La mierda de siempre

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El sabor a whisky terminaba
por saberme más a ti, que a el.
Me había muerto tantas veces,
que olvide lo frágil y expuestos
que estamos al mundo.

Fuimos cuchillas para heridas
abiertas. Soledades
para la gente muerta.
así como yo.


Me había muerto mucho
antes de haber cobrado
consciencia.


Nos llenamos de la mierda
ajena, y en la brutalidad
de querernos salvar,
nos hundimos
y arrastramos
a las personas que queremos,
porque somos almas egoístas
y heridas que sangran
al compás de la lluvia.


Nos encanta destruirnos
por cuerpos
y piernas de alfiler.


No soy diferente al resto.
No eres diferente a mí.
Somos quienes somos,
nos guste, o no.

De nuevo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora