»Treinta y uno«

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Solté un bufido al llegar a mi casa y deje la mochila en el suelo, hago una mueca al ver la cerámica color blanca reluciente, echa un desastre con mis zapatillas llenas de lodo. Alzo la mirada y veo a mi madre salir de la cocina con un libro de cocina, al verme se espanta y suelto una risa.

— ¿Qué te pasó? ¿Estás bien? — mira mi atuendo con una mueca de horror y luego mira mis zapatillas.— Gracias a dios no usabas tacones.

— Técnicamente hice algunas cosas y pues, me ensucie un poco — susurro con un aire divertido y suelto una risa.— Iré a tomar un baño.

— Báñate bien y ve que haces con esa ropa, quítate los zapatos, mancharas los pisos — se queja, asiento haciendo lo que dice y me quedo únicamente en calcetines, con las zapatillas llenas de lodo en mis manos. Camino a un lado de ella y subo las escaleras procurando no ensuciar nada. Llego a mi habitación y entro echando las zapatillas en un cesto de ropa sucia y luego, tomo una toalla caminando directamente a la regadera.

Me desprendo de mi ropa, de cada pedazo de tela que reposa en mi cuerpo y luego entro a la ducha. Tomo el jabón y empiezo hacer el respectivo trabajo de higiene. Pasó dicha barra color rosa por mi cuerpo mientras tarareo una canción, relamo mis labios sintiendo la humedad en ellos y continuó con mi respectivo trabajo. Al concluir, dejo todo como estaba y tomo una toalla, saliendo de la regadera. Camino hasta afuera de la habitación buscando una ropa simple y bonita que ponerme.

Optó por una falda blanca y una blusa corta de encaje roja. Coloco unas zapatillas bajas negras y ato mi cabello en una coleta alta. Mi teléfono empieza a sonar y frunzo el ceño, voy a él y lo tomo mirando el nombre de Katy en la pantalla.

— Hola fea — saluda y yo ruedo los ojos, tomó asiento en el borde de la cama y suspiro.— ¿Qué tal con Nathan?

— Pues bien, ya sabes — suspiro nuevamente.— Quedamos igual, lo perdone.

— ¡¿Estás loca?! — grita y alejo el móvil de mi oído.— ¿Pero qué te pasa?

— Lo hice únicamente porque fue un beso y tengo entendido que ella se lo robó a el — murmuro y me acuesto mirando el techo, sin despejar el móvil de mi oído.— Aparte, yo he echo otras cosas con Justin.

— Si, pero, tú... Eres un caso diferente — ríe.

— Creo que es casi lo mismo... No lo sé — susurro.— Quiero a Nathan y sé que es sincero, pero a Justin, joder, es una terrible tentación.

— ¿Porque?

— Justin es como algo imposible, un hombre mayor que yo, empresario, amigo de mi padre — susurro.— Es imposible y es algo que me atrae aún más por el.

— Ay Juliett, el que juega con fuego se quema — ríe y yo río a su par, suspiro apoyando una de mis manos en mi vientre y me quedo por unos momentos callada.— ¿Serías capaz de tener sexo con Justin?

— Si te soy sincera, si — muerdo leve mi labio.

— ¿Y con Nathan?

— No lo sé, quizás.

— ¿Porque no aceptas que estás enamorada de Justin y quieres como amigo a Nathan? — suspira.

— Porque no es verdad, solo me atrae Justin y me gusta Nathan.

— Ese cuento para otra mi amor — ríe.— En fin ¿qué te parece salir a el centro comercial? Podemos ir a tomar algo.

— Mm ¿ahora? — mordisqueo mi labio mirando mi despertador.

— Más tarde, tonta. A esos de las cuatro.

— Bueno, me parece bien — sonrío leve.— Nos vemos ahí ¿va?

Shots  ➸ j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora