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Narra Claudio:

Me sentí muy bien con aquel gesto que hice. Ayudé a Lara para huir y no me arrepentí, el problema era Marcos, tenía que avisarle para que no sospechara nada.
Subí arriba y entré en el despacho:

-Señor, Lara ha huido, fue más rápida que yo...-Dije.

-¿Cómo?¿No estaba dormida?-Preguntó con un tono de voz que no me gustaba para nada.

-Eso parecía, pero ha huido y creo que se irá lejos, muy lejos para que no puedas encontrarla.-Inventé.

-La encontraré, ya verás. Mientras, vuelve abajo y vigila la casa... Al fin y al cabo eres el único que no ja ido al robo, así que vigila.

-Si señor.

Bajé y vi a Germán sonriéndome:

-Hola Germán, ¿qué ocurre?-Pregunté.

-Has echo muy bien.-Dijo en voz baja.-Ya sabes, soy viejo, y ver un acto como el tuyo en estos tiempos me ha impresionado.... Si hicieras eso más a menudo serías más héroe.-Continuó sin elevar el tono de voz.

-¿No es fácil cuando te pones en su lugar sabes?-Dije.-Al fin y al cabo nos merecemos la libertad, es lo fundamental.

-Conozco a Lara solo de haber hablado ayer con ella, y no se merece esto. Marcos tiene que reaccionar de alguna forma.

-Ya... Él sólo quiere recuperar algo que pasa y no vuelve... El tiempo.

Asintió y volví por los pasillos para vigilar aquello, aunque a decir verdad nadie era capaz de hacer un intento de robo, ni siquiera tocar la puerta.

Narra Blanca:

Estábamos en las afueras del ayuntamiento, pues nuestra misión era robar un diamante que llevaba allí varios años y su precio era muy elevado.
Éramos seis, de modo que nos repartimos de tres en tres: Juan junto conmigo y Laura, y los restantes eran Manuel, Sofía y Guillermo.

El primer terceto, osea yo, nos encargamos de los guardas y las cámaras, y el segundo terceto se encargó de desactivar rayos láseres que había en la entrada del despacho de la presidenta.

-Creo que ayer vimos a tu novia, Lara ¿no? -Dijo Juan a mi lado en voz baja.

-Sí, Marcos la tiene secuestrada a cambio de que yo trabaje para él.-Dije.

-¿Y te es fácil hablar con ella?-Preguntó mientras le miraba extrañada.

-Muy fácil...¿Por qué lo preguntas?

-Ayer Guillermo quería una cita con ella y Lara casi le ataca y todo.-Dijo exagerando.

-Madre mía. -Reí.-Se puede decir que no le caéis bien así que no es impresionante de la forma en la que os hable... ¡Quieto!-Dije agarrándole del antebrazo y tirándole hacia atrás.

-¿Qué coño es eso?-Preguntó mirando al suelo.

-Apartaos, es una bomba de pasos sensibles, es decir, si detecta algún movimiento a su alrededor explota, y no lo recomiendo.-Argumentó Laura.

-Pues no hay otra zona para avanzar y eso está en medio del pasillo.-Dijo Juan.

-Blanca, ya hemos desactivado los láseres y las cámaras restantes. Venid de inmediato.-Oí a Manuel desde el walki talkie.

-De acuerdo.-Dije.-Vayámonos por donde vivimos.

Retrocedimos y nos encontramos con dos guardas que al parecer Juan no detuvo en su correspondiente momento:

-Alto, levantad las manos y permaneced en silencio.-Dijo uno.

-Y un cuerno.-Dije corriendo hacia él.

Quería acabar con eso y arrancar de raíz, así que inmovilicé al guarda mientras que Juan y Laura seguían con el plan.

Me quedé sola con los dos guardas, así que rematé al primero y para el segundo tuve que jugar un poco al corre que te pillo.

Llegué a una habitación que estaba cerrada así quedándome sin escapatoria, así que levanté las manos y éste dijo:

-No te muevas, acércate despacio y no digas nada.

Me acerqué y antes de que pudiera hacer nada le hice una llave de judo (de algo sirvió el entrenamiento) me hirió el bíceps justo donde posteriormente me hirió el oso y le quité el arma:

-No me gustaría matarte, así que dulces sueños.

Le dormí y miré mi brazo:

-Otra vez no joder.-Dije aguantando el dolor.

Corrí con los demás, abrieron la puerta y allí estaba la joya, en una urna de cristal reluciente:

-Ya comprendo por qué Marcos quiere este diamante.-Decía Juan mientras nos acercábamos.

-Es preciosa.-Dije.

De pronto me imaginé a Lara con la joya en las manos sonriéndome, pude ser un gran regalo, pero no, agité la cabeza para olvidar esa imaginación y abrimos la urna, Sofía cogió el diamante con cuidado y yo me la guardé.

Volvimos a la mansión muy de noche, nos llevamos mucho tiempo para poder coger el diamante, realmente no fue nada fácil.
Los demás fueron a sus respectivos dormitorios mientras yo subí al despacho de Marcos:

-Marcos, tengo el diamante. Ahora deja a Lara en paz.

-Creí que no llegaría a mis manos esta preciosidad, pero te has vuelto a superar.-Le di el diamante.-Y tienes heridas de guerra y todo.-Sonrió.

-No es el primero.-Dije.-Dónde está Lara.-Añadí muy exigente.

-Tú deberías de saberlo... Aquí desde luego no está.-Respondió sin dejar de mirar el diamante.

No Todas Son Profesoras 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora