-¡...tate! -¿Qué? Escucho un eco. No... no distingo... ¿Qué sucede? Veo todo borroso y no siento mi brazo derecho. Me zumban los oídos. Estoy en el suelo. -¡...me ...jes... favo... Abre los...! –No puedo reconocer esa voz. Escucho ecos. Gritos. Veo sombras y siento el suelo con mi cuerpo y la tierra sobre mí, ensuciando mi cara y ropa. -...!Porfavorlevantatenomeabandones! –Mis oídos dejan de zumbar. Los ecos ya no son ecos. Escucho con claridad que es Nayeli quien me habla. -¡Jimmy!

-Me levanto. La parte superior de mi brazo arde como el diablo. Estoy aturdido por... Sea lo que haya... entonces lo veo a lo lejos. Es él. El hombre en llamas. Y puedo recordarlo todo. Y parece que me estoy adelantando un poco.

Habían pasado ya cuatro días desde aquel incidente. Salíamos en grupos no solo para buscar alimentos y gente, sino para encontrar a Luis, si es que seguía vivo.

En esos días, sólo encontramos a 3 mujeres y dos hombres que viajaban juntos hacia Nueva York, según su historia. Víctor, el líder de ese pequeño grupo, tenía planeado iniciar un nuevo negocio junto a sus amigos allá. Querían iniciar un restaurante en un local que su tío había dejado para él. Jennifer, su novia, y su mejor amiga, Rebeca, preparaban muy buenos estofados y otros alimentos. El hermano de Rebeca, Thomas y su novia Samanta, serían los meseros. Claro que iban a necesitar más que 5 para hacer que funcionara. Había más gente esperando allá para comenzar junto con ellos el negocio, pero nunca lo lograron una vez que esto inició.

Se incorporaron al grupo muy rápido. Aceptaron el entrenamiento para que pudieran defenderse cada vez que salían del refugio. Jennifer y Rebeca ayudaban más que anda en la cocina para preparar alimentos para los necesitados y los demás. Pienso que su restaurante habría sido un éxito.

Hoy, Robert de nuevo me asignó para salir junto con Nayeli y Leo, pero decidió que hoy, más nos acompañarían Rebeca y Thomas para enseñarles lo que se debe hacer cuando salimos. Hoy, nuestra prioridad eran medicamentos y más ropa. En especial para los recién llegados, quienes tan solo llevaban 3 juegos de ropa para el viaje.

La ruta de hoy fue la misma a la que fuimos cuando nos encontramos a Erick y Andrea. Debía ser el primero en bajar, ya que el resto no me acompañaba la última vez que llegamos.

-Yo conozco a estas personas. –Les dije, aunque no estaban a la vista. –Bajaré y les avisaré a lo que vinimos. Confiarán en mí.

Bajé del auto y caminé lentamente, mirando hacia los arbustos, pues ahí era donde se escondían al parecer. -¿Hola? –Dijo con voz alta. Tuve mi arma lista en caso de ver a un zombi, pero seguía tan calmado como la última vez. Claro, encontramos zombis, pero no había tantos como para rodearnos. -¿Erick? ¿Andrea? Soy Jimmy. ¿Me recuerdan? –Pregunté, pero no hubo respuestas. Esperaba que nada malo les hubiera ocurrido. Tan solo esperé que estuvieran dormidos o hubieran viajado a algún lugar lejos, quizá. Les hice una señal a los chicos para que bajaran del auto. –Necesitamos medicamentos y ropa. Tomaremos algo, no mucho, ¿De acuerdo? Espero no les moleste. Espero que me escuchen.

Entramos todos al mercado, pero esa sensación no me lo permitió. Me preocupó que algo les hubiera sucedido. -No, chicos, deténganse. Tenemos que ver qué sucede. –Les dije. Ellos guardaron silencio, pero luego aceptaron. Caminamos alrededor, pero no vimos a nadie cerca hasta que escuchamos un grito.

-Proviene de allá. –Dijo Leo, apuntando hacia un callejón. Corrimos para ver de quién era el grito. Supuse que era de Erick, porque era un grito masculino, pero fue demasiado tarde. Cuando llegamos, nos encontramos con un grupo de zombis que devoraba un cuerpo caído.

-Debemos actuar. –Dijo Leo. –Antes de que vean que estamos aquí. –Él saca su arma con silenciador y a lo lejos, les dispara a cada uno y caen uno sobre otro, encima del cuerpo que devoraban. Me acerqué para observar el cuerpo y en ese momento, me sentí aliviado de ver que no era Erick. Aún así, era lamentable encontrar a alguien que no pudo sobrevivir.

-No. –Dijo Nayeli, cuando vio el cuerpo. –Oh dios mío, están aquí. –Dijo muy asustada.

-¿Qué? –Pregunté. -¿Quiénes?

-Los ex convictos.

-¿Cómo lo sabes? –Preguntó Leo.

-Ese hombre lleva el uniforme de la prisión. El mismo que llevaban cuando nos atacaron. Está tan manchada de sangre negra, pero aún puedo reconocer... -Entonces, fue interrumpida luego de escuchar un disparo. Rápidamente, sus brazos se volvieron azules y volteó a todos lados e intentó identificar de dónde provenía el sonido.

-...Jimmy. –Dijo leo. Entonces se puso de rotillas. Gotas de sangre comenzaron a gotear de su pecho y colapsó.

-¡Leo! –Exclamé. Intenté todo lo que pude. Quise hacerlo reaccionar. -¡No, Leo, no por favor! –Me di cuenta entonces que fue demasiado tarde. Ya no tenía pulso.

-¡Por allá! -Exclamó Rebeca y luego dio 4 disparos hacia unos arbustos.

-¡Espera! –Grité. Corrí hacia los arbustos, creyendo que habría disparado a Andrea o a Erick, pero era un hombre con un rifle. El hombre estaba en el suelo, con un orificio en el cráneo. Rebeca logró dispararle al hombre que asesinó a Leo.

-¡Corran! –Exclamó una mujer. Andrea. Ella corrió hacia nosotros y entonces todos corrimos hacia la camioneta.

-¿Qué fue lo que sucedió, Andrea? –Dije, alterado.

-Unos hombres... llegaron. Mataron a Erick. Un hombre envuelto en llamas derritió su cuerpo. Me tenían atada a un árbol en un campamento que establecieron por allá. –Dijo, señalando a los arbustos, donde comenzaba el bosque. Nayeli tenía razón. Eran ellos.

Cuando encendí el auto, lo vi. El hombre en llamas. Pero no nos atacó. Nos dejó ir. Seguro estaría por seguirnos. No había de otra, pues tuvimos que regresar con Andrea al refugio y preparar al resto para la invasión.

Llegamos todos y entramos al refugio. Muy ansioso, corrí en busca de Alex o Robert para avisarles de la llegada de los ex convictos que nos atacarían. En especial a Bryan y Steve. Luis ya no estaba en el lugar. También vendrían por Robert y Nayeli porque los atacaron y juraron venganza.

En cuanto arribé con Robert, escuché una explosión. Una granada que cayó fuera de la reja como advertencia. Los soldados y la gente se formaron para preparar sus armas. 4 autos y un camión de carga acercarse a la reja. El camión venía en reversa hacia la reja.

Un hombre bajó del camión y entonces se prendió en llamas. Era él. -¡Bryan! –Exclamó. -¡Steve! ¡Luis! Ustedes y todos los que están dentro van a morir. –Dijo. Luego derritió con sus manos una parte de la reja, pero las balas que Sam le disparaba hacían que se tardara más. El calor en él era tan intenso que las balas se derretían. Lanzó una bola hacia él y deshizo su cabeza. El cuerpo de Sam cae de rodillas, tambaleando. Robert gritó para agrupar a las personas. Entonces Valeria apareció y se elevó para reunir energía y entonces dirigió un rayo hacia él, pero nada le hizo daño. El calor en su cuerpo se intensificó y no hubo más que una explosión que dañó por completo la reja y parte del camión de carga. Entonces fue cuando desperté. La explosión me había golpeado a mí también. Lo que más me dolía era el brazo derecho... pero me di cuenta por qué. La explosión deshizo mi brazo.

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Apocalipsis MutanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora