Capítulo 25| Daria

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Llevaba al menos veinte minutos en la habitación, yendo de un lado a otro o dando vueltas en círculos. Si tenía que ser honesta —y a juzgar por el aspecto de Isabelle—, sabía que eso solo significaba una cosa, y dadas las circunstancias y mi posición, sólo me quedaba una opción.

—¿A dónde crees que vas? —cuestiona detrás de mí. Me giro hacia él, tiene las cejas ligeramente elevadas.

—No lo sé, ¿a dónde crees tú que voy? —pregunto y lo veo tensar la mandíbula.

—Estás loca si crees que te permitiré volver con Aarón —dice serio. —Te juro...

—Y tú estás loco si crees que voy a quedarme aquí contigo y con ella bajo el mismo techo —le corto abruptamente.

—Solo será por hoy, no tiene dónde quedarse.

—Era obvio que iba a quedarse —confirmo. —Pero yo no... —tomo el pequeño bolso que he improvisado de la cama y me vuelvo a él de nuevo— ...y no es reclamo Dylan, es tu departamento y se queda quién tú quieres...

—Quién quiero que se quede no. ¡Mírate! Te estás yendo —me interrumpe.

—Es incómodo para mí, nunca le he agradado a ella —intento esbozar una sonrisa pero seguro se ha quedado en una mueca. —No me pidas que me quede, no lo haré, llámame cuando se haya marchado, no importa si es mañana o en una semana, ¿de acuerdo? —digo, le acaricio la mejilla y le regalo una sonrisa para tranquilizarle.

En otro caso, estoy segura de que cualquiera en mi lugar no dejaría a su chico con la amiga del mismo —sobre todo si ella está enamorada de él —, pero si algo puedo apostar, es que confío plenamente en él.

—¿Dónde vas a quedarte? —pregunta. —Al menos déjame llevarte.

—Te diría que con mi madre pero te mentiría, viene Ezra por mí, me quedaré en casa de Lo, sus padres salieron de la ciudad así que no hay problema.

—Llámame cuando llegues, por favor —luego besa con dulzura mi frente. —Llámame por cualquier cosa, incluso si solo es para decirme que me extrañas —dice con un tinte de voz juguetón.

—Cursi —le digo riendo, luego me acerco para darle un beso de los labios —me voy.

Salgo de la habitación, camino por el pasillo hasta la sala y me encuentro con Mero, Dylan viene detrás de mí y una vez que estamos en la puerta, toma mi saco del perchero para ponérmelo.

Una vez más, me besa y trato de que sea lo más rápido posible, tampoco soy una maldita como para restregarle a Mero que soy yo la que está con Dylan y no ella.

—Solo será por esta noche, Daria.

Pienso que las palabras pertenecen al chico a mi lado, pero no.

Son de la chica con el rostro rojo y empapado por sus mismas lágrimas, de la pelinegra que tiene abrazadas sus rodillas contra su pecho, son de la amiga que seguramente dormirá en la cama que comparto con Dylan y no en el sofá en el que está ahora.

Entonces me detengo.

No puedo permitirle a mis pensamientos que jueguen conmigo de esta manera, no puedo ponerme paranoica e imaginar miles de escenarios que podrían ocurrir en mi ausencia. No ahora.

Confío en él —me repito de nuevo.

—No es mi departamento Isabelle —insisto en remarcar —así que no es a mí a quién debes decirle ello —y sin decir una palabra más, salgo de ahí.

—¿A dónde vamos entonces? —pregunta el moreno a mi lado.

Perdiendote » Dylan O'brienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora