Capítulo 32 | Dylan

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CAPÍTULO FINAL

Cuando llegamos al hospital no recibimos ningún tipo de información por parte de los doctores sobre el estado de Daria.

La única persona que nos contó lo que había ocurrido, fue Emma. La encontramos llorando en un rincón de la sala de espera.

Se sentía culpable por ser ella la que le había dicho lo de su padre a mi novia, nos dijo que ella lo sabía porque había escuchado a la misma madre de Daria hablarlo por teléfono con alguien más, un día que fue a almorzar a su restaurante.

Mencionó que Daria le había pedido que la acompañara, ya que Ezra iba a llevarla hasta la puerta de la casa de su padre y que sin duda necesitaría apoyo.

Contó con detalle todo lo que hicieron desde que salieron del departamento, hasta el momento del accidente.

Daria había pedido volver a casa de Aarón, dice Emma que la vió beber un buen tanto de una botella de vodka, para luego buscar a Aarón y encerrarse en el cuarto del mismo.

Lo último lo dice sin mirarme.

No puede ser posible, ella no pudo.

—No estoy segura de que es lo que hayan hecho dentro —dijo, haciendo un intento de abrazarse a sí misma. —Cuando salieron, la mire diferente, le dije que era hora de irnos pero se negó, fue entonces cuando bebió un último vaso —que vaya a saber que tenía —que le dió Aarón, después volvió con Ezra para pedirle que fueran a dar una vuelta en la camioneta, Aarón se interpuso y dijo que ella necesitaba dormir, que él la cuidaría, pero lo ignoraron así como a mí y salieron corriendo los dos. Ví la camioneta avanzar y me propuse alcanzarlos, así que subí a prisa a mi coche para seguirlos —hace una pausa para limpiar sus lágrimas.  —Iban muy rápido y yo apenas y podía seguirles el paso, los perdí cuando doblaron en una avenida, yo respeté el semáforo pero ellos no, se siguieron de largo. Cuando volví a poner en marcha mi coche por dónde ellos se habían ido, me llevé la sopresa de ver a lo lejos dos coches. Estaba lloviendo fuerte y conforme me iba acercando, reconocí la camioneta, entonces me apresuré para llegar a ellos al mismo que pedía una ambulancia —niega, un par de lágrimas vuelven a aparecer en su rostro.

La madre de Daria tiene una mano cubriendo su boca y también llora. ¿Y yo? Yo sólo consigo gritarlo: estoy perdiéndote.

—La encontré tirada en la parte de enfrente de la camioneta, tenía varios cortes, había un rastro de sangre como si se hubiera intentado arrastrar... Y-yo giré mi vista, entonces vi a su primo. Yo...yo de verdad.... Lo siento mucho... —y eso fue lo último que dijo porque le fue imposible continuar.

Zara llamó a su ex esposo para preguntarle que le había dicho a su hija para esta decidiéra beber y posiblemente drogarse.

Porque aún cuando Emma no dijo eso —y aunque me doliera admitirlo—, estábamos seguros de que en un arranque de enojo, mi novia había decidido hacerlo como vía de escape. ¿Qué más iba a pedirle a Aarón en su cuarto?

Y me dolía, la decepción lo hacía, pero no se comparaba al dolor de pérdida.

Menos de una hora más tarde, tuvimos en frente a la persona a la que se aferraba Daria, nada más y nada menos que al señor Rosentock.

La mamá de Daria le exigió que se fuera, pero el se negó diciendo que también era su hija.

Vaya, se acordaba ahora que era su hija.

Empezaron a discutir, y si no fuera por la enferma que les pidió que guarden silencio, recordándoles también que estaban en un hospital, ellos hubieran seguido.

Perdiendote » Dylan O'brienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora