Capítulo 24 | Dylan

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Llegar a la Universidad con Daria la primera semana —como pareja no oficial aún—, fue de las cosas que apenas y podía manejar. Las chicas con las que había salido no dejaban de hacer comentarios negativos hacia ella.

El que más me enojaba era uno en específico, que por lo que tenía entendido, su ex "amiga" Emma se encargó de divulgar: "Daria nunca fue mi amiga, ella es una drogadicta".

Me hirvió la sangre sólo de escucharlo en los pasillos. Incluso cuando le pregunté a Emma directamente, ella lo negó, no me podía creer que Jhona siendo un buen chico saliera con alguien como ella. Es decir, ¿por qué hablar mal de alguien a quién en algún momento consideraste importante?

Lo único que me calmó fue el que a la castaña le entrará y saliera por un oído todo lo malo que le decían día tras día. Siempre la veía sonriendo junto a Bruno —a quién realmente le agradecí internamente que cuidara de ella cuando todos la hicieron de lado. También estaban Lola y Charlie quiénes pasaron por el departamento una tarde para reclamarle a mi chica por haberlos ignorado durante un buen tiempo.

Sierra por su lado volvió a hablarle y hasta terminaron cenando junto a Nathan quién se negaba rotundamente a dirigirle la palabra a Daria hasta ese momento. Cuando llegué al departamento después de entrenar box el viernes, fue lo primero que me contó: "Me he ganado a tu amigo O'brien, y fíjate que sólo tuve que hacerle sushi".

Había encontrado el punto débil de mi mejor amigo.

Ahora lo que le preocupaba a ella, era la cena que teníamos esta noche junto a mi familia, era notable que estaba nerviosa y más por la escena que hicimos en el jardín en el aniversario de mis padres, que a decir verdad, también era mi culpa.

—¿Y si no les agrado? —la escuché preguntar por novena vez.

—¿Por qué no lo harías? —pregunté de vuelta. —Eres necia, orgullosa, una narcicista de tiempo completo, a veces una sarcástica y te fascina el humor negro, ¿quién no te querría?

—Tu sarcasmo no ayuda —me tira uno de sus tacones que por suerte esquivo.

—Tranquila preciosa —le susurro al oído.

La abrazo por la espalda poniendo ambas manos en su abdomen y le doy un beso en su hombro descubierto, ella se gira sobre su lugar hasta quedar de frente a mí, entonces me besa.

—Jamás podré cansarme de ésto —susurro contra su boca. —Eres tan hermosa.

Se separa un poco de mí y entonces apoya su cabeza contra mi hombro, es la señal que necesito para abrazarla fuerte.

—Gracias por estar conmigo, aquí y ahora.

Últimamente le ha dado por ponerse sensible y hacer ese tipo de comentarios, a pesar de que no dice cosas súper cursis, con sus acciones me es más que suficiente. Sé lo mucho que lo está intentando, y me hace condenadamente feliz saber que es por mí, que se está abriendo sentimentalmente hacia a mí.

—No tienes nada que agradecer, en ese caso le agradecería a ese ser superior al que llamas Dios, por ponerte en mi camino —digo sonriendo.

Y es verdad, todas las mañanas cuando se levanta la escucho agradecerle a ese ser por un día más de vida, le pide fortaleza para lo que se le venga en el día, entre otras cosas. Lo mismo por la noche, pide por sus seres queridos, incluso pide por mí. Me gusta verla tranquila, me gusta verla feliz.

Perdiendote » Dylan O'brienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora