Capítulo 27 |Daria

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Había comprado un departamento, no era realmente algo que estaba en mis planes a corto plazo, pero era sin duda necesario.

Tampoco me precipité con la compra, estuve checando varias opciones en compañía de Lo, Charlie y mi primo Ezra, este último me había pedido que le rentara una de las dos habitaciones. La razón era porque ya quería dejar de darle lata a mi madre y a Daniel, siendo honesta sabía que no era realmente por eso, claramente ocultaba el verdadero motivo, así que seguía pensando si era buena idea tenderle una mano, después de todo el dinero era algo que ahora me faltaba.

El departamento estaba situado casi enfrente de la cafetería dónde solía ir a escribir cuando llegué a Nueva York, la misma donde Dylan irrumpió mi lluvia de pensamientos que no pude plasmar si no hasta varios días después.

El lado malo de la situación es que me había quedado básicamente en cero. Pagar el departamento me costó el dinero que me había dado Daniel para mis estudios y renta, también mis ahorros de años, si mi madre no me hubiera ayudado con el resto, en definitiva estaría de nuevo viviendo bajo su techo ahora mismo.

Era obvio que tendría que buscar un trabajo para sustentarme y así poder ahorrar y pagarme lo que quedaba de la carrera.

Otra de la cosas que también hice, fue buscar un grupo de ayuda. Aceptar la realidad fue —si soy honesta—, un punto medio entre lo complicado y lo sencillo.

Al final me había liberado de una carga pesada.

Estaba decidida a darle un rumbo diferente a mi vida. Lo hacía por mí en la mayor parte, pero también lo hacía por mi familia, por Dylan y por mis amigos —al menos los únicos que podía contar con una sola mano.

Si quería "empezar de cero", tenía que hacer las cosas bien y no dejar nada a medias.

Lo primero que hice entonces, fue confiar, no solo en mí, si no también en la gente a mi alrededor. No podía asegurar que no iban a dañarme en algún momento, pero de lo que si estaba segura, es que no iban a abandonarme ahora.

Tenía que dejarme caer de espaldas y confiar ciegamente en que los que me querían y querían verme bien, no iban a dejarme caer, no en este momento.

Así que mi semana se redujo a eso, y pedirle a Dylan que no me buscara. Necesitaba aclarar mis ideas, y una de ellas fue llevar la fiesta en paz y por fin —en el buen sentido—, con Daniel y sus hijos, mi familia.

Porque eso eran y serían al final del día hasta que la vida lo permitiera.

Así que llamé a mi mamá y le pedí de favor que pudieramos reunirnos para desayunar, ella acepto sin dudar. Los cité hace una semana —el sábado para ser exactos —, en mi departamento, el mismo día que acepté tener una cita con Dylan.

Durante el desayuno estuvieron serios cuando les dije todo lo que pasaba por mi mente desde que puse un pie en Nueva York hasta ese día, no fue hasta que mencione mi grupo de ayuda que la tensión se esfumó, dando lugar así a comer el grandioso desayuno que preparé especialmente para ellos. Al final todo fue risas y bromas.

La única excepción que hice entre mis familiares invitados fue Ezra, no estaba del todo segura, pero si que apostaba que estaba envuelto de nuevo en el rollo de las drogas, cosa que me preocupaba porque podría afectar a mi familia y a Lo que tenía algo con él.

—¿Cómo vas con Dylan? —pregunta Nathan, toma asiento en el sofa junto a mí, sostiene una cerveza en su mano derecha y otra más en la izquierda que me tiende.

—Es raro tenerte aquí en mi departamento ¿sabes? —le hago saber, tomo la cerveza que me ha dado y le doy un largo trago.

—Yo no dije eso cuando tú te la vivías en el mío —masculla.

Perdiendote » Dylan O'brienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora