Capítulo 4 | Dylan

1.3K 66 7
                                    

—¿Qué haremos éste fin? —pregunta Nate.

—Pregunta eso el viernes, apenas es miércoles. Además, aunque quisiéramos hacer planes, nos salen mejor las cosas improvisadas —habla Serge.

—Completamente de acuerdo contigo —apoya Sierra.

—Odio la lluvia —suelto de repente.

—Nadie está hablando de eso Dylan —se queja Mero en broma.

Me giró a ella y la miro un tanto molesto.

—Yo iba a hacerlo pero has abierto la bocota, gracias —respondo tajante.

Me levanto de la mesa empujando la silla donde segundos antes estaba sentado y la arrojo lejos haciéndome camino fuera de la cafetería.

En verdad estoy enojado, pero no con ellos, si no conmigo mismo. Sé que no debí usar ese tono de voz contra Mero ni ignorarlos toda la mañana pero, me siento tan mal, ni yo mismo sé que me sucede.

Y es que como si fuera una broma o casualidad de la vida, la respuesta aparece frente a mí en la pequeña chica de 1.60m por lo que puedo calcular.

Ella está riendo de algo que le ha dicho el moreno a su lado, que por lo que puedo notar le ha parecido bastante gracioso.

Mi enojo por ser tan ingenuo ayer sólo aumenta con la escena enfrente mío, y aunque sé de entrada que nadie más que yo tiene la culpa por sacar conclusiones ayer —en mi opinión, demasiado apresuradas—, no puedo evitar sentirme algo enfadado con la castaña.

Me retiró de ahí al lado contrario de ellos yendo así a mi siguiente y última clase, mientras más rápido, mejor. No soporto estar mucho tiempo más en la Universidad.

El profesor Adam me céde paso para después entrar detrás de mí y dar inicio a su clase.

Visualizo a Nate en su sitio, no tengo cara para sentarme a lado de él como siempre, no después de haberme comportado de una manera estúpida con ellos, así que decido sentarme en la primera fila.

—Bien chicos, ya pueden descansar, nos vemos la siguiente clase —se despide el profesor y sale del aula dando por concluido mi día de igual forma.

Camino a prisa hasta mi casillero, sacando y metiendo libros, carpetas y apuntes entre otras cosas, así quedándome con lo único que utilizaré para realizar mis trabajos de mañana.

—Oye, Dylan —es Nathan. Lo ignoro, pero al instante me arrepiento y lo miro por encima de mi hombro. —No estamos enojados contigo, si eso te hace sentir mejor, entendemos que no fue tu día —se sincera. —Llegaste ésta mañana echando humo por las orejas. ¿Has discutido con tus padres?

No quiero admitir que en realidad todo el maldito coraje se debe a una chica, y no porque vaya a burlarse, si no porque me sentiría más estúpido de lo que ya me siento.

—Algo así —miento. Una mentira piadosa no daña a nadie. —Lo siento, ¿puedo invitarlos a comer para disculparme?

—Suena bien pero, las chicas ya hicieron planes con Serge, podemos ir tú y yo.

—¿Ya se han ido? —pregunto con el ceño fruncido, lo único que quiero es disculparme con Mero.

—Ya, ellos salieron una hora antes hoy, se fueron terminando el segundo descanso.

Asiento mientras paso mis dedos entre mi cabello.

—Tranquilo, somos tú y yo, como siempre —dice riendo.

Perdiendote » Dylan O'brienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora