora de irme a casa. Quería saber si necesitas algo más.

- Gracias secre, ya está todo en orden.

- ¡Perfecto!, entonces nos vemos el lunes – dijo tan sonriente como siempre, saliendo de la oficina – Ah Mike – habló volviendo a meter solo la cabeza – que no se te haga tarde hoy, recuerda lo de tu cama nueva.

- Eres un éxito, Mit ¿Qué haría sin ti?

- No digas tonterías que luego me lo creo – alzó su pulgar a forma de despedida y desapareció.

Realmente le tenía mucho cariño, Mitchell era muy buena amiga de mi madre, y para cuando empecé con la empresa, ella no tenía empleo, y se ofreció a ayudarme. Trabajaba conmigo desde el primer día, sin quejarse nunca en los tiempos malos, y estudiando y preparándose cada día para ser mi mano derecha. No había nada que se le escapara y gran parte de las buenas relaciones que se llevaban con todos los artistas era gracias a su trabajo y amabilidad. Tenía toda la buena memoria que podía faltarnos a Harold y a mí juntos. Esa mañana había estado quejándome de dolor de espalda, producto de haber dormido toda la semana en el sofá, y le pedí que me recordara que debía comprarme la cama nueva, y ahí estaba, tan diligente como siempre.

Dejé una nota en mi escritorio para no olvidarme de contactar a Marineé, quería escucharla en vivo para asegurarme de tomar la decisión adecuada, si en vivo era tan sorprendente como en el audio, me la jugaría toda con ella. Salí de la disquera directamente a la tienda de muebles que Mitchell me había recomendado, en minutos había escogido la cama perfecta, mucho más grande y moderna que la actual, casi pegada al piso y con dos mesas de noche adheridas a la base. Me la llevaron esa misma noche, y a la vez recogieron la antigua que sería donada a la caridad.

- Lo siento Gael, este fin de semana no iré.

- ¿Tendrá algo que ver con tu ¨proyecto especial¨? – habló en todo burlón, sonriendo pícaramente a través de la cámara.

Libremente tuya (Segunda parte de la serie libre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora