Capítulo 35

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Cinco horas más tarde conseguimos ganar la guerra. Había sido una batalla dura pero, en cuanto consiguieron llegar el resto de manadas, le superábamos bastante en número, por lo que según Ethan, era sólo cuestión de tiempo ganarla. Y así fue.

Los lobos que le eran fiel a Erick junto con éste mismo y el resto de vampiros que quedaron vivos, fueron ejecutados.

Una gran mayoría se quedó con nosotros y pasaron a ser parte de la manada. Al parecer Erick les tenía amenazados y casi más de la mitad de ellos se rindieron al instante de llegar aquí.

El pueblo ya por fin podía estar tranquilo.

Aunque también he de decir que no todo eran buenas noticias. Hubo unas diez muertes en cuánto a lobos de nuestra manada se dice. Y para nuestra mala suerte, uno de los lobos que falleció en la guerra, fue Jacob, el padre de Ethan.

Ese fue el golpe más duro que podían habernos dado, no había tratado mucho con él pero, al final al cabo es mi suegro, el padre de Ethan y quiera que no, si él lo pasa mal, yo lo paso mal también.

Por otro lado se que él no para de culparse por su muerte. Dice que si él se hubiese quedado allí podría haberle ayudado. Pero yo sé que en realidad si él hubiera estado allí y le hubiesen matado delante de sus narices, esa imagen le hubiese torturado el resto de su vida...

Después de que nos dieran esa terrible noticia, mis padres le dieron el pésame a Ethan y su familia antes de que ellos se marchasen. Yo me quedé hablando con mis padres un rato más. Me dijeron que después de todo lo que había pasado, habían podido comprobar con sus propios ojos lo importante que yo era para Ethan y que sabía que yo iba a estar bien con él. Supongo que es lo único bueno que podemos sacar de todo esto.

Ese día nos quedamos velando a Jacob. Yo... tengo que decir que soy de las que no lloran eh, pero el sólo hecho de ver cómo estaba Isis y como esta la madre de Ethan y como todo el pueblo fue allí y ver todo el cariño que recibían por parte del pueblo me llenó de ternura.

Fueron las peores horas que viví nunca, en cuanto a tristeza se refiere. Digamos que Ethan aguantó el tipo como pudo pero... cuando llegamos a casa decía que lo único que podía hacerle olvidar todo esto era hacer el amor conmigo. Y eso hicimos, para acto seguido, quedarse él dormido llorando sobre mi pecho. Jamás lo había visto así y debo reconocer que me partía el alma.

Desde ese momento me prometí no presionarle más con esto del tema de ser el alfa de la manada y seguir adelante con todo. Por él, porque lo amo y por Jacob. Después de todo y ahora más que nunca, lo normal es que Ethan quisiese seguir los pasos de su padre y yo no iba a ser quien se lo impidiese.

Semanas después, intentamos volver a la normalidad.

Mes tras mes, conseguimos recuperar todo y, aunque yo solo con notables y sobresalientes, Ethan consiguió sacarlo todo 10, incluso matricula de honor. Su madre no paró de repetirle esa noche cuanto lo quería y cuan orgulloso hubiese estado su padre.

Año tras año, nuestro relación fue a mejor. Mi familia y la familia de Ethan cada vez estaba más unida, hasta tal punto de parecer una sola.

Y bueno, 8 años después, estamos aquí. Mi familia y la de Ethan en nuestra casa, todos juntos cenando celebrando el cumpleaños de Jacob. A ver, celebrando en si no, pero, en su honor, decidimos que cada año, por su cumpleaños prepararíamos una cena en su nombre.

Debo decir que en 8 años la cosa ha cambiado bastante. Ethan sigue siendo el alfa de la manada, pero no por ello vive del aire. Tiene un taller de mecánica propio y debo decir que le va bastante bien. Yo por mi parte digamos que trabajo desde casa. Bueno, trabajo, mejor dicho el mejor oficio del mundo. He conseguido poder hacer lo que tanto me apasiona. Escribir. Hace un par de años conseguí meterme en el mundo de las editoriales y bueno, no me va nada mal.

Solo mía, morenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora