40. Solucionado

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Capítulo 40

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Capítulo 40

Solucionado

Mis padres, Mayra, Dilara y Lauren con su esposo y su hijo pasaron los dos días más importantes de navidad con nosotros en casa de la abuela. Todo se veía tan alegre con la decoración, las conversaciones, las risas, Mayra y Dilara habían dicho que eran muy amigas de la abuela. La habían conocido en el puerto. Mike jugaba con Diego como solía hacer en Chicago, siempre había sido muy cuidadoso con su primo.

Vincent, el esposo de Lauren, pareció llevarse perfectamente con Lionel. Para mi sorpresa, Eric se había unido a ese grupo. Los tres eran tan distintos pero a la misma vez parecían coincidir en algunos gustos u opiniones. Ahora entendía las veces que Lauren miraba a Vincent por horas como si estuviera detallándolo. Cuando pasaba mucho tiempo mirando a Lionel, éste se percataba y me sonreía de lado preguntando si estaba bien.

Mayra lucía más tranquila, la vida humana que tanto parecía costarle ahora se estaba volviendo costumbre para ella. Seguía sin aceptar del todo el embarazo pero cuando nos escuchaba a Dilara y a mí conversar sobre cómo sería el bebé parecía emocionarse un poco.

El fin de año todos estuvimos juntos de nuevo, fue difícil para mí el intentar no pensar en la abuela. La imaginaba abrazando a cada uno de los presentes, podía verla llegar hacia mí apretándome entre sus brazos prometiendo un excelente año para todos. Sonreí con cierta melancolía sabiendo que de estar aquí habría abrazado a Diego besando sus mejillas.

Ahora estaba con las maletas listas. El pasaje estaba en mi bolso junto con lo demás. Después de tanto pensarlo y finalmente decidirlo, la casa de la abuela sería mi hogar de ahora en adelante, Mayra se quedaría con nosotros. Dilara en cambio, como sabía sus ganas por tener su espacio pero a la misma vez mantenerse cerca de la naturaleza decidí dejarle mi antigua casa. Por unos días estuvo saltando de la emoción, Lionel tuvo que soportar su excesiva alegría.

Respiré profundo terminando de recoger mi cabello en una coleta alta dejando algunos mechones sueltos. Por el reflejo del espejo pude ver a Diego de pie en su cuna sosteniéndose de los barrotes. Me miraba con ojos curiosos como si quisiera saber a dónde iba. Caminé hacia él sonriendo con dulzura.

—Papá te cuidará por un tiempo—acaricié su cabello. Me incliné besando su frente, al extender sus pequeños brazos a mí cayó sentado en la cuna—Mami regresará pronto, ¿Sí?

—Ma—una pequeña risita salió de mí al ver sus intentos por hablar.

— ¿Puedes decir mamá?

— ¡Ma! ¡Ma!

Lo cargué por unos minutos llenando sus mejillas de besos. Para mi sorpresa no se enfurruñó como hacía, comenzó a reír con las cosquillas causando ese efecto en mí. Reí junto a él abrazándolo con fuerza, volví a dejarlo en su cuna repitiendo esas palabras.

Boca de Lobo (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora