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Narra Lara:

Pasamos la mayor parte del día en aquel parque, y omitiendo la escena del oso todo lo demás fue sobre ruedas. Iba anocheciendo rápidamente, cenamos en un restaurante y dimos un paseo por la ciudad:

-Lara, vamos a un lugar que te va a encantar.-Me dijo Blanca.

-¿Dónde?-Pregunté.

-Sorpresa. -Me vendó los ojos y me agarró de la mano.-Tu solo confía en mí y no me sueltes.-Añadió.

Por el camino íbamos haciendo bromas y hablando; llegamos rápido, o quizás fueron las anécdotas de Blanca las que hicieron el camino más ameno, día igual, lo importante fue que llegamos:

-Blanca escucho agua, ¿dónde estamos?-Pregunté agarrando su mano con las dos manos.

-Tranquila, te encantará.-Fue lo único que dijo. -Y fin.

Me quitó la venda de los ojos y vi las cataratas con luces de colores, es precioso, estaba boquiabierta literalmente:

-Wow, es increíble Blanca.-Dije mirándole.

-Ven.-Me agarró la mano de nuevo.

Fuimos a una parte donde no había nadie ya que claramente no éramos las únicas que estábamos allí

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Fuimos a una parte donde no había nadie ya que claramente no éramos las únicas que estábamos allí.
Nos sentamos en una piedra grande y apoyé mi cabeza en si hombro:

-Me encanta, no creí que fuera así, ni menos de noche. Sinceramente creí que ni dejaban entrar.-Dije.

-Esto no está restringido, solo vigilado por si hacen algo, tipo incendio y cosa así.-Acariciaba mi antebrazo.

Nos quedamos en silencio un rato viendo aquello, acto seguido noté como me miraba, así que le devolví la mirada y me puse a su altura permitiendo que pudiera besarme. Acaricié suavemente su mandíbula mientras ella entrelazaba mi otra mano con la suya, nos besábamos lentamente y yo intentaba ser lo más delicada para no ser tan lanzada besándole.

Nos miramos a los ojos y me abrazó repentinamente, acto seguido dijo:

-Hacía mucho que alguien no me hacía feliz.

Aquello me llamó la atención, ¿tuvo más aparte de yo? Solo había una forma de averiguarlo, así que le pregunté con voz suave:

-¿Estuviste con varios más aparte de mí?

Su rostro pasó de esbozar una sonrisa a quedarse completamente seria, dejé de acariciar su antebrazo y reaccionó:

-Hubo uno más, a los 22. Se llamaba Daniel y era Valenciano. Lo conocí en una de las clases de medicina, era un buen chaval como amigo, se preocupaba, hacía reír y no daba guerra, ¿y quién no quiere un amigo así?-Abrazó sus piernas.-Pues yo caí en su trampa, poco a poco quedaba con él todos los días, planeábamos todo juntos y lo hacíamos todo juntos, llegamos a ser mejores amigos y aunque no era una relación se veía claramente lo feliz que me hacía, era como un hermano. En solo un año consiguió hacer lo que nadie hizo conmigo, hacerme feliz. Pero luego se marchó si decirme nada, solo dejó un mensaje diciendo "Me he cansado, eres una chica muy amigable y estás como un tren, pero no quiero dañarte. Lo siento".-Miró a las cataratas y sonrío.-Pero siempre me he preguntado si él tenía miedo de que yo me enamorase de él o viceversa, y si era así el por qué no lo habló tranquilamente. Pero ya da igual, han pasado cinco años y no pensé en él hasta ahora.-Me comenzaba a sentir mal, pero no físicamente.

-Blanca, yo... Lo siento, no quería entristecerte. -Dije.

-¿Qué?¿Entristecerme yo por él? No, en realidad fue lo mejor, pude centrarme más en mí y ser lo que soy hoy en día. Realmente agradezco que se hubiera marchado.-Dijo sonriéndome y cogiendo mi mano.-¿Volvemos a casa?

Asentí y tranquilamente nos marchamos.
No sabía que Blanca tuviera un pasado triste, o con gran parte triste, siempre le veía sonriendo y optimista, reflejando estar feliz, y claro está que todo el mundo quiere ser feliz y lo intentan, pero tenía que conocer más a Blanca y saber más de ella ya que ella me conocía mucho más a mí que yo misma sin saber como. Quizás era por el tiempo en el instituto, el tiempo juntas, las veces que lloraba, no sé, algo sería.

-¿Qué haremos mañana?-Le pregunté mientras me cambiaba de ropa.

-Mañana..... Mañana.....-Dijo pensativa.-¿Qué te gustaría hacer?-Preguntó.

Esta podía ser mi oportunidad de conocerla más, no sobre sus gusto y tal ya que lo sabía más o menos, sino de ella, de su vida.

-Podríamos hablar tranquilamente, no sé, un día tranquilo hablando solo tú y yo.-Dije justo a su lado y mirándole algo seductora.

-¿Hablar u otra cosa granuja? -Preguntó sosteniendo mi mandíbula con su índice.

-Hablar a secas, sacando a los perros así aprovechamos del buen tiempo que hará mañana.-Respondí.

-¿Cómo sabes que mañana hará buen tiempo?-Preguntó.

-No lo sé, solo lo digo haber si cuela.-Sonreímos.

-Imbécil.-Me besó.

-Yo también te quiero.-Dije devolviéndole el beso y aprovechando para quedarme dormida mientras le abrazaba.

No Todas Son Profesoras 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora