26. Lo correcto

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Capítulo 26

Lo correcto

Miré los pasajes en mi mano. Después de tanto me había decidido, por eso había preferido dejar de hablar con la abuela por la noche. Quería darle la sorpresa. Eric había venido para despedirse, él iría con su familia y yo con la mía. Me deseó suerte antes de soltarme. Nos volveríamos a ver cuando la rutina regresara a nosotros.

Durante el vuelo en el avión estuve durmiendo todo el rato al igual que Diego, me extrañó que no pidiera comida. Quizás ver a su madre descansando le hacía hacer lo mismo. Acaricié su cabello con cuidado manteniéndolo en mis brazos. No sé cuantas horas pasaron pero al llegar a mi destino pensé en Lauren. Seguía molesta por lo que había dicho y ella intentaba disculparse pero la herida de sus palabras seguía abierta.

Hagas lo que hagas las personas te señalarán por más buena o malas que sean tus intenciones.

—Extrañaba sentir el frío de Alaska—susurré estremeciéndome por la brisa. Diego se mantenía abrigado con su pequeña chaqueta mientras mantenía una manta blanca rodeándolo. No estaba acostumbrado a esta temperatura—Bienvenido a casa, mi niño.

Ansiosa por la reacción de la abuela me apresuré a tomar un taxi indicándole la dirección. Quería dejar a mis padres de último, sabía que sólo me criticarían, en cambio la abuela estaría emocionada de conocer a su nieto. Mis manos parecían entumecerse por el frío. Había olvidado traer algunos guantes, Diego se había quedado dormido en el camino. El equipaje estaba atrás, aquella casa que muchas veces había pasado por alto ahora me parecía lo más importante del mundo.

Recogí mi bolso colgándomelo al hombro y tomando la maleta con una de mis manos mientras mantenía a Diego en mi pecho con su cabeza en mi hombro. Avancé a la puerta tocando un par de veces, no pasó mucho en el que se escucharon chillidos de emoción, unos brazos me abrazaron con cuidado mientras un par de ojos se enfocaba en el niño que traía en brazos.


—Es muy hermoso, Naomi—susurró acariciando su pequeña mano. Dentro de la casa no hacía tanto frío. El niño seguía dormido. Miré alrededor fijando mi vista en las escaleras—No está en casa—regresé mi atención a ella—Volverá en la noche.

— ¿Está quedándose en mi casa?

—Algunas veces. La mayor parte del tiempo está en el bosque con su hermana—cambió el tema después—Creí que vendrías en agosto—habían algunas cosas que no le contaba a la abuela.

—Sí, iba a venir pero el 20 de ese mes nació, tuve que atrasar todo—expliqué—Por un tiempo estuve en el hospital cuidando del niño, estaba muy débil y algunos doctores no creían que sobreviviría por mucho tiempo.

—Oh, Dios mío—noté su mirada de horror. Lo miró y luego a mí— ¿Ya está bien?

—Sí, está más fuerte que nunca—sonreí un poco. La abuela guardó silencio pero yo decidí romperlo—Es extraño, su padre es un lobo, ¿No debería ser tan fuerte como él?

—Tal vez tenga más parte humana—se encogió de hombros—Debiste contarme sobre eso, Naomi—reprochó.

—Lo sé, lo siento.

— ¿Qué dijo Lauren sobre los dos aquí?—mi rostro cambió a uno serio y ella lo notó— ¿Tuvieron problemas?

—No quiero hablar de eso, sólo tuvimos distintas ideas y...

—Estoy segura de que las cosas mejorarán entre ustedes—sonrió con ese cariño maternal—Lauren te quiere y tú a ella también. Son hermanas.

—Sé que vivo bajo su techo con un niño de meses pero eso no le da derecho a juzgarme por lo que he hecho—me crucé de brazos. La abuela levantó una de sus cejas sin dejar de mirarme—No entiendo porque lo señalan. Nadie lo conoce como yo lo hago.

— ¿Te refieres a Lionel?—asentí. Señaló con la cabeza que me acercara. Me levanté del sillón tomando asiento junto a ella en el sofá. Diego se movió un poco sin salir de su sueño—Has mentido por él.

— ¿Qué otra cosa puedo hacer?—susurré observando mis manos—Me gustaría confesarles la verdad. Decirles quien es realmente pero no puedo hacerlo, abuela.

—No puedes dejar que ese tipo de cosas te hagan sentir mal, cariño—alcé la cabeza encontrándome con su mirada—Todas las mujeres de nuestra familia han mentido por alguien.

Corrección: Todas han mentido por un lobo. ¿Habrán pasado por lo mismo que yo? ¿Alguna de ellas tuvo la idea de no enamorarse y romper con la tradición?

—Cuando era niña, mamá nos decía que era malo mentir—tomó mi mano manteniendo al niño cerca con su otro brazo—Incluso tú misma nos decías que siempre hay que decir la verdad.

— ¿Recuerdas cuando hablamos sobre amar y querer?

—No digas que lo amo por mentir.

—Lo acabas de decir—sonrió divertida. Rodeé los ojos—Naomi, ¿Por qué mentirías por una persona que no sientes nada? Encuentra una respuesta.

—Lo haría por...mi hijo, nuestro hijo.

—Antes de que supieras sobre el embarazo, seguías defendiéndolo—señaló. Lamentablemente era cierto— ¿Acaso estuvieron juntos por su instinto animal?—me sonrojé por eso—Lo amas, no te mientas.

— ¿Si él me amara porque sigue cambiando de forma?

—El collar se lo quitará cuando él mismo lo diga en voz alta y también cuando tú lo admites.

Me parecía injusto arrebatarle esa parte de su vida. Sentí un cosquilleo en el estómago al pensar en el chico queriendo quedarse con nosotros, Diego era su hijo y nunca podría negar que viera a su padre. Nunca intervendría en esa relación. Si Lionel quisiera irse conmigo... ¿Qué podría hacer yo?

Ahí estaba el punto importante: Seguía queriendo cambiar la tonta tradición de la familia. Quería burlarme de la magia que tenía el collar pero... ¿Amo o no amo a Lionel? ¿Moriría por él?

—Lo he visto—susurré ganando su atención.

— ¿Qué cosa?

—Lo que él sueña, lo he visto—suspiré mirando al niño dormir. Sentí algo de paz y tranquilidad con su pequeño rostro sereno—Siempre es el bosque, el lago, las montañas, el canto de los pájaros...—sonreí de lado—Me gusta cuando veo lo que sueña, me gusta imaginarlo libre en la naturaleza, es parte de su ser, es un lobo, un hombre lobo, diferente a lo que suele aparecer en los libros. ¿Por qué las personas los ven como criaturas peligrosas?

—Los humanos creen que algunas cosas en el mundo son peligrosas, pero no se dan cuenta de que ellos son lo más peligroso del planeta.


Salí del baño con una toalla abrazando mi cuerpo. Tenía el cabello recogido en un moño alto. Desde que Diego nació mi cuerpo había cambiado un poco, de alguna forma sentía que tenía más curvas para resaltar. El niño miraba al techo teniendo su chupón en sus labios y uno de sus pequeños juguetes en su mano. Cuando lo movía se escuchaban algunas monedas revolverse.

Me senté junto a él cargándolo, lo apoyé en mis piernas besando su frente sintiendo su pequeña mano en mi mejilla. Sonreí un poco haciéndole algunas cosquillas escuchando su risa contagiosa. El chupón cayó de su boca a la cama, reí siguiendo con el juego notando el brillo inocente en su mirada. Acaricié sus mejillas redondas mientras él extendía sus pequeños brazos a mí. Besé sus manitos sosteniéndolas.

—Eres muy pequeño para ser uno de ellos—susurré—Y muy inocente para lastimar a alguien. Nunca pierdas eso, ¿Sí? Las personas malas siempre te dirán que lo hagas y cuando intentes cambiar será demasiado tarde.

Boca de Lobo (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora