29. El hombre mas fuerte del mundo

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Uno corrió en una dirección y el otro en la otra sin siquiera cruzar palabra. La desesperacion colmaba mi mundo. Ardía cada músculo y el corazón quería salirse por la velocidad en que corría, todo cruzaba rápido a través de mis reflejos, pero el tiempo era cada vez más lento en mi interior porque cada segundo sin Alana era una puta eternidad en el infierno.

La ciudad se cerraba ante mi, con edificios que crecían rápidamente a mis extremos y que me consumían en laberintos asfixiantes en los que por más que mis ojos se esforzaban no lograban ver la forma similar de mi chiquita, o al menos el vestido rosa chillón que Kara adoraba ponerle en los días calurosos afirmando que resaltaba el color de sus ojos. El aire faltaba, tuve que detenerme. Me doblé con las palmas en mis rodillas buscando sopesar mi respiración, tomando una fuerte bocanada de aire que se combinó con el sabor amargo de las lagrimas que salen de los ojos por miedo.

Dos cuadras, tres... giro a la derecha.

Dos vueltas al parque.

¿ A visto usted una niña sola por aquí? Lleva un vestido rosa.... Su cabello es rubio...

¿la a visto usted? ¿Usted?

Miradas lastimeras, angustiadas y temerosas y todas se resumían en respuestas negativas.

Levanté mis brazos al aire y la mirada al cielo.

- ¡ALAAANAAAAA! – grité con todas las fuerzas de mi ser y consumido por el dolor caí, rogándole a mi madre que desde el cielo me ayudará a encontrarla, me enviara una señal o al menos la protegiera de cualquier mal o peligro.

El rostro de Kara inundó mi pensamiento. Había perdido la noción del tiempo y del espacio. Debía estar desesperada y necesitándome más que nunca. Y tenía que reconocerlo. Yo la necesitaba a ella, además quizá ella la había encontrado en la otra dirección, no había podido ir muy lejos ¿verdad?

Comencé el camino de regreso corriendo de nuevo. Fijándome en cada niña que veía, en cada parque o en cualquier cosa que hubiese podido llamar la atención de la niña. Y eso era lo que me parecía más extraño, Alana era curiosa, pero estoy seguro que jamás se hubiese ido sin nosotros, a menos que algo llamara mucho su atención.

Giré en la esquina, y las luces de la patrulla de policía volvieron la escena más sombria de lo que era. Me acerqué veloz con mi último aliento esperando con toda la fe posible encontrarme con buenas noticias.

Atravesé la puerta de la verja y al instante sentí a Kara agarrandose de mi cuerpo con desesperación.

- Pensé que la traerías contigo – dijo en un lamento tan agobiante que lo sentí recorrer cada rincón de mi interior – pensé que no regresarías sin ella –lloraba desconsolada aferrada de mi cuerpo creyendo que yo la sostenía cuando era al revés.

- La encontraremos, sé que la encontraremos – le decía llorando y poniendo besos en su cabello rezando porque mis promesas pudieran ser ciertas.

- Quiero mi bebé Mike, ¡ahora! – empezó a gritar como una niña en pleno berrinche mientras golpeaba mi pecho intentando clamar su frustración y cada golpe me envolvía más en esa absurda realidad en la que ya llenábamos dos horas perdidos.

Caí sentado con ella en mis brazos, completamente doblegada por el dolor, mientras yo, estaba frustrado por sentir que debía ser el fuerte, la abracé como muchas veces atrás, absorbí su dolor como muchas veces atrás y logré calmarla como muchas veces atrás.

Pero no era suficiente, el vacío entre los dos se persivia, era palpable  por la notoria ausencia de unas pequeñas manitas tibias que sabían tan bien acoplarse a ese mismo abrazo.Todo a nuestro alrededor desapareció, los dos policías, Nathaly, Christopher, nada importaba. Solo estábamos ahí entregados a las sensaciones de nuestros cuerpos unidos que en silencio comprendíamos tan bien. Aferrados a la esperanza de que nuestro amor lo superaría todo, de que nada podría dañarnos mientras siguiéramos juntos, sintiendo en el otro la profunda fe de que no había más opciones. Nuestras miradas conectadas, una pequeña sonrisa de comprensión: Alana estaba bien.

Libremente tuya (Segunda parte de la serie libre)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora