Capítulo 1 | Daria

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Estaba completamente decidida a irme de Nueva York, ya no aguantaba estar ni un minuto más en casa de Daniel y mi madre. La situación iba empeorando día tras día y mi paciencia ya había llegado a su límite. El hecho de convivir con los tres hijos de su segundo esposo no era algo que me tuviera de buen humor. Sobre todo si a ello le sumábamos a mis dos hermanos, y a eso a la pequeña Kira, la husky siberiana que Daniel le había regalado a mi madre por su segundo aniversario de bodas el mes pasado. Aunque en realidad no podía quejarme de esa cachorrita hermosa. ¿Quién no iba a quererla? Tenía un pelaje blanco y suavecito, y sus ojos azules eran como dos zafiros. Era adorable, sin duda la única excepción. Aunque claro que limpiar sus necesidades no era de las actividades más placenteras de la vida.

─¿Estás escuchando Daria? ─ pregunta Daniel. ─Tu mamá intenta explicarte la situación y a ti parece no importarte, ¿la estás ignorando?

Le dirijo una mirada cargada de odio para después enfocar mi vista en mi madre. Lo detesto, es irritante.

─¿Entonces? ─pregunta ella ahora.

─¿Entonces, qué?

─Si me estás ignorando ─está cansada, su tono de voz lo dice todo. Pasa el dorso de su mano por su frente mientras niega. ─No tienes remedio ─dice para luego abandonar el sofá y así mismo el living.

Daniel se levanta para ir detrás de ella. Pienso que me dirá algo como "la lastimas" ó "te lo dice por tu bien", pero me quedo esperando porque nunca llega dicho comentario.

¿Qué tenía de malo el querer regresarme a Londres? Es decir, no iba a dejar de estudiar, la Universidad a la que fui obligada a asistir aquí hace un año atrás contaba con instalaciones en Londres así que sólo tendría que pedir un cambio con el director. Además no tenían que darme dinero, yo tenía mis propios ahorros de meses y al menos podría mantenerme unos cinco o seis ahí, ya buscaría un trabajo de medio tiempo.

Me levanto perezosa del sillón dispuesta a irme a mi habitación. Una vez dentro, me deshago de la ropa que traigo quedando sólo en la interior, tomo la toalla limpia que está sobre mi cama y me encamino al baño. Conecto el iPod mientras espero que la tina termine de llenarse.

Estoy exhausta de mi vida ─pienso.

Quito mis últimas dos prendas restantes y me adentro en el agua, no sin antes tomar uno de mis cigarrillos que siempre dejo a un lado del espejo, lo enciendo para darle un par de caladas y cierro mis ojos dejándome llevar por la música: smoke de Daughter. Al menos esto me relajaría por un rato. O no...

Mi celular comienza a sonar pero no me muevo de mi sitio, si es importante volverán a llamar más tarde.

Una vez que termino de bañarme y vestirme con un pijama, tomo mi celular, el cuál marca en notificaciones 6 llamadas pérdidas de Lola y 3 conversaciones nuevas en WhatsApp. La insistencia de mis amigos es para saber cuál era el plan de éste viernes, y honestamente, estando castigada, no tenía ni la más mínima idea.

─¿Saldrás hoy? ─pregunta una voz familiar. Es mi hermanastro Axel.

Giro mi vista hacia él, se encuentra apoyado en el marco de la puerta.

─¿Qué quieres? No ando de humor ─respondo sin ganas.

─Ya he dicho que quiero con mi pregunta ─dice obvio.

─Eso no te importa, no es asunto tuyo.

─Lo es ahora.

─¿De qué hablas? Explícate ─pido.

─Me enteré que estás castigada, y ya que tengo coche y fiesta hoy, pensé que quizá querías venir con nosotros─ habla mientras teclea algo en su celular. ─Irá Colton.

Perdiendote » Dylan O'brienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora