Capítulo 23
Nuevo año
Miré el brazalete que mi madre me había dado hace días. Acaricié las orejas plateadas del gato estando sentada en mi cama. Eché un vistazo a las maletas y el bolso. Respiré profundo paseando la vista por las paredes, el techo, la puerta, las ventanas...Lo extrañaría todo. Era más que obvio pero no era capaz de quedarme.
— ¿Estás lista?—miré a Leo— ¿Te ayudo a bajar todo?
—No, mejor esperaré a que mis padres lleguen.
Se acercó uniéndose a mí abrazándome. Hice lo mismo respirando profundo cerrando mis ojos unos minutos. El tiempo pasaba volando, los meses siempre se van volando.
—Voy a extrañarte—susurró.
—Lo dice el hombre gruñón y fugitivo de hace semanas—ambos reímos un poco sin movernos—No puedo creer que en un solo mes haya pasado todo esto.
—Hemos ido muy rápido, ¿Cierto?—se alejó un poco mirándome.
— ¿Te arrepientes de algo?
—No, claro que no—se apresuró a decir—Pero... ¿Qué hubiera pasado si nos hubiésemos conocido de otra forma?
—No creo que nos hayamos conocido—me incorporé acomodando mi chaqueta—Tú vives en el bosque y yo en el pueblo.
—Eso no tiene nada que ver.
— ¿Enserio? El Lionel Mason de hace semanas era totalmente arrogante y obstinante—señalé. Sonrió divertido escuchándome—No es gracioso. Te corrí de mi casa un par de veces, te reprochaba cada actitud que tenías como si fueras un niño, de hecho, todavía lo hago.
—Tú tampoco eres una santa, Naomi Rose—acusó—No hagas esa mueca. Sabes a lo que me refiero.
—Explícame para entender—me crucé de brazos.
—Eras muy exigente y egoísta—enarqué una ceja mirándolo incrédula—En lo único que pensabas era en ti, no querías responsabilidades, no querías enamorarte, no querías que estuviera en casa, no querías que me sentara en el mesón ni en los brazos de los muebles...
—Existen sillas para sentarse en la cocina y los brazos de los muebles no son para eso—señalé—No soy exigente. Cuido mis cosas.
—Eso es una estúpida excusa.
—No lo es, te aseguro que cuando seas padre querrás que el niño o la niña no toquen nada porque lo destruirán.
— ¿Enserio crees eso?—bufó—Naomi, puedo ser tan desastroso como un mocoso.
—Acabas de decirle a tu hijo que es un mocoso.
—No lo hice.
—Sí, lo hiciste—reí. Hubo otro minuto de silencio que decidí romper—Quiero que le pidas disculpas a Dilara de mi parte. No debí decirle todo eso...—tomó mi mano—Lo siento enserio.
—Dilara no te odia, créeme.
—Sé que no pero lamento lo que dije—suspiré—También para Mayra. Sólo me molesté con todo...
—Oye, no importa—acarició mi mano sonriendo un poco—Ahora eres una universitaria. Debes sentirte importante.
— ¿Por qué?
—No lo sé, los humanos dicen eso, ¿No?
Negué con la cabeza jalando de su camisa besando sus labios. Aquel calor al cual me había acostumbrado comenzaba a aparecer por mi cuerpo, sentí caer en algo blando cuando Lionel me recostó sobre la cama. Acarició mi cintura llenando mi cuello de besos dulces para luego separarse mirándome con ojos brillantes.
— ¿Estarás bien, cierto?—acaricié su cabello—La abuela puede ayudarte con cualquier cosa y también tienes esta casa. Sólo tú tendrás llave de ella.
—Preocupémonos por ese bebé—llevó su mano de su cintura a mi vientre—Si tú estás bien entonces él lo estará.
Coloqué mi mano sobre la suya acariciándola con una pequeña sonrisa que poco a poco fui borrando.
— ¿Por qué no estamos enamorados?—susurré mirándolo—Tendremos un bebé, ¿Cómo es posible que no sentimos nada?
—No hablemos de eso.
—Pero...
—Yo sé lo que siento y tú sabes lo que sientes—señaló—Eso es lo importante. No me importa lo que diga el collar.
Escuché el claxon de un auto. Lionel se levantó ayudándome. Quise bajar las maletas pero se encargó de ellas, recogí el bolso siguiéndolo. Ninguno de ellos podía ver al chico ya que creían que se había devuelto a la ciudad al día siguiente de Fin de Año. Antes de abrir la puerta volví a abrazarlo por más rato, rodeó mi cintura con sus brazos apretándome contra él.
—Volveré pronto, ¿Sí? Ten cuidado. No te metas en más problemas.
—Sí, mamá—bromeó. Dio un corto beso a mis labios acomodando mi cabello—Y tú ten cuidado con cualquier idiota que intente sobrepasarse contigo...
—No creo que una mujer embarazada sea irresistible.
—Eso no aplica en ti—sonreí algo sonrojada besando sus labios por unos minutos. Cuando pretendía subir de intensidad el claxon de afuera volvió a sonar—Ve, tu padre está ansioso de que te vayas—recogí una de las maletas para sacarlas—Omi yo...
— ¿Qué?
—Nada.
— ¿Llorarás por mí? Qué lindo—bromeé haciéndolo sonreír con pocas ganas. Al sacar las maletas, se mantuvo lejos de la puerta, Lauren junto a papá me ayudó a guardarlas en la parte trasera del auto. Fingí cerrar todo, Lionel tenía las llaves, lo miré por el pequeño cristal de la puerta sonriéndole un poco. Me sentí triste de dejarlo pero seguía queriendo irme. Nunca terminaría entendiendo esos estados de ánimos extraños.
El aeropuerto estaba demasiado lleno para mi gusto. Por supuesto, la mayoría de las personas regresaban a su hogar o aprovechaban la oportunidad de visitar a sus familiares. Lauren se encargó de los boletos, Mike parecía ansioso de volver a ver a su padre. En todo el rato me estuvo diciendo cuanto lo extrañaba. La abuela apareció una hora después mientras esperábamos.
—Cariño—susurró al abrazarme. Acarició mi espalda mientras intentaba prolongar el abrazo— ¿Te sientes bien?
—No lo dejes solo, abuela—susurré sólo para ella. Noté la mirada nostálgica de mi madre.
—No te preocupes, no lo haré—al alejarse me sonrió dulcemente.
—Cuando te vayas ve a casa. Quédate con él por hoy—volví a hablar más bajo. Asintió cuando comenzaban a avisar que debíamos subir al avión. Mis padres abrazaron a Lauren pidiéndole o más bien ordenándole que debía protegerme y que no me dejara sola en un lugar que no conocía. Mi madre vino hasta mí rodeándome con sus brazos. Contenía las lágrimas lo cual me conmovió un poco. Eran mis padres. Al final se preocupaban por mí.
—Ten mucho cuidado, cariño.
—Claro que sí.
El abrazo de papá duró más rato de lo normal. Volví a recordarle a la abuela lo que debía hacer, prometí llamarla cuando pudiera. Una parte de mí estaba tranquila de que Lionel no se quedaría tan solo, no sólo tenía a la abuela, también estaba Dilara y su hermana. Ellas lo ayudarían. Sólo esperaba que el problema con Astor se solucionara lo más pronto posible.
No me iba sólo por mí, también por el bebé.
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Boca de Lobo (COMPLETA)
LobisomemNaomi Rose tiene 21 años, todos esperan lo mejor de ella pero ni siquiera ella misma sabe que esperar de sí. En la cena familiar de navidad, su abuela le entrega un collar que ha estado en la familia por años. esa misma noche, Naomi conoce a Lionel...