Capítulo 13 | Daria

713 49 4
                                    


Tenía la nariz entumida y helada, mi boca estaba seca, y los párpados me pesaban como si de dos rocas se tratasen, mi cuerpo estaba cansado y mi respiración entrecortada era pésima.

Pero aquí estaba en el departamento de Dylan, aquí en el centro de su sala besándole como si de eso dependiera mi vida.

Aquí entre sus brazos pegada a su pecho sintiéndome protegida; con miedo, pero al fin y al cabo aferrándome a él, confiando en él porque en mí misma ya no podía. No ahora.

Recuerdo haber corrido desde las gradas donde Sierra me habló —cosa que se me hizo extraña—, hasta el baño de chicas porque ya sentía el líquido medio espeso saliendo de mi nariz.

Me enjuague lo más rápido posible y mojé mi cara varias veces para no hacer notable el hecho de que lo había hecho de nuevo.

Pero es claro que fallé en el intento.

Al abrir mi bolso y sacar mis cosas para llegar a aquella pequeña bolsita entre mi maquillaje y poder vaciarla en el inodoro, fue cuando perdí el control y caí al suelo. Todo mi cuerpo me pesaba y se me complicaba respirar.

Entonces llegó él, sabía que llegaría, lo había visto correr hacía mí antes de perderme en el baño.

Lo odié, odié que me viera de ésta manera. Tan vulnerable.

No era una sobredosis claro estaba, porque de ser así no estaría aquí con él en éste momento —y por decir aquí, me refiero a su departamento y no al hospital.

La doctora que me estaba revisando cuando él fue por mi mochila me preguntó qué me había sucedido, ¿y saben qué dije? Qué me había golpeado con mi casillero al abrirlo, ya que al parecer estaba atorado.

Vaya mentira más estúpida .

—¿Estás mejor ahora? —pregunta tomando mi rostro entre sus manos.

—Lo estoy, gracias.

—No agradezcas, ya te dije que me importas y créeme cuando te digo que haría cualquier cosa por ti.

—Nunca antes has dicho eso —digo, porque es verdad. Al menos no que yo recuerde.

—Bueno, entonces te lo digo ahora —me sonríe. —¿Quieres comer algo?

—En realidad quisiera dormir un poco —digo avergonzada.

He hecho tremendo drama por una escenita, que a decir verdad también fue mi culpa, así que sentirme de tal manera era de esperarse.

—Entonces vamos —dice tendiéndome su mano para que la tome. —Vamos a descansar un par de horas y luego pedimos algo para comer, te llevaré más tarde a tu casa.

Así que tomo su mano para que él nos arrastre de nuevo a su habitación.

—Puedes ponerte la ropa de nuevo, te sentirás más cómoda —me extiende el suéter que he dejado antes en el baño.

Retiro mis viejos jeans y le doy la espalda para quitarme la camiseta y el brassier que está algo húmedo aún para ponerme a prisa el suéter de él.

—Ven, descansa un poco —habla y palmea el espacio vacío en la cama.

Me acuesto a su lado pero no es suficiente, así que me acurruco mucho más hacia él, más hasta quedar pegada contra su pecho.

—¿Puedo decirte algo? —pregunta y asiento. —Te ves horrible —dice y ríe.

Me limito a golpear su hombro, es un idiota.

—¿Y sabes qué es lo mejor?

—¿Lo mejor? —estoy confundida.

—Sí, lo mejor —repite y niego. —Lo mejor es que así me gustas.

Perdiendote » Dylan O'brienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora