Capítulo 7 | Daria

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Si digo que tomé la mano de Dylan porque me gusta o algo parecido, estaría mintiendo. Lo que es verdad y es un tanto cruel, es que lo hice para ahorrarnos a ambos un momento incómodo, no digo que no sea atractivo pero, siendo honesta, no estoy nada interesada en él.

Y que me tomara una foto fue algo acosador y raro, sobre todo porque no tenemos mucho de conocernos. ¿Para qué la querría?

Luego de aquello le pedí amablemente que me llevara de vuelta a casa, una vez frente a ésta bajé de prisa después de murmurar un "gracias" apenas aludible para luego perderme de su vista.

Así que eso fue el viernes. El sábado y el domingo fue otro rollo, lo pasé de lo más aburrido. Únicamente salía de mi habitación para buscar algo de comida o preparar infinitas jarras de café; éste último claramente era mi aliado para cuando leía.

El sábado a eso de las 11pm había retomado le lectura de uno de los libros que formaba parte de los leídos a medias: "Si pudiera volver atrás" de Marc Levy, como era de esperarse —y porque me conozco—, no lo dejé hasta que lo terminé por completo. Eran ya las seis de la mañana cuando leí la última página, y a pesar de eso, no pegué ojo hasta que dió la una de la madrugada del lunes.

Estaba realmente cansada, tanto física como mentalmente, lo cuál era extraño puesto que hace mucho no me sentía de ésta manera.

—Traes una cara espantosa, como si no hubieras dormido en siglos —dramatiza Emma en cuánto tomo asiento a su lado en nuestro lugar de siempre en la cafetería. —¡Te ves fatal!

—No hace falta que digas lo obvio —ruedo los ojos y dejo caer mi cabeza hacia adelante haciéndola chocar contra la mesa. —Estuve leyendo sin parar, apenas y...

—No entiendo porque no duermes como se debe —me interrumpe. —Una persona normal lee de día, ya verás cuando quedes ciega por forzar tu vista.

—Leo con la luz encendida —chillo con indignación. —Y no soy normal como puedes notar.

—Como sea —dice restándole importancia. La veo darle una enorme mordida a uno de sus tres burritos. Es una tragona. —¿Quién es ese? — pregunta con la boca llena.

—Traga antes de hablar, es desagradable ver tu comida de esa manera en tu boca —reprendo.

Su mirada está fija en un punto detrás mío, así que disimuladamente me giro, todo lo contrario a ella quién mira descaradamente.

Entonces mi mirada se encuentra con la suya. Está sentado con su grupo de amigos de siempre, y cuando me sonríe decido apartar mi mirada bruscamente recordando lo horrible que me miro ahora.

—¿Y bien?

—No lo conozco —miento.

—Oh, ¿en serio? —pregunta enarcando una de sus cejas. —Entonces si tú no lo conoces y yo tampoco, ¿por qué se dirige hacia acá?

Y antes de que pueda decir algo o preguntar si es una broma, lo escucho a él.

—Hola Daria —me saluda.

No quiero mirarlo porque sé que el hecho de no haber dormido adecuadamente es notable en mi cara, así que me limito a mirar a mi amiga esperando que capte la indirecta de que necesito ayuda para que él se marche lo más rápido posible.

—¿Dónde están tus modales, Daria? — pregunta ella. Debe estarme jodiendo. —Disculpa a mi hermosa amiga, la falta de sueño la pone de mal humor. —me delata. —Soy Emma Miller. —se presenta sonriente.

—Dylan O'brien —responde él amable.

Le miro por el rabillo del ojo. Tiene ambas manos metidas en los bolsillos de sus jeans negros, lleva una playera blanca y tiene esa sonrisa de lado como de costumbre y luce condenadamente bien.

Perdiendote » Dylan O'brienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora