»Siete«

82 7 2
                                    

La velada termino, la hora marcaba más de la once de la noche y yo estaba más que agotada. Baile, reí, comí y por supuesto socialice un poco más con algunos compañeros de trabajo de mi padre. Sinceramente creo que me fue bien, es decir, mi tío Sam le dio un reconocimiento a mi padre, acerca del gran esfuerzo que este mismo tuvo durante años y mi padre, casi llora. Fue un momento de orgullo tanto para mí, como para mi madre.

El chico de ojos miel de esa noche, no lo vi más o bueno, no recuerdo ver unos ojos tan lindos como de ese hombre. Es lo único que recuerdo, una espalda robusta, haciéndome entender que se mataba haciendo ejercicios. Y su voz, su ronca voz, me hacía sobreentender que era mayor o quizás, algo joven que posee unas cuerdas vocales muy graves. No lo sé, nada me encaja, creo haber visto esos ojos antes, pero que va, rechazaré la idea por un momento, la mayoría de las personas tienen unos ojos así.

Pero no tan especiales como los de el — dice mi conciencia a lo cual yo suspiro. Era verdad, sus ojos tienen algo único que me hace pensar muchas cosas, sus ojos tienen esa mirada que me encanta de un hombre, divertido, atractivo, misterioso. Son los términos que puedo resaltar acerca de sus ojos. Del hombre oji-miel.

Deslice mis manos por parte de mis brazos y mis piernas, calentando un poco estas mediante el frío que hacía. Miro a mi alrededor y luego veo la hora, un poco tarde a decir verdad. Me encontraba en mi cama, pensando las cosas, al no poder dormir por culpa de alguien como él. Luego está el otro hombre de Shots, el tal "Justin"... La mayoría de sus fotos son a blanco y negro; y las que no, sus ojos se le ven oscuros. Así que descartó mil veces que Justin el de shots sea el hombre que vi en la cena.

¿Qué te pasa Juliett? ¡Tienes novio! Y se supones que lo quieres ¿no?

••••

A la mañana siguiente, mi humor cambió drásticamente. No estaba molesta (al menos eso creía) pero no sentía las ganas de estar con nadie y mucho menos establecer una sencilla conversación como un saludo. Mis manos empezaron a temblar y luego vi mi reflejo en el espejo, reprimí un sollozo bajando la mirada sabiendo que mi aspecto daba asco; mis manos seguían temblando, era un tipo de cosa que hacía al estar desesperada, quizás era por causa de mi trastorno o ideas mías.

Tengo que ir a un psicólogo.

Mis pupilas se oscurecieron al encontrarme a mí misma ver cada detalle de mi rostro. Pase mi lengua por mi labio inferior ya que el mismo se encontraba seco, luego tome un mechón llevándolo atrás de mi oreja, ladeo mi cabeza y sonrío de lado.

Soy un completo asco, hay que admitirlo.

— ¡Juliett! ¡Se hace tarde y no haz bajado a desayunar! — grita del otro lado de la puerta la mujer que me dio la vida y ruedo los ojos.— ¡Voy a entrar!

— Vale, ya salgo — bufo colocándome de pie mirando nuevamente mi aspecto. Una falda que llegaba a mis rodillas de color negra, acompañada con una blusa azul oscuro. Vaya, qué atuendo para un miércoles en la mañana ¿no?

Tomo mi mochila colgándola en mi hombro, arreglo una vez más mi cabello y disimulando mis nervios tomando firme la cinta de la mochila. Salgo de la habitación bajando las escaleras sabiendo que mi madre en unos minutos iba a estallar, claramente no tenía tiempo para comer, aunque eso era lo de menos, tomaré una manzana y fin del tema.

— ¿Qué hacías tanto? — se cruza de brazos siguiéndome con la mirada, me encojo de hombros restándole importancia a su pregunta. No me encontraba de un buen humor y lo menos que quiero es tratarla mal.— Juliett Edwards — gruñe mi madre tomándome del brazo antes de tomar una manzana, la miro sin ánimos alejándome lentamente. Tomo la manzana y frente a ella le doy un mordisco.

Shots  ➸ j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora