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-¿Eres Ricardo?¿Mi padre?-Pregunté.

-Realmente soy tu padre, pero no me llamo Ricardo, sino Marcos.-Respondió.

-¿Cómo sé que no me la estas jugando?

-Digamos que Judith descubrió que le engañé con otra y arrancó de raíz. Claudio en aquella época no me agradó mucho a decir verdad... ¿Recuerdas ella día de navidad en el que recibiste a tu perro? Rocky creo que se llamaba. No te separaste de él para nada, ni él de ti.-Aquello me dejó sin palabras.

Nadie más sabía qué ocurrió en mi pasado, ni la discusión de aquella noche. Definitivamente era mi padre, y eso no me gustaba nada.

-Y si eres mi padre...¿Por qué haces todo esto?¿Por qué mandaste a Claudio para matar a mi madre? Ella no pintaba nada.-Dije.

Suspiró, se levantó y dijo:

-Sígueme querida.

Me levanté y a escasos metros de él le seguí hasta donde me imaginaba que era su despacho.
Era muy clásico y estaba limpio, un despacho digno de un señor tan elegante como era Marcos, o mi padre, no sabía como decirle.
Pero la elegancia se acabó cuando divisé una jaula de cristal con un bicho asquerosamente feo y peludo: una tarántula.

Me quedé mirándola hasta que Marcos notó que me incomodaba:

-¿Te gusta? Nunca hace nada, solo duerme, come y hace sus telarañas.-Dijo.

-Es asqueroso.-Me limité a decir con desprecio en las palabras.

-Uno se acostumbra y le coge cariño.-Le miré.-Siéntate aquí.

Señaló una silla delante de su escritorio y obedecí. Acto seguido sacó una carpeta negra con muchos papeles dentro y buscó una hoja en concreto. Al hallarla giró la carpeta y me lo mostró:

-Tu madre trabajaba aquí. Aquella empresa de la que tanto le preguntabas y supuestamente sabes es esto. Te encontrarás en un bucle ya que incluso tu querida novia está aquí inscrita desde hace años.-Dijo.-Yo era su... -Interrumpí.

-Esa historia ya la sé.-Sonrió.-¿Y qué hacía aquí mi madre? ¿Me engañó todo estos años?

-Lo tienes todo comprobado.

-Vale, pero yo te pregunté el por qué de su muerte.-Dije para concluir el asunto.

-Yo le quería, pero también era egoísta. Comenzó a estar más pendiente de ti que del trabajo, y como los dos trabajábamos en lo mismo pues no ocurría nada; pero yo quería ella que fuese algo que no se podía recuperar. Quería a la Judith de años antes de ti.-Argumentó mirando por la ventana grande que daba a un jardín.-¿Y cómo acaba esto?-Me miró.-El rencor era mi amigo, así que cuando pude aproveché y mandé a Claudio a que la asesinase saliendo todo como estaba planeado.

-Entonces Claudio tampoco la quiso.-Dije.

-Y ahora estás de nuevo sola, y harás lo que yo te diga. Aprovecharemos esos momentos padre e hija que no pude tener todos estos años.-Dijo.

Para ser el malo su actitud era relajada y agradable, pero era mejor no confiarse, no sabía lo que podía hacer en cualquier momento..

-Estarás aquí encerrada. Solo saldrás al jardín y estarás vigilada, no podrás intentar huir ni chantajear, solo saldrá si es conmigo, nadie más. Te alojarás en la antigua habitación de Blanca la cual has estado antes y solo tendrás acceso a música.-Dijo estrictamente pero aun así agradable.

-¿Voy a estar incomunicada hasta que a ti te de la gana?-Pregunté con desaprobación.-No podré hablar con Blanca, ni con Natalia, ni siquiera con Esteban y Roberto... Vaya mierda chaval.-Añadí.

-Ya te dije que te podría haber mandado a un lugar sucio y mugriento repleto de bichos y en medio de la nada, pero ya que Blanca vuelve a trabajar para mí fui más suave.-Dijo.

-Bueno si has sido suave. Esto parece el palacio de los reyes.-Bromeé levantándome y abriendo la puerta.

-¿Hacia dónde vas?-Preguntó.

-¿Acaso no puedo ver toda la casa? -Pregunté borde.

-Claro, eres libre de verla.-Dijo.

Me marché y busqué las salidas, estaban vigiladas por dos gorilas en cada extremo, así que el intento de huir sería en vano.
Me dirigí a la parte de abajo y fui a un salón grande donde no había guardas ni punto de salida, pero sí un hombre con traje de chaqueta leyendo un periódico.
Por el aspecto físico diría que era el mayordomo.

Me miró con dificultad para levantar la vista, se le veía muy cansado, y diría que era muy mayor para su trabajo.

-¿Te has perdido señora?-Me preguntó dejando el periódico de lado para dedicar su tiempo a mí.

No Todas Son Profesoras 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora