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Esta podría ser una oportunidad para intentar salir, pero no nos conocíamos, y así no iba a llegar a ningún lugar, así que decidí hablarle:

-No. Mi pad...-No, no quería llamarle así.-Marcos me ha dejado orientarme por la casa, solo curioseaba.

-¿Tú eres Lara?-Asentí algo tímida.-El señor ha estado hablando mucho de ti semanas atrás. No sé qué quería, pero veo que has decidido hacerle una visita.-Añadió.

-¿Visita?-Pregunté con un tono divertido que rápidamente pasó a un tono borde.-Se supone que me ha secuestrado para que Blanca permanezca trabajando para él... Pero vaya secuestro más cutre. Es cómodo, rico y fácil.-Quejé.-Lo normal hubiera sido un encierro, atada en una silla, y si acaso maltratada.

-Eres su hija, el señor te quiere a pesar de todos estos años y no hará nada que tú no quieras. Sería incapaz de verte sufrir.-Dijo él.

-¿Perdona?-Hice un gesto con la mano.-¿Que no hará nada que yo no quiera? La primera cosa que ahora hubiera sido es huir de aquí y volver a casa de Blanca para estar con ella. Pero no. Tengo que estar aquí encerrada hasta que al "señorito" le plazca.-Dijo con un todo burlesco.

-Soy Germán, creo que nos llevaremos bien.-Dijo dándome la mano.-No suelo hablar con la gente de aquí pero no veo inconvenientes hablando contigo.-Añadió.

-¿A qué quiere llegar Germán?-Pregunté curiosa.

-Blanca es una buena chica y no se merece estar sin ti, ni tú sin ella. El señor tiene muy malas intenciones con vosotras y no es recomendable que te quedes aquí por mucho tiempo.-Dijo.

-Sigue explicando.-Pedí.

-Quizás Claudio pueda hacer algo, aunque lo veo difícil ya que es un hombre duro. Aun así se le puede convencer difícilmente.-Comentó.-Por lo que sé mañana tiene que vigilarte, y eso puede ser una ventaja para ti.-Miró detrás de mí.-Se acabó mi tiempo.

-¿Quieres decir que puedo salir de aquí mañana?-Pregunté.

El mayordomo se giró antes de cruzar la puerta para dirigirse hacia la cocina y dijo:

-Te deseo toda la suerte del mundo... Si algo sale mal... Mejor que me marche ya.-Concluyó anduviendo rápidamente debido a los pedidos de Marcos.

Suspiré. ¿Qué pasaría mal si Marcos se entera de que intentaré huir? Me dejó con toda la curiosidad, y eso ni me gusta a mí ni a nadie, a menos que seáis pacientes no, lo siguiente.

Me dirigí a una sala que más bien era una biblioteca, cualquier lecho aficionado entraría y moriría leyendo cada cientos de miles de libros que había.

Las estanterías eran muy altas, clásicas y anticuadas corriendo el peligro de derrumbarse si se dejaba un mínimo peso encima.
Había mesas con papeles y algunos de los trabajadores con planos que miran atentamente antes de girar sus cabezas como posesos y mirarme mal.

Me quedé quieta mirándoles a cada uno. Eran seis, ni más ni menos; dos chicas y cuatro chicos.
Uno de los chicos se acercó a mí, éste era más alto que yo pero más bajo que Blanca, pelo marrón, ojos marrones y piel no muy morena. Se detuvo unos 3 metros delante de mí y mientras cruzaba los brazos y me miraba intentando intimidarme dijo:

-¿Te has perdido querida?-Su voz era grave, burlesca y atractiva.

-No ando perdida, solo curioseaba el lugar. Marcos no me deja hacer nada más.-Respondí.

¿Esto era una broma o qué?¿Por qué todos me preguntaban si estaba perdida? Vale que era la más joven, pero alguien no va a esas cosas por gusto.

-¿Marcos? ¿Por qué lo mencionas a él?-Preguntó.

-Se supone que soy su hija y esto es un secuestro.-Respondí.

-Ah, conque tú eres Lara... -Miró a los demás y se acercó mucho a mí.-¿Qué tal si esta noche nos tomamos algo juntos? -Preguntó con una media sonrisa.

-Blanca es mi novia.-Dije para cortarme la diversión. Seguro que sabía quien era, quizás era nuevo.

-Joder. Esa diosa se los lleva a todos.-Dijo con envidia.-Bueno, no tienes derecho a estar aquí, esto es confidencial. Así que te das media vuelta y te vas.-Dijo con un tono arrogante.

-Vamos a ver pedazo de mierda, mi padre es Marcos, que es tu jefe, por lo tanto si soy su hija tengo derecho a hacer lo que me plazca. De nada.-Dije muy borde y avanzando por la sala dejando al chaval aún quieto mirando el suelo.

Miré a los demás que desviaron la mirada a plano rápidamente y vi la carretera por la ventana. Quería salir, no me gustaba ese lugar aunque pudiera hacer casi todo a mi antojo.

Tras ver más y más libros salí y fui a una sala de música.... Esperen, ¿música? Quizás ese fuera mi lugar favorito aparte del dormitorio de Blanca.

Había un piano de cola negro reluciente a lado de una gran ventana. También un contrabajo, una batería acústica, varios instrumentos de viento y guitarras.

Me puse como una loca a mirar la sala tan elegante, la música era algo que me gustaba y una de mi mayor afición.

Me senté en el piano y comencé a tocar Any Another Name, una pieza muy bonita y relajante.

No Todas Son Profesoras 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora