»Sesenta y dos«

15 4 0
                                    

Justin.

Beso sus labios de una manera única, la iba extrañar, claro que si. Estos últimos días con ella fueron los mejores, pasear, reír, comer cosas juntos y hacer cada noche el amor fue lo más maravilloso que he echo, definitivamente amaba a esta chica sin importar que. Podrá sonar muy egoísta o cruel, pero en todo el viaje no pensé ni tan siquiera en mi "mujer" ni mucho menos mis hijos, más bien, todo en mi cabeza giraba en el bello mundo de Juliett, solo eso.

Acaricio su mejilla recibiendo un pequeño susurro de "te amo" de su parte, el cual, lo único que me hace sonreír y quedar sin palabras. Baja del auto con su maleta (la cual no era grande) y se despide con la mano subiendo cada escalón, un empleado que se encontraba en la puerta, rápidamente la ayuda con la maleta y la lleva adentro, esta se gira lanzándome un beso y gustoso, lo acepto. Entra en su casa y al cerrar la puerta vuelvo a colocar el auto en marcha, claramente con algo de música que no estaría mal.

Suelto un suspiro y mordisqueo mi labio, una sonrisa brota de mis labios y al parar en un semáforo decido encender mi móvil el cual se encontraba apagado en todos estos días. De seguro Hayley aprovechó para estar con su amante, que novedad ser el cuernudo. Niego y al encenderlo, rápidamente estalla con muchas notificaciones de mensajes y llamadas perdidas, salí como tres días, que exagerados.

La mayoría era de la empresa o de Hailey, definitivamente esta mujer no se cansa, luego los veo o quizás no. No tenía ni un poquito de ganas de saber de sus típicos mensajes de "¿dónde estás?" O "¿qué haces?" Creo que solo lo hacía para quedar bien como el papel de esposa preocupada y feliz con su matrimonio, cuando todo era una falsa mentira. Solo me dan ganas de tomar el teléfono y llamar a mi abogado de confianza, decirle pequeñas razones y por ende, enviarle una carta de divorcio. Si ella quiere la casa se la dejaré, claramente, el problema está en ver a mis hijos. Las mujeres siempre tienen más prioridades que los hombres y estoy 100% seguro que ella tendrá la custodia de cada uno de ellos.

Manejo hasta lo que era la casa y estaciono frente a ella, bajo en silencio tomando la maleta y cierro el auto. Apenas eran las cuatro de la tarde y la casa andaba en sumó silencio, siempre cuando llegaba a esta hora se escuchan los gritos y risas de los niños (algo que me extrañó). Saco las llaves de mi bolsillo trasero y abro la puerta, pasó en silencio dejando la bandeja y llaves aún lado para luego adentrarme un poco más en ella.

— ¿Hola? — pregunto en un tono alto, quizás alguna empleada lo este.

Enseguida sale de la cocina una de mis empleadas más mayores y se acerca a mí un tanto nerviosa jugando con sus dedos, la miro extrañada con una sonrisa curveada.

— ¿Qué pasa? ¿Porque no hay nadie en casa?

— La señora desde hace dos dias está en el hospital con los niños — relame sus labios.— Estos se enfermaron y están algo grave.

— ¿Y porque coño no me avisaron? — gruñó sacando mi móvil y entro rápidamente en contactos buscando el de Hailey.— Hazme el favor y sube la maleta, arréglala, los regalos que se encuentran ahí, solo déjalos arriba de la cama.

Esta asiente haciendo lo que le pido y llamó rápidamente a Hailey saliendo de casa, me subo en mi auto y en dos tonos me consteta.

— ¡Bieber! ¿Dónde andas?

— Eso no importa ¿dónde están mis hijos? — conduzco desesperado.— Joder, consteta, sé que están mal.

— Estamos en el hospital central, el que queda cerca de tu empresa.

— Voy para allá — cuelgo y sigo conduciendo, mis hijos son lo más valioso que tengo y me preocupan bastante. ¿Qué habrá pasado? Oh Dios mío, cuídame a mis pequeños.

Shots  ➸ j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora