Me exigía una vida mejor
sin querer pensarlo dos veces.Tenía el miedo hasta las pestañas,
de intentarlo de nuevo y fracasar.
De volver a perder,
y quedarme sin nada.
He intentado no tener miedo,
me jode echarme para atrás.
Me jode.
Pero me lleno de calma,
del humo del tabaco
a las tres de la tarde.
Y así, paso mis solitarias noches
con el bullicio colgado en mi espalda.
Sin querer, sin querernos.
Quiero gritarlo al viento: "¡Estoy vivo, joder!"
No me he rendido, pero ni yo, me lo creo.
Termino con un nudo inexorablemente
en el estomago. Con una sensación a vomito
del malo; sin poesía.
¿Así es la vida sin amor?
Una rutinaria mañana
donde preferiría pegarme un tiro,
que seguir respirando soledades ajenas.
Si, me lleno de la mierda de la gente,
y lo peor de todo,
es que lo disfruto:
disfruto de las soledades a distancia.
De las cosas a medias,
y de todo lo que nunca podría tener.
Disfruto, de ser nada, y serlo todo.