37. Egoísta

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Capítulo 37

Egoísta

— ¿Estás segura de lo que estás haciendo?—pregunté de nuevo mirándola.

— ¿Por qué todos me dicen eso?—rodó los ojos—Mis padres no se preocupan por mí y mis hermanos tienen sus propios problemas. ¿Qué tiene de malo que quiera quedarme aquí?

—Pero...

—Sé que mi lado lobuno necesitará respirar aire fresco y correr de vez en cuando—me interrumpió doblando una de sus blusas—Me gusta estar aquí, he aprendido mucho y quisiera aprender más. Además, Mayra y tú son como mis dos hermanas mayores. Me han ayudado mucho.

Sonreí un poco tomando asiento a su lado.

—No tengo problemas contigo aquí—admití—También he aprendido de ti.

— ¿Enserio?—me miró sorprendida con una pequeña sonrisa.

—En un comienzo te juzgué mal...

—Naomi, no importa...

—Si importa, no he podido disculparme por eso—me apresuré a decir antes de arrepentirme—Es obvio que nunca fuiste como tus hermanos, no tuviste la culpa de nada, incluso después de todo eso fuiste una buena amiga y gracias por eso.

—Tú también eres una buena amiga—me abrazó. Correspondí el gesto sintiéndome más tranquila—Una amiga que vale mucho.

—Y pronto serás una tía que vale mucho—ambas reímos aunque la noté nerviosa.

—Diego tendrá alguien con quien jugar.

—Sí, cierto.

— ¿Debes regresar con tu hermana, cierto?

—Sí. Así es—suspiré tomando la ropa limpia que estaba doblada y la llevé al armario—Quiero terminar la carrera, tengo en mente conseguir algún trabajo, Lauren tiene algunos amigos que podrían ayudarme. Podría colocar a Diego en una guardería cuando esté más grande...

— ¿No estarás en el nacimiento de mi sobrino?—se mostró algo triste.

—Creo que no—hice una leve mueca de duda—Sé que es un momento importante, especialmente para Mayra pero dudo mucho que pueda venir en vacaciones. Es agotador algunas veces.

— ¿Pero regresarás?

—Por supuesto que sí—regresé a la cama guardando lo demás—Alaska es mi verdadero hogar y quiero que Diego crezca aquí.


Por la noche, Dilara me ayudaba con la cena, era gracioso cuando se molestaba con Lionel que parecía quemar todo por sólo verla enfurruñada como niña pequeña. Cuando todos estuvimos en la mesa Dilara y yo discutíamos sobre la decoración de la casa. Jamás le había colocado atención a eso, ahora me parecía necesario teniendo un niño en la casa. Era la primera navidad de Diego y debía ser especial.

Lionel se encargó de lavar los platos, Dilara se despidió con algo de sueño subiendo a la habitación. El niño que estaba en mis brazos estaba muy tranquilo y callado, sus párpados se estaban cerrando mientras que él intentaba luchar. Besé su frente con cuidado acariciando su pequeña mano.

— ¿Quieres que lo lleve a la cuna?—miré a Leo que secaba sus manos con el pañuelo.

—No, está bien.

— ¿Podemos hablar un momento?—se acercó al comedor sentándose junto a mí. Me preocupé un poco. Esas palabras nunca traían nada bueno. ¿Habrá descubierto lo de Astor?

Boca de Lobo (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora