1. Feliz navidad

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Capítulo 1

Feliz navidad

—Así que lo rechazaste—dijo Melanie bebiendo de su taza.

— ¿Crees que hice algo mal?—pregunté con algo de arrepentimiento—Eric parece tener buenos sentimientos hacia mí pero...

—Pero no estás lista para una relación en estos momentos.

—Exactamente—suspiré pasando mi mano por mi cabello.

— ¿Volverán a verse?—dio otro sorbo a la taza.

—Dijo que pasaría el lunes por la tienda—miré por la ventana de la sala—En dos semanas se irá a Nueva Orleans, pasará las navidades con sus padres.

—Tengo en mente ir a visitar algunos primos en esta temporada—admitió sorprendiéndome un poco— ¿No viajarás?

—No tengo ganas de salir realmente—suspiré abrazando mis piernas—Todos se reunirán en casa de la abuela como siempre así que...

—Entiendo.

Su celular vibró con un mensaje, Melanie debía irse, la acompañé a la puerta despidiéndome de ella. Al estar sola, recogí las dos tazas llevándolas al fregador, mientras las limpiaba pensaba en mi torpe cita con Eric, era un excelente cliente de mi madre. Siempre pasaba por la tienda llevándose algo, mi padre había conocido al suyo en una oportunidad. Sabía que estarían contentos de que los dos formáramos algo oficial pero no estaba lista. Otras chicas esperaban por él, estaba segura, cuando decía eso de tener ojos sólo para mí solía reírme.

No era para nada seria cuando se trataba de relaciones amorosas, en toda mi vida sólo he tenido tres o cuatro novios, chicos que dicen quererme por una semana o unos días y luego listo. Nada dura más allá de los meses, la abuela era la principal mujer que quería verme con alguien. Todos sus nietos estaban casados y tenían hijos menos yo. La menor de todos, Naomi Rose.

Muchos se habían ido de Alaska, Juneau parecía ser un lugar muy pequeño para ellos, mis padres estaban a pocos metros de mi casa, algunos primos permanecían pero la familia no parecía ser la misma, al menos desde mi punto de vista. Mi hermana Lauren se había ido con dos de sus amigas a Chicago, conoció muchas personas desde la universidad hasta por sus "contactos". Se hizo muy querida y respetada, desde que nació tenía un don para caerle bien a todos.

Unos años después de terminar su carrera de odontología, conoció al hombre de su vida en su mismo salón, se enamoraron, se casaron y ya se sabe el resto.

No me quejaba de mi vida pacífica, al contrario, adoraba que fuera así. Adoraba lo sencillo, lo fácil, lo práctico, según mis padres, era muy tranquila y relajada en todos los aspectos. Algunas veces mamá se sentía frustrada por eso, cuando terminé la secundaría me decidí a vivir sola. Pensaba en ir a la universidad pero no ahora. No me sentía capaz de abandonar mi pueblo, ese donde nací y crecí, había algo que no me permitía irme todavía.

Fui al sofá encendiendo la televisión, busqué un canal interesante sintiendo la caricia entre mis pies. Sonreí cargando a mi gata, mi fiel compañera, era muy peluda, su pelaje era suave al tacto y de un color negro intenso. Sus ojos verdes siempre se mantenían atentos a todo lo que hubiera a su alrededor. Papá me la había regalado desde niña.

—Siempre me entiendes, Lucy—acaricié su cabeza cuando se acomodó junto a mí.

El día se mantenía tranquilo, algunos clientes entraban y salían, mi padre contaba algunos billetes de la caja mientras que mamá atendía las inquietudes. Estaba de pie frente al mostrador creando nuevas pulseras, me gustaba pasar el tiempo de esa forma, era increíble lo relajante que resultaba. La mayoría de mis accesorios solían ser comprados por esas chicas adolescentes, eran juveniles, clásicos y coloridos.

Al menos así los veía yo.

— ¿Has hablado con tu abuela?—la voz de mi padre me hizo saltar un poco. Sostuvo el otro lado de la pulsera para que todo siguiera en orden. Sonreí un poco agradeciéndole.

—No, ¿Por qué?

—No ha dejado de decirnos lo mucho que quiere que vayas—lo miré con cierta confusión. Cada año se hacía esa reunión familiar en navidad, sólo falté en dos ocasiones cuando decidía irme con Melanie o con uno de mis primos.

—No faltaré, ¿Mamá no le dijo nada sobre mis planes?

—Creo que no—se encogió de hombros. Me encargué de cerrar la pulsera siendo ágil con las manos y las pequeñas perlas de colores que estaban en la gran caja que usaba para decorar todo— ¿Todo bien en tu cita con Eric?

—Sí.

— ¿Enserio?

—Sí—no quería dar detalles. Era incómodo hablar de mis relaciones con mis padres y mucho más con él.

—Iré a comprar algo para almorzar, ¿Puedes cuidar de la caja mientras no estoy?—asentí guardando todo. Se abrigó bien antes de irse, justo a los pocos segundos, un chico de piel morena, ojos oscuros y cabello castaño apareció. No tardó en ubicarme, saludó a mi madre con esa sonrisa de siempre.

—Hola—usó un tono de dulzura diferente conmigo.

—Hola—me esforcé por sonreír— ¿Cómo estás?

—Bien—miró las exhibiciones del mostrador— ¿Cómo estuvo tu fin de semana?

—Normal, supongo.

— ¿Los hiciste tú?—señaló apoyando sus brazos. Fijé mi vista en los collares—Tienes mucho talento, Naomi.

—Ya es costumbre escucharte decirlo—sonrió de lado alzando sus ojos. En minutos se tornó algo triste y serio.

—Fui a comprar el pasaje para irme.

—Eso es bueno—se enderezó. Tuvo que subir mi rostro para mantener el contacto visual— ¿Por qué estás triste? Verás a tu familia de nuevo.

—Sabes que quisiera quedarme contigo—susurró. Tomé aire para responder pero tomó mis manos sobre el mostrador. La piel de ambos hacía contraste, a pesar de que no era tan pálida— ¿No existe una pequeña esperanza de que...?

—Eric—negué con la cabeza—Hablamos de esto el viernes.

—No es tan difícil, Naomi.

—No estoy lista—esperaba que entendiera—Tal vez en Nueva Orleans haya chicas mejores que estén ansiosas por ti.

— ¿Qué tiene de malo que te quiera a ti?—aquí era donde sonreía en forma de burla y no porque me pareciera romántico—Estoy hablando enserio. Parece que tuvieras miedo.

—Ese es el problema, no suelo tomarlo enserio...

—Dame una oportunidad.

—Eric, es mejor que te vayas, disfruta tus navidades—alejé mis manos uniéndolas detrás de mi espalda—Hazlo por mí.

— ¿Todo bien, chicos?—miré a mi madre. Pude ver el dolor en la mirada del chico pero entendería, Eric era muy guapo, ¿Por qué pierde el tiempo conmigo? ¿No dicen que es mejor ser sincero cuando no se siente nada por esa persona?

—Sí, señora.

—Naomi me contó sobre tu viaje—me mantuve en silencio observando. Eric no apartaba su vista de mí—Estoy segura de que tu madre estará feliz de verte.

—Estoy seguro—suspiró—Le decía a su hija que fui a comprarlo. Debo arreglar las maletas.

—Te deseo mucha suerte, querido—sonrió dulcemente antes de irse a atender un cliente que llegaba.

La tensión entre ambos era notable, hubo un largo rato de silencio hasta que decidió romperlo.

—Volveré el próximo mes.

—No lo hagas—pedí.

—Lo haré—finalizó antes de marcharse.

Boca de Lobo (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora