Marcos

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Recibí una llamada del centro penitenciario informando de que Marcos había sido dado en libertad ya que alguien había pagado su fianza.

Habían pasado tres años desde que lo condenaron.

Blanca y yo teníamos todo perfecto: nuestra casa, nuestros perros, nuestros trabajos, nuestras vidas y lo más importante, a nosotras.

Haber recibido aquella noticia nos impactó, aunque más a mí, debido a que Marcos estaba bastante tranquilo cumpliendo su condena reconociendo todo el mal que provocó y arrepentido de ello aceptaba con orgullo su delito.

No sabía cómo aceptarlo, o qué pensar respecto a ello. Blanca me repetía una y otra vez que suponía que Marcos se instalaría en una casa y llevaría su vida normal a cabo.

La pregunta que más se repetía en mi mente era: ¿Quién era aquel anónimo que pagó la fianza de Marcos? ¿Con qué propósito?

Tuvo que haber sido algún amigo suyo o conocido cercano. Ya sea por compromiso o conveniencia. Quería averiguar quién era de la manera que fuese.

-No creo que sea conveniente meterte en un problema como ese, además, no creo que Marcos vuelva a tener su imperio, por así decirlo. La policía lo tiene en el punto de mira, aunque no lo creas. -Decía Blanca mientras organizaba algunos de sus documentos.

-Lo sé cariño, pero ¿no crees que aquel que ha pagado la fianza tiene algo preparado para él? O incluso para nosotras. -Pregunté mirándola y dejando el piano a un lado.

-¿De dónde has sacado eso? -Rió devolviéndome la mirada. -Desde que tienes como hobbie escribir sacas conclusiones algo... Surrealista. -Decía levantándose de la silla para acercarse a mí. -Ha pasado mucho tiempo desde que ocurrió todo, no debes darle más vueltas.

-Contar una historia basada en hechos reales y similares a nuestros hechos te pareció una buena idea y ahora dices que es de locos suponer que alguien le guardó a Marcos un puesto en algún trabajo o lo que sea. -Repliqué cruzando mis brazos.

-No he dicho exactamente eso, simplemente tienes que dejar de darle vueltas. Marcos ha salido de la cárcel y ya está, podría haber sido algún político o asesino en serie en su lugar. -Dijo ella acariciando mi pierna.

-...Está bien, no merece la pena pensar más en eso. -Mi teléfono sonaba contestando al instante a la videollamada. -¡Shanna! -Blanca también saludaba con la mano.

-¡Hola! ¿Qué tal estáis? -Preguntó ella mostrando su característica voz eufórica junto con Nico.

-No podemos quejarnos. -Respondí. -¿Cómo estáis vosotros en vuestro viaje por Latinoamérica? -Pregunté mientras Blanca jugaba con mi pelo.

-Es la mejor idea que se le pudo ocurrir a Nico. Por ahora hemos viajado a Argentina, México y Colombia, y vivo enamorada de sus costumbres, ¡tenéis que venir por aquí alguna vez! -Decía comiendo lo que pude distinguir como un mielmesabe.

-Lo pensaremos, descuida. -Intervino Blanca. -¿Y cómo va vuestro plan de boda? -Preguntó de seguido.

-¿Boda? -Reían. -Finalmente hemos decidido que estamos bien así, sin compromisos ni nada por el estilo. Por ahora claro. -Ésta vez era Nico quien hablaba. -Eso sí, vuestra boda la queremos sí o sí.

-Ya veremos. -Dije colocando en una mejor posición el móvil.

-Nada de excusas, ustedes merecéis estar juntas hasta la muerte. -Exageraba Shanna como siempre mirando hacia otra dirección. -¡Ups! Ahí está el taxi, debemos dejaros. -Añadía.

-Pasadlo muy bien. -Dijimos despidiéndonos de la pareja.

La videollamada finalizó a la vez que dejaba el móvil en la mesa centrándome en Blanca, quien parecía pensativa regresando a su portátil.

No Todas Son Profesoras 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora