»Dieciocho«

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Justin.

Afirme mi traje color negro en mi cuerpo y empecé a arreglar mi corbata del mismo color del traje. Me dirijo al espejo de baño y arreglo un poco mi cabello, tomo el reloj de muñeca añadiéndolo a mi "uniforme de trabajo". Salgo del baño mirando en la cama a Hayley y suspiro. Esta mujer nunca hace nada con su vida, creo que lo único que sabe es arreglarse y gastar todo el dinero en ropa, maquillaje y eso típico que usan las mujeres.

Suspiré, no me despediría de ella. Ya mi atracción hacia ella se está acabando, ya nada es como antes y tengo que aceptarlo. Desde hace seis años que llevo con ella, tres de ellos no soy el hombre feliz que todos piensan, estoy con ella únicamente es por mis hijos. Porque sé que si me separo, ellos serán los más afectados.

Ayer por la noche me quede pensando muchas cosas. Sé que Juliett no quería responder mis mensajes porque escucho a mi hijo decir "Papá", el, se despertó en el momento menos indicado pidiendo que le contara un cuento y tenía que irme, antes que se acercara hacia mi. Mi excusa para ese momento (porque entre en pánico) fue inventar que era mi sobrino. Pero ella es inteligente, no medí mis palabras y seguramente no me cree.

Estoy arruinado y sobre todo frustrado. Juliett significaba en cierta parte algo para mi. Era una jovencita que con solo mirarla me hacía desearla, ella se hacía la difícil, es inteligente y sobre todo virgen. Joder, eso me encanta. Quiero tenerla en este instante bajos las sábanas y hacerla mía un millón de veces si es necesario. Quiero ser el primero en quitarle la virginidad, el tocarla, besarla y enseñarle algunas que otras cosas sexuales. Su inocencia me hace desearla como un depravado loco, que sonara pedófilo pero es así.

Juliett será algo divertido, una pequeña niña que quizás corrompa. Y se, que ella me hará feliz y me hará caso en muchas cosas. Lo único que tengo que ingeniar es como hacer que no se entere de las pequeñas mentiras que le he dicho y tratarla como la bella dama que es y claro, cuando estemos en confianza. Poderla llevar a mi cama. Ella será una pequeña jovencita que me va a distraer de Hayley y me dará el mayor placer que me hayan dando en décadas.

No digo que un punto a favor sea que es hija de un empresario multimillonario. Al contrario, el señor Paul es un buen amigo, con eso, podría acercarme a Juliett y conocerla. Inventar estupidas excusas para estar más cerca de ella y que no sospechen nada. El dinero de él no me importa, ambos tenemos la misma estabilidad económica. De el, lo único que me importa es su pequeña hija y es lo que voy a obtener de alguna u otra forma.

Tenso mi mandíbula y tomo mi maletín, tengo que pensar demasiadas cosas, pero no aquí, esta mujer se despertara en menos de un par de minutos y para mí suerte no quiero ni verla. Salgo de la habitación sin hacer mucho ruido y camino por los pasillos hasta la habitación de mis pequeños, Emma y Jacob eran lo más valioso que tenía. Eran un vil retrato de mi persona. Ambos mellizos salieron a mí y es lo que agradezco, hoy en día no soportaría ver cómo se parecen a su madre. Quizás el color de su cabello es semejante al de Hayley, pero sus ojos, sus labios y nariz, me pertenecían.

Abro la puerta rosa de mi pequeña y la miro alistarse con el uniforme de su colegio. Esta sonríe al verme y veo que aún su cabello rubio esta suelto. Una de las reglas de su colegio privado, era que debían tener su cabellera atada.

— ¡Papi! — su voz aguada llega a mis oídos al momento que se lanza en mis brazos. Sonrío acariciando su cabello y beso la parte de su cien.

— ¿Cómo está mi princesa? — murmuro separándome y tomo el cepillo para empezar a peinar su cabellera.

— Muy bien, papi — arruga tiernamente su nariz y sonrío, empiezo hacer dos coletas dejando su pequeño flequillo con un poco de volumen, luego ella sonríe asintiendo, dándome a saber que le gustaba.— Esta bonito, gracias.

Shots  ➸ j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora