Naomi Rose tiene 21 años, todos esperan lo mejor de ella pero ni siquiera ella misma sabe que esperar de sí. En la cena familiar de navidad, su abuela le entrega un collar que ha estado en la familia por años. esa misma noche, Naomi conoce a Lionel...
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Capítulo 21
Amar y querer
Soñé con el sol brillando en el cielo azul, la calidez que provocaban sus rayos era agradable. Respiré el aire fresco escuchando el agua correr, parecía ser un río que estaba cerca, no lo sé bien. Estaba tumbada sobre el césped verde. Sonreía por lo bien que se sentía aquella tranquilidad y aquella paz. Había olvidado lo que significaba estar entre aquellas dos sensaciones.
Algo acarició mi cabello con delicadeza. Esa caricia fue trayéndome a la realidad. La triste realidad. Abrí mis ojos encontrándome con una mujer mayor, su mirada era dulce, una pequeña sonrisa apareció en sus labios. Era ella quien acariciaba mi cabello.
— ¿Cómo te sientes, cariño?—depositó un beso en mi frente antes de preguntar.
—No muy bien—contesté. Tomé una de sus manos suspirando.
—Lamento mucho lo de Lucy—quise pedirle que cambiara el tema—Sé que la querías mucho. Fue tu compañera por mucho tiempo.
— ¿Lionel te llamó, no es así?
—Sí, estaba preocupado—miré sus ojos—Debes tener cuidado cuando te alteras tanto, cariño. Ahora no sólo eres tú, también está el bebé.
— ¿No estás molesta por no haberte contado sobre él?
—Claro que no—acarició el dorso de mi mano—Sé que todo esto no ha sido fácil para ti.
— ¿Te arrepientes de haberme dado el collar?—en ese momento lo miró pensativa—No he podido enamorarme de él, abuela—volvió a mirarme—Creí que lo estaba.
— ¿No quieres al chico?
—Sí, lo hago.
— ¿Y lo amas?
—Lo quiero y...
—Hay una diferencia entre amar y querer—interrumpió dulcemente. La miré sin comprender—Todos se casan hoy en día porque creen que aman a esa persona que consideran especial pero cuando están juntos descubren que no es lo que pensaban.
— ¿Quiere decir que debo casarme con él para descubrirlo?
—No realmente—sonrió divertida. Hablaba como si estuviera explicándole a una niña— ¿Recuerdas algo de tu abuelo?
—Cuando nací había muerto—me encogí de hombros sin saber mucho—Nunca nos hablaste de él.
—Qué extraño, creí que lo había hecho.
—Tienes muchos nietos, no creo que lo recuerdes—bromeé. Sonrió de lado negando con la cabeza— ¿Cómo recibiste la noticia sobre...ya sabes...?
— ¿Sobre los lobos?—asentí—Me encantó saber que existían. Siempre he sido muy soñadora, a mi padre le molestaba, sabía que tendría problemas—acarició las puntas de mi cabello con la mirada perdida—Mis hermanas estaban celosas de que había encontrado el amor.
— ¿Se habían casado también?
—Sí, todas por un interés en común—hizo una leve mueca de disgusto—Mi padre discutía con mi madre sobre mí cada noche, querían encontrarme un esposo lo más pronto posible, casi sentía que querían deshacerse de mí...—suspiró. Me sorprendí de que ella también tuviera problemas con el amor. La abuela era muy dulce con todos, no parecía fallar en eso—Entonces fue que mi madre me dio el collar en mi cumpleaños.
— ¿Tu padre también era un hombre lobo?—susurré.
—No—sonó segura—Nunca vi que mi madre lo usara. Era una mujer muy hermosa.
Me incorporé lentamente apoyando mi espalda del respaldar de la cama. El vaso de agua seguía en la mesa de noche, lo tomé bebiendo un poco.
— ¿Qué significa lo que hay en él?—pregunté al dejar el vaso sobre la mesa. Me quité el collar señalándole las formas.
—Tu abuelo dijo que la luna hacía referencia a su mundo y el sol al nuestro—señaló sosteniéndolo unos minutos—Están entrelazadas porque todos vivimos juntos sin siquiera saberlo. El pequeño lobo que hay dentro es la persona a quien se le entregará tu corazón.
— ¿Por qué no me he enamorado de Lionel?—me miró atenta—Voy a darle un hijo en meses, abuela. ¿No se supone que debería desaparecer la magia?
— ¿Eso te dijo la bruja?—supuse que los chicos le habían contado. En especial Lionel—No podrás romper el collar, mucho menos ahora con el embarazo.
—Lo sé, ella dijo que...
—El collar se concentraba en los sentimientos de ambos pero con el bebé es complicado—volvió a colocarme aquel tedioso accesorio—El niño tiene la sangre de ambos, eso hace que la magia se intensifique.
—No lo entiendo.
— ¿Ambos quieren tenerlo, cierto?—asentí mirándola—Los dos quieren lo mismo...
—Sigo sin entender—tomó mis manos.
—Naomi, mientras sigas queriendo evitar repetir la historia de las mujeres de la familia, el collar se quedará contigo—me miró fijamente—No estás amando a Lionel. Estás amando lo que tienes en mente, tus planes, todo.
— ¿Debo renunciar a eso para demostrar que lo amo?—fruncí el ceño.
—Cuando amas a alguien eres capaz de hacer cualquier cosa—acarició mi mejilla—Incluso si debes morir por esa persona.
Había tomado un baño con agua caliente. En la cama se encontraba una bandeja con el almuerzo y un Lionel algo preocupado. Sonrió un poco al verme. Fui hasta él que estaba sentado en la cama, me acomodé sobre sus piernas abrazándolo. Mi cabello caía mojado por mi espalda, sólo tenía una toalla cubriendo mi cuerpo. Besó mi hombro manteniéndome en sus brazos.
— ¿Estás mejor?—susurró en mi oído. Recosté mi cabeza en su hombro queriendo quedarme así unos minutos más.
—Todos me preguntan eso—suspiré recordando la conversación con mi abuela—Me siento tan...cansada.
—Lamento todo esto. Sé que Lucy me odiaba pero no merecía eso.
Me separé para mirarlo. Aquellos ojos azules se mantenían fijos en mí como la mayor parte del tiempo, imaginé a Lionel en unos meses cargando a un bebé, sonreí de lado, sería interesante verlo como padre. Aunque por otro lado...
— ¿Qué sucede?—preguntó con sus manos en mi cintura.
— ¿Los hermanos de Dilara saben sobre el embarazo?
—Mayra está segura de que es así—abracé su cuello con mis brazos—Te prometo que no te harán nada a ti ni al bebé.
—Estuvieron en el jardín de mi casa y no pudimos verlos...
—Omi—lo miré—No te dejaré sola. ¿De acuerdo?
No quise hablar más, besé sus labios con algo de pasión y ansiedad. Sentí sus manos acariciar mi cintura por encima de la toalla, subí mis manos por su camisa deshaciéndome de ella. Inicié un viaje con mis manos por su pecho y su abdomen.
—Alguien puede entrar...
—Nadie entrará—susurré en su cuello llenándolo de besos—Te necesito a ti por unos minutos—escuché un gruñido de su parte seguido de un jadeo. Adoraba escucharlo así.