Capítulo 27
Mentiras
Desperté en medio de la oscuridad que reinaba en la habitación. Una delgada rama del árbol golpeaba con suavidad el cristal de la ventana. Diego dormía profundamente junto a mí, había colocado algunas almohadas a su alrededor por si decidía moverse. No recordaba haberme quedado dormida, quizás el viaje me había dejado más cansada de lo que creía. Tomé mi celular en la mesa de noche, seguía encendido. Marcaba las dos de la madrugada. Me incorporé parpadeando un par de veces. Mi garganta estaba reseca.
Salí de la habitación dejando la puerta entreabierta, mientras caminaba hacia las escaleras recogí mi cabello en una coleta baja. Oculté algunos mechones detrás de mis orejas escuchando voces mientras me acercaba. ¿Desde cuándo la abuela tenía visitas en la madrugada?
La luz de la cocina estaba encendida, iluminaba un poco hacia el pasillo que daba a la sala. Me acerqué con cuidado estando descalza y con la pijama puesta. Me crucé de brazos apoyándome de la pared manteniéndome en silencio además de oculta. Una parte de mí, la que seguía dormida pareció despertar al instante cuando escuché esa voz masculina que tanto había extrañado.
—Estaré bien, sólo fue una discusión—gruñó al terminar de hablar.
— ¿Y qué crees que dirá cuando te vea así?—levanté mis cejas sorprendida de escuchar a Mayra—Esto está sobrepasando el límite y lo sabes. No me importa lo que piense papá, es obvio que no le importa si terminas muerto.
Esas últimas palabras parecieron introducirse en mi pecho lastimándome. ¿Qué estaba pasando?
—Naomi te preguntará sobre muchas cosas—la abuela fue dulce—Debes pensar en tu hijo. No se trata de ustedes dos. También se trata sobre él.
No debí quedarme dormida. Ahora ansiaba saber lo que había sucedido. ¿Qué se suponía que no debía ver? ¡Mierda! Siempre me entero al final.
— ¿Dices que están arriba?—no hubo respuesta. Supuse que había asentido.
—Escogió el peor momento para regresar.
Sentí las ganas de intervenir. ¿Por qué no debía hacerlo? Si decidía esperar hasta mañana no sería bueno. Lionel podría irse en este momento, no iba a dejar que se fuera sin saber lo que pasaba. Respiré profundo manteniendo los brazos cruzados en mi pecho, avancé hacia la cocina ganando la atención de tres personas. La abuela estaba apoyada del mesón, Mayra llevaba el cabello hasta los hombros. Se veía distinta con ese aspecto corto, estaba de pie con sus manos apoyadas en la mesa y finalmente estaba él.
Sentado en la silla giró su rostro para verme. Sus ojos parecieron tomar un brillo que causó revuelo en mi estómago. Se levantó lentamente sin perder el contacto visual. Su cabello estaba un poco más corto y algo despeinado, cerca de su ceja había algo parecido a un rasguño. Su brazo derecho tenía las marcas de unas garras, desde el hombro hasta el codo. La sangre reseca me hizo imaginar un poco lo que había pasado. Su ropa estaba sucia y la de Mayra también. Su hermano estaba herido pero ella no.
—Omi...—avanzó y retrocedí. ¡Estaba contenta de verlo! ¿Por qué necesitaba ser dura con él? Oh, sí. Me estaban ocultando algo.
— ¿Qué te sucedió?—mi voz fue firme. Los hermanos compartieron una mirada rápida, la abuela suspiró negando con la cabeza. Ella también estaba mintiéndome en algo— ¿Y bien?—regresé mi vista a Lionel. Hubo silencio, un incómodo silencio—Me fui por unos meses, regreso y me encuentro con esto. ¿Fue Astor no es así? ¿No solucionaste nada con él?
—Escucha, él...
— ¡No me digas que escuche!—respiré profundo intentando recobrar el control. Me acerqué a la mesa queriendo el menos contacto posible— ¿Quién te hizo eso?—señalé—Será mejor que seas directo porque en estos momentos no estoy para adivinanzas.
—Sí, fue él—miré a Mayra quien habló—Papá le contó sobre el embarazo y las cosas sólo se volvieron peor.
— ¿Por qué le contaron sobre el niño? El hombre dejó muy en claro que no le interesa nada sobre mí.
—Porque es mi hijo y porque no pienso tenerlo oculto—finalmente Lionel habló como debía hablar. Suspiró con cansancio—No sabe que estás aquí, nadie lo sabe—sentí algo de indirecta hacia mí.
— ¿Sabías sobre esto abuela?
—Sabía que Astor no daba su brazo a torcer, odia con todo el corazón a Leo y ha dejado en claro ser vengativo pero si te refieres a eso—señaló las marcas—No, no lo sabía. No tenía ni idea de que iba a pasar.
¿Por eso no lo había visto cuando hablaba con ella por las noches en la laptop? Me había confiado de los sueños. Volví a respirar profundo haciendo sonar mis uñas en la mesa.
— ¿Dónde está Dilara?
—Probablemente con sus padres, su hermano la ha amenazado por apoyarnos—contestó Mayra. Bufó negando con la cabeza—Es un idiota, cuando vio que había aparecido para ayudar a mi hermano se fue de inmediato.
— ¿Estuviste en la pelea?
—No fue una pelea.
— ¿Enserio?—lo miré molesta— ¿Esto fue una simple discusión?—toqué la herida haciéndolo gruñir.
—Naomi—reprochó la abuela.
—Lo siento pero no puedo calmarme cuando lo único que consigo son mentiras—miré a las chicas y luego a él— ¿Por qué no me dijiste nada? ¿Por qué la necesidad de ser un maldito mentiroso?
—No quería preocuparte...
—Es tu culpa que Astor sepa sobre mi hijo—acusé señalándolo—Si no hubieras abierto tu bocota nada de esto habría pasado. Te lo merecías.
Diego golpeaba el agua con sus manos salpicándome. La blusa que tenía estaba toda empapada, típico cuando era la hora de bañarlo. Al parecer le gustaba cuando el agua caía sobre su cabeza ya que se quedaba tranquilo para luego salpicar de nuevo. Lo envolví con la toalla secando con cuidado su cuerpo, llevaba sus dedos a su boca teniendo los ojos bien abiertos. Lo cargué saliendo del baño dirigiéndome a la habitación.
Allí en la cama estaba sentada la persona que menos quería ver en esos momentos.
—Existe una puerta que debes tocar al entrar—me limité a decir. Diego había comenzado a jugar con mi collar llevándolo a su boca.
—Creí que estabas durmiendo...—sus ojos estaban en el bulto que traía en brazos.
— ¿Después del gran encuentro en la madrugada?—bufé.
—Sé que estás molesta conmigo...
—Eres inteligente—fui sarcástica. Suspiró levantándose, en el brazo donde las garras se encontraban había una venda, una gran venda cubriéndolas. Leo miraba al niño como si fuera lo más importante del mundo, el enojo disminuyó un poco, había olvidado que el chico no lo conocía. Los ojos de color avellana de Diego se enfocaron en él sin soltar el collar— ¿Quieres cargarlo?
—Sí—no dudó en responder. Le indiqué como debía colocar los brazos entregándoselo—Hola, pequeño—noté una pequeña sonrisa en la comisura de sus labios—No sabes cuánto deseaba conocerte—en ese momento su vista fue hacia mí—Tu abuela me explicó porque no pudiste venir en agosto. ¿Está mejor ahora?
—Sí, nada de que preocuparse—aseguré.
Una de las pequeñas manos del niño se encontraba en su mejilla. Sonreí sin evitarlo encontrando dulce esa imagen.
—Lamento no haberte dicho...
—No quiero hablar de eso ahora—lo corté.
—Pero yo si quiero hablar contigo—afirmó. Miré el color azul de su mirada.
—Después del desayuno podemos caminar un rato—acepté. Sonrió un poco mientras rodaba los ojos. Seguía molesta pero también me alegraba tenerlo cerca de nuevo.
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Boca de Lobo (COMPLETA)
Hombres LoboNaomi Rose tiene 21 años, todos esperan lo mejor de ella pero ni siquiera ella misma sabe que esperar de sí. En la cena familiar de navidad, su abuela le entrega un collar que ha estado en la familia por años. esa misma noche, Naomi conoce a Lionel...