Pienso en ti, cada puto minuto

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¿Recuerdas cuando solías llevarte las manos entre las piernas? Las deslizabas con cariño, cuidando que la oscuridad, no se escurriera entre el vestido, y el miedo de no tenerte después. Solías decirme que te encantaba quitarte la ropa, y posteriormente, desnudarte el alma por completo, y entregarte... ¡Entregarte de verdad! Entregarte entera, con el ombligo descubierto, y los lunares boca arriba. En un juego entre las ganas, y el sentimiento a vacío que deja el sexo sin amor.

¿Recuerdas cuando solías salirte de casa? Tenías los labios borrachos, con ganas versarlo todo, en un baile cósmico, con polvo de luna, y pólvora en tus zapatos. Tenías un poco de verde en el azul de tus ojos. Un poquito de lujuria, mezclada con la saliva de tus labios, que terminaba por chorrearse, por toda tú columna vertebral. Pero más allá de tú belleza; en lo profundo de tus pensamientos, siempre estabas esparcida en tantos pedacitos de "TE QUIERO", que al final, perdieron su verdad. Ya no sabías, si alguna vez quisiste tanto, o fueron simples pedacitos que tirabas al azar, contando los kilómetros.

¿Recuerdas cuando llorabas sin filtros, y lo llenabas con tus excusas de que el querer era prisión? Cuando lo único que quería era quererte con desprendimiento; sin intención de posesión, y ninguna otra pretensión. Con todos los pedacitos de mí. Aunque no eran muchos, eran tuyos.

Dime, ¿Acaso nos recuerdas? Las horas juntos, llenándonos del mundo, caminando de puntillas, con los pies descalzos, y la mirada en la misma dirección. Eras perfectamente imperfecta, con tus pómulos altos, con tú cabello alborotado, con tus ganas hasta el suelo, y ese olor a cigarrillos que dejabas debajo de las sabanas.

Te quería demasiado, por favor recuérdalo. Te extraño cada puto minuto del día.

 

De nuevo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora