33. Posibles imposibles

2.3K 207 2
                                    

Capítulo 33

Posibles imposibles

Había dejado montones de mensajes al correo de Bianca. Esperaba con angustia e inquietud su respuesta pero nada llegaba. Tenía que existir una forma de que el chico volviera a ser un hombre lobo, ¿Cierto? Todo tiene una solución, por más difícil y complicado que parezca, la hay. Debe haberla pero... ¿Y si no puedo hacer nada? Siempre que me lo preguntaba intentaba cambiar de pensamiento.

"Todo tiene un precio, Naomi" eso había dicho la abuela. ¿Y si tuviera la posibilidad de permitirle ser como era antes...cuál sería el precio?

Lauren había dejado un mensaje pidiendo disculpas por lo que había dicho. Ni siquiera terminé de leerlo. Tenía cosas más importantes en mente. Tomé mi celular del escritorio, estuve unos largos minutos mirando la pantalla oscura. Levanté la vista cuando la puerta se abrió, sonreí un poco encontrando a Diego caminando o al menos intentándolo. Su padre sostenía sus pequeñas manos mientras el niño tenía sus diminutos pies sobre sus botas.

Al tenerlo cerca besé sus mejillas cargándolo para colocarlo en mis piernas. Leo sonrió un poco con su vista en nosotros y luego en la laptop que estaba abierta detrás de mí.

— ¿Estabas ocupada?

—No—cerré el correo dejando el fondo de pantalla. Uno donde salía sosteniendo a Diego quien miraba la cámara con sus grandes ojos— ¿Has sabido algo sobre Mayra?

—No quiero hablar de ella—se sentó a orillas de la cama. Me levanté de la silla acompañándolo, el niño como siempre jugaba con cualquier cosa que veía, en este caso mi cabello le parecía muy interesante. Lionel lo miró con seriedad estando tenso—No puedo creer que me haya mentido de esa forma.

—No fue su culpa—intenté calmarlo.

—Estuvo viéndose con él, Naomi. ¿Cómo no va a ser su culpa?—gruñó—Después de todo lo que ha hecho—apartó la vista refunfuñando—Es un maldito hijo de...

—No digas eso delante del niño—reproché.

—El único motivo por el que no voy a su casa para acabar con él es por ustedes dos—apoyó sus codos de sus muslos inclinándose hacia adelante. Diego estaba ajeno a todo el enojo de su padre en ese momento. La rabia de Leo disminuyó cuando suspiró con cansancio. Cerró sus ojos apoyando su cabeza en sus manos.

—Y también porque no eres lobo—susurré posando mi mano en su espalda.

—Debí hacer algo antes, no debí dejar que te acercaras a él—negó con la cabeza— ¡¿Por qué demonios no hice nada?!

Antes de que la rabia terminara de consumirlo. Preferí dejar a Diego en su cuna, el niño de inmediato se distrajo con uno de sus peluches. Me acerqué a Leo lentamente, éste seguía mirando el suelo con sus labios apretados y las cejas casi juntas. Sus manos estaban cerradas en puños. Con cuidado acerqué mi mano a su hombro acariciándolo. Sus brazos rodearon mi cintura y su cabeza se apoyó en mi abdomen.

—Enojarte no servirá de mucho—acaricié su cabello enredando mis manos en el—Alterarte sólo te hará sentir inútil.

—Pude perderlos a ambos en un segundo...

—Lo sé pero no pasó—lo miré. Tenía sus ojos cerrados sin soltarme—Nada de esto fue tu culpa. Esta era la principal razón de querer romper con la tradición, quería hacerlo de una forma que no tuvieras que renunciar a esa parte de ti—suspiró aferrándose más—Voy a ayudarte, conseguiré la forma de que seas como antes.

—Eso no es posible.

—En estos momentos todo es posible—señalé. Lionel retrocedió un poco mirándome—No me iré hasta que lo consiga. No te dejaré así.

— ¿Y si no hay solución?—siendo realista debía pensar en eso. Respiré profundo encogiéndome de hombros.

—Sobreviviremos. Seguiremos intentándolo.

Sonrió con amargura abriendo la boca para decir algo. Coloqué un dedo en sus labios callándolo, lo empujé con suavidad a la cama haciendo que se recostara. Tomé asiento sobre él con mis piernas a ambos lados de su cintura, introduje mis manos por debajo de su camisa acariciando la piel tibia con la yema de mis dedos. Eché un vistazo rápido girando la cabeza hacia la cuna de Diego, se había quedado dormido mientras abrazaba uno de los osos de peluche.

— ¿Enserio piensas hacerlo?—regresé mi atención al chico que estaba debajo de mí. Sus manos descansaban en mi cintura— ¿Crees que pueda ser un lobo de nuevo?—tardé en responder— ¿Omi?

—Sí, lo creo—seguí subiendo mis manos—No tengo dudas de eso.

— ¿Segura?

—Shh—me acerqué a su oído—No preguntes tanto. Confía en mí—besé su mejilla encargándome de dejar en el suelo aquella camisa. Besé sus labios con lentitud para saborearlo mejor. El cosquilleo en mi estómago ya se había vuelto costumbre. Sentí su peso sobre mí al permitirle quedar en la cima.


Desperté en medio de la noche con la respiración algo agitada. Hace una semana de todo el desastre y no terminaba de acostumbrarme a no tener el collar. Lionel estaba dormido junto a mí, su espalda ancha era todo lo que podía ver. Antes de levantarme tuve que colocarme la ropa interior tomando un camisón que casi no usaba. Me acerqué al escritorio mirando a Diego dormido en su cuna.

Una pequeña burbuja roja había en la parte inferior de la pantalla. Al abrirla me envió directo al correo. Era un mensaje de Bianca Miller:

"¡Hola!

Me parecía extraño no recibir un mensaje de ese tipo, me refiero a que, no me parece normal el hecho de que no te metas en problemas. La conexión con el collar ha seguido igual. Nada ha cambiado en mí pero lo necesito para acabar de una buena vez con todo. Sobre Lionel...no lo sé. Nunca he escuchado algo parecido, podría intentarlo pero no prometo nada. Intentaré revisar en el sótano de la casa, quizás mi madre tenga algunos libros que podrían ayudarme"

No tardé en colocar una respuesta. Antes de enviarlo leí la pregunta que había hecho y que esperaba poder responder pronto.

¿Y si pudiera ofrecer algo a cambio de que sea como antes?

*********************

Lamento que sea algo corto. Intentaré que el próximo sea más largo n.n

Boca de Lobo (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora