»Cincuenta y cuatro«

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Camino por los pasillos de toda la escuela buscando a alguien en específico. Justamente hoy opte por venir con ropa cómoda, una blusa, jeans y sandalias bajas, claramente con una coleta formada en mi cabellera. ¿La razón? Sencillamente debía dejar muy en claro ciertos temas con Nathan, ya que se está tomando atribuciones que no le corresponde y eso, me enoja. Ya termine con el ¿no puede superarlo? Quizás suene muy mal gusto, pero, hay una frase que dice "hombre que chismorrea es marisco" y específicamente esa frase la dice doña Rosa cuando se molesta con su esposo, ellos son mexicanos y pues ella me explicó que significa dicha frase.

— Allá está — señala a mi lado la pelirroja de Katy y veo a Nathan mirar atentamente a una chica rubia, que al parecer, coqueteaba con el. Este la tenía apoyada del casillero y una risa coqueta salió de sus labios. Sinico.

— Es que lo voy a matar — gruñi entre dientes, no me molestaba que estuviera con otra chica porque ya no sentía nada por el, lo que me molestaba era que fue un completo chismoso.

— Tranquila — susurra a mi lado y llego hasta dónde está el, lo tomo de su mochila jalándolo hasta a mí, este se gira y me ve realmente molesto. Me vale mil veces mierda.

— Tu y yo, afuera — señaló y este me mira extrañado por la forma en que le hable, este asiente y camina a donde le indicó, al salir al patio voy hasta el y le doy una tremenda cachetada captando la atención de todos, incluso, la de la chica rubia antes mencionada que ahora no recuerdo su nombre, pero me parecía conocida.

— ¡¿Qué te pasa?! ¡¿Estás celosa?! Te recuerdo que tú y yo no somos nada.

— Lo sé perfectamente y eso no es el problema — lo miro desafiante, no dejaré que me intimide con su mirada.— El problema está que fuiste de chismoso con mi madre a contarle todo lo que hacemos, eso no es problema de ella saberlo, joder Nathan, eso es entre tú y yo.

— Ella tiene derecho, es tu madre y puedo decirle lo que hace su hija a escondidas — dice de manera retadora y veo a Katy avanzar pero la detengo, sabía que iba a reaccionar de mala forma.— ¿Qué? Yo mismo té he visto yéndote en un carro misterioso, uno negro en particular — sonríe.— Y según tú es tu tío.

— Esa vez fue un tío, no sé a qué te refieres — mencionó de manera lenta, procesando cada una de mis palabras.

— Si, por supuesto — sonríe con sinismo y se acerca a mi lentamente hasta verme fijamente.— Cuídate Juliett, porque te estoy vigilando.

— ¿Porque alertas a tu enemigo?

— Para no ser mal amigo, dicen que a los enemigos hay que tenerlos cerca.

— ¿Me estás amenazando? — susurro mirándolo divertida.— Que no se te olvide quién soy.

— Una perra cualquiera, eso es lo que eres tú — escupe y le doy una cachetada nuevamente esta vez dejando su mejilla roja.

— Que no te sorprenda que tu papá pierda el trabajo, que no te sorprenda que tu querida madre este quejándose por no darse los lujos — su sonrisa se desvanece y esta vez sonrío.— Ah y por cierto, que no te sorprenda si te quedas sin casa, no es por ser mala querido Nathan — palmeo su hombro.— Pero el dinero hace milagros y tú te estás metiendo con alguien que lo posee.

Su mandíbula se tensa y me doy la vuelta, quizás fui un poco mala pero conmigo nadie se mete.

— ¡Eres igual a tu padre! ¡Un ser despiadante y sin escrúpulos! — grita y me detengo, nadie se metía con mi papá, me giro sobre mis talones y una voz me hace detener las palabras que iba a pronunciar.

— ¡Joven Nathan! — el profesor de literatura corrió a él y lo miro seriamente.— ¿Qué es este escándalo? ¿Insultando a la señorita Edwards? — me mira y yo no artículo ninguna palabra, luego ve a Nathan el cual niega rápidamente.

Shots  ➸ j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora