Capítulo 33

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Siete días.
Siete días y una hora.
Siete días, una hora y cuarenta y ocho minutos llevo viviendo entre las paredes de este majestuoso palacio al que debo llamar casa. ¿Pero cómo hacerlo? Nada parece ser normal.

Azael cuida sus horarios y sus formas en palacio para no llamar mucho la atención y se rocía con una especie de aroma que inhibe los horribles olores a cazador. No mucha gente sabe lo que es Azael, lo que algún día fui yo, y tiene que mantenerse así. El pobre, sigue siendo él, pero lo conozco y sé que se siente preso aquí. Aún recuerdo las palabras de mi madre aquel día que llegamos en el carruaje que misteriosamente apareció para recogernos. Algo que seguía siendo desconocido por mi parte

"Azael se quedará y aprenderá de nosotros, así como haremos nosotros con su especie. Sabrá lo que es ser uno de los nuestros." Había ordenado mi madre sin esperar réplicas.

"¿Y qué pasa con su grupo?" Había preguntado.

"Lo sabrá temprano. Esta es mi oportunidad de poder realizar una tregua entre nosotros. No tenemos porqué odiarnos solo por ser diferentes. Podemos aprender a convivir." Había sido su última frase. 

Ninguna de mis preguntas había sido respondida. Y tengo miles. Demasiadas.

Las mañanas se hacen largas, las tardes eternas y las noches son interminables. Mis días aquí son soporíferos y aburridos. Los entrenamientos con Azael me agotan las fuerzas y exprimen mis ganas de seguir viviendo. Me falta aire para vivir. Me falta una parte de mi corazón para vivir. Y el problema es que sé perfectamente cuál es.

Es difícil olvidarse de que en dos días será mi proclamación cuando todo el mundo está haciendo preparativos para la misma. El dichoso baile me va a sacar de mis casillas. Mi madre por tradición, celebra un baile de máscaras para dar la bienvenida al verano todos los años desde mi pérdida. El motivo oculto, según tengo entendido, es que la fiesta siempre ha ido dedicada a mí, para poder honrar mi nombre en fechas próximas a mi cumpleaños. Este año, mi madre ha tenido la magnífica idea, nótese la ironía, de que será estupendo anunciar que la princesa perdida ha vuelto a Giseda, y que la leyenda, nunca fue una leyenda. Fue una verdad. Me va a costar acostumbrarme a este mundo.

Por otra parte....Beth.

Los nervios me repoblan el corazón cada vez que recuerdo el rostro de mi hermanita.
Imagino a mi hermana jugando con su cenicienta, leyendo el libro que me llevé prestando y aún no me he  atrevido a abrir, canturreando mientras baila, cocinando con mi padre, recogiendo flores, siendo ella, siendo Beth. En mis pensamientos ella siempre está. Y siempre lo estará.

Muchas noches no puedo evitarlo y me encierro en el cuarto de baño recordando con añoranza los días que he vivido disfrutando del cariño de Beth. Nunca consigo reprimir las lágrimas de dolor que emergen de mis ojos cuando siento que la he perdido. Cuando siento que lo he perdido todo incluso estando con mi madre.

Siempre evito con todas mis fuerzas pensar en Niko, pero es imposible, ¿a quién intento engañar? No dejo de preguntarme por qué no establece la jodida conexión conmigo de una vez. ¿Tanto le cuesta hablar conmigo? ¡Me lo debe! Necesito hablar con él y saber que todo va bien. Necesito que me diga que todo va a ir bien. Joder.

Dios, me voy a volver loca. Seguro. Ahora mismo no sé ni lo que pienso, no sé lo que hago, no sé quién soy.

Supongo que por eso estoy escribiendo esto.

Full Moon®  #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora