Apocalipsis Mutante

30

El hombre en llamas. El Hombre de hielo. El velocista... Y Bianca. Ellos entran, pero ninguno avanza. La cantidad de hombres que vienen tras ellos aumenta cada vez más. Observo a Nayeli, con lágrimas en sus ojos, viendo que sigue con vida. Llena de cicatrices. Ella también fue infectada por mordidas y rasguños como le pasó a Steve. De sus labios escurre un poco de sangre oscura, pero la escupe y se limpia. -¡Quiero que aquellos que me dejaron caer, salgan, antes que mate a los refugiados! –Grita Bianca. Ambos, Robert y Nayeli quedan impactados por lo que dice, además de darse cuenta que sigue con vida.

Entonces, ella saca un cuchillo puntiagudo, tan largo como su antebrazo y desaparece al instante. Al volver, tiene a un hombre anciano, muy delgado de unos 68 años de edad. El señor Remy Jackson, quien llegó aquí antes que nosotros. Sin darnos cuenta, ya estaba sangrando en el suelo. El cuchillo que Bianca sostenía atravesó su pecho sin que nos diéramos cuenta. Nadie sale. Robert nos pide que nos calmemos y prepara al resto de los soldados para que disparen. -¡¿Tengo que ir por un niño para que salgan?!- Grita Bianca. Es ahí cuando Frida deja escapar un grito. Su hermano intenta calmarla. Robert grita y le ordena a Steve que abra un orificio, como una puerta, para que él pueda salir.

En ese momento que hace la puerta, Robert sale corriendo, pero hace una señal para que la vuelva a sellar. Trae consigo un rifle y comienza a disparar. Ella esquiva las balas, excepto una que golpea su hombro izquierdo. -¡Me lleva la chingada! –Exclama ella, sosteniéndose el hombro, pero corre hacia él y le quita el arma. Es más rápida que antes y ni siquiera lleva los audífonos puestos. Las mordidas también aumentaron sus poderes, pero quizá fueron demasiadas. Tantas que también manipulan sus pensamientos.

Busca venganza porque Robert, Nayeli e Iván la abandonaron. La dieron por muerta. Ella le da un puñetazo y lo deja inconsciente. -¡Faltan dos! –Exclama, refiriéndose a Nayeli e Iván. Ambos intercambian miradas y le piden a Steve que abra la puerta de nuevo. Pero yo impido que salga. –No hagas esto. –Le ruego.

-No voy a dejar que mate a los inocentes. ¡Viste lo que le hizo al señor Jackson! –Dice ella.

-No, por favor, no. No puedo permitirlo. ¡No lo hagas, te amo!

-Yo también. –Dice y luego me golpea para que me aleje de ella. El golpe fue tan rápido que logró salir junto con Iván. Steve sella el muro de nuevo.

-¡No! –Exclamo. –Steve, sácame. -¡Te lo imploro!

-No ahora.

-¡Va a matarlos! –Exclamo. -¡Por favor! –Las lágrimas comienzan a salir de mis ojos y empiezo a sollozar. Veo por la ventana. Ellos salen con las manos en alto, pero Bianca corre hacia ellos y también los deja noqueados. Tomo el arma de Peter y comienzo a disparar por la ventana. Una de las balas le da al hombre de hielo, pero funcionó como advertencia para Bianca, pues ella vuelve a sacar su cuchillo y comienza a hacerlas rebotar, usando sus habilidades de velocidad.

Entonces el hombre en llamas apunta hacia donde están los refugiados y los hombres corren hacia allá para tomarlos como rehenes.

-Bien, a la cuenta de 3 –Dice Steve. –Abriré el muro de nuevo. Todos salen y disparan. Eso sí que ya no lo vamos a permitir.

Todos preparan sus armas. Valeria recarga después de levantarse, pero se mantiene controlada para no freírnos adentro.

-¡1, 2, 3! –Exclama Steve. -¡Ya, ya, ya! -Todos salimos. Los ex convictos no tienen armas de fuego. Una ventaja considerando que son más. Habrán creído que no las necesitaban si los mutantes atacaban. Yo sujeto mi pistola, aunque no muy bien. Observo como todos pelean para defender su refugio. Su único hogar. Algunos disparan. Otros atacan directamente y algunos caen en el suelo, muertos. Andrea toma un arma del suelo y comienza a dispararle al hombre en llamas, quien está en el centro de todo. Las balas se derriten.