Perdiendote » Dylan O'brien

Capítulo 2 | Dylan

─¡Como siempre, iniciando con el pie izquierdo el nuevo curso! ─escucho a mi madre gritar del otro lado de la puerta. ─Si no te levantas y bajas en 30 minutos, olvídate de que haga el pago de tu departamento. ¡¿Escuchaste Dylan?! ─y ahí estaba su amenaza.

Demonios.

Odio la universidad pero, no puedo quejarme. La única responsabilidad que tengo con mis padres es la de terminar una estúpida carrera, sólo así seguirían pagando mis gustos y necesidades, al menos por los siguientes meses en lo que completaba para comprarme mi propio departamento. No dejaba de ser dinero de mis padres con el que lo pagaría, pero al menos así también le evitaría a mi madre los gastos de renta de un departamento temporal para mi último año.

─Dylan, te quedan 15 minutos y contando ─habla de nuevo mi mamá.

─Ya voy, me estoy terminando de vestir ─miento.

Ni siquiera me había movido de mi lugar, seguía con la cabeza entre las cobijas y almohadas.

A cuestas me levanto, enciendo mi laptop y busco entre mis canciones "Stressed Out" de TØP para darle a play. Necesitaba animarme y la música ayudaba a que mi humor fuera bueno. ¿Y a quién no?

Tomo una ducha rápida —eso sí, a conciencia—, para luego salir y vestirme a prisa. Arrojo mis carpetas y libros que necesitaré para hoy dentro de mi mochila, así mismo mi celular y billetera dentro de los bolsillos traseros de mis jeans. Bajo a prisa y tomo mis llaves del tablero cerca de la entrada para alcanzar a mi papá que ya está afuera esperándome.

─¿Qué hacemos aquí? ─pregunto cuando me doy cuenta de que estamos en el estacionamiento del enorme edificio donde él trabaja.

Él me ignora y se dirige al asiento trasero para tomar su portafolio, frunzo mi ceño porque no comprendo que pretende.

─Tiene tres meses de uso, básicamente está nuevo, cuídalo porque es el único auto que seguro tendrás en toda tu vida ─me dice.

Hago una mueca por su comentario.

─Dirás que el único auto por parte de ustedes ─le digo.

Suelta una carcajada y yo me uno a él.

─Ve con cuidado ─se despide.

Llego a la universidad a la que asisto. La NYU (New York University), la cual es una de las cinco más prestigiosas y caras de la ciudad. Estaciono en el primer lugar vacío que veo, no hay tiempo de escoger cuando mi clase empieza en menos de cinco minutos.

Avanzo a prisa hacia el aula que corresponde a mi primera clase, en el camino ignoro a mis amigos y a una que otra chica que intenta coquetear conmigo, en otros momentos probablemente me hubiera detenido, pero ahora en verdad me urge llegar a tiempo.

─Buenos días profesora Kavanagh, ¿me permite pasar?

La mujer frente a mí —posiblemente de unos cincuenta años—, me mira por sobre sus anteojos, sé que me va a negar la entrada, odia la impuntualidad, en verdad toma muy en serio su trabajo.

─Adelante O'brien, primera y última ─habla autoritaria. ─Bien, iremos despacio esta semana, conocen las reglas ─dice mientras acomoda sus anteojos. Toma una pila de papeles de su escritorio para dejarlos donde Beatrice que ocupa el primer puesto cerca de la entrada. ─Repártelos  ─añade.

Sobrevivo a las primeras cuatro clases y agradezco al cielo que es hora de un descanso porque muero de hambre.

─¡Eh, tú! ─gritan a mis espaldas y miro por encima de mi hombro. ─Maldito, ¿por qué me has ignorado esta mañana?