Capítulo 37

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Entonces, vi sus ojos. 

Esa mirada que había causado que tantas lágrimas fueran derramadas por mi persona. Esos ojos que parecían no tener fin dentro de su negrura y que hacían que pudiera perderme en ellos aún sin desearlo. Ese joven que creía alguien abandonado.

La gente seguía aplaudiendo, pero mi mundo se había parado en el instante en el que la oscuridad de su mirada me había invadido. No existía nada que pudiera hacer que mi atención se despegara de él. Todos mis sentidos se habían concentrado en un mismo punto y, aturdidos, no se atrevían a reaccionar. El ritmo de mi corazón se triplicaba y comenzaba a dispararse frenéticamente a medida que me daba cuenta de lo que sucedía.

-Niko.-Susurré casi sin aliento.

Desde el medio del salón, me miraba tratando de descifrar el contenido de mis ojos, como lo hacía siempre, tratando de averiguar en qué pensaba.

Mis piernas comenzaron a temblar al darme cuenta de que su cara revelaba una sonrisa y mi mano deshizo el nudo que había formado con la mano de Azael. No aparté la vista ni un segundo de Niko, no quería que fuera real. Mis piernas comenzaron a caminar solas deshaciéndome de la confianza que me aportaba mi amigo.

-Tengo que hablar con él.-Le dije antes de marcharme. No esperé su respuesta.

Esquivé corriendo los anchos vestidos que con firmeza ya bailaban con su acompañante. El tiempo avanzaba a cámara lenta mientras mis piernas se acercaban apresuradamente a él y por cada dos pasos que daba, parecía que fueran retrocedidos diez.

Por fin estuve a pocos metros de Niko.

Sentí que el tiempo se había parado a mí alrededor, todo se había congelado. Los invitados ya no bailaban al son de la música y las agujas de los relojes se encontraban petrificadas. Todo parecía haber sido cristalizado.

Aterrorizaba, tan solo pude mantenerme en mi posición. No podía avanzar hacia Niko, mi corazón había corrido hacia él tan rápido como algún día lo habían hecho las lágrimas, pero mi razón había sabido encontrar la manera de pararme.

¿Qué sentía en ese momento?¿Qué había sentido todo ese tiempo?

Fue cuando dio él los pasos suficientes como para estar pegados, cuando me di cuenta de que sus ojos, por primera vez, brillaban. Dejé que mi mundo se perdiera en su mirada observando cómo miles de cristales se rompían en mi interior.

El silencio entre nosotros no era otra cosa que el tiempo que se estaban tomando nuestras ganas en poder despegarse. Jamás habría pensado que ver a Niko habría supuesto semejante aturdimiento, semejante confusión.

Niko agarró mi mano con delicadeza y depositó un suave beso en ella que disparó todos los nervios de mi cuerpo. No podía creerme que aquel que había podido alguna vez tratado de matarme, me estuviera dedicando aquella muestra de afecto. Seguidamente, soltó con dulzura mi mano, y, sin siquiera sacar sus ojos de los míos, me dedicó una reverencia.

Dios mío.

No quería sentirme como me sentía, pero no podía evitarlo.

-Princesa.-Dijo sonriendo.-Estás preciosa.

Sacó algo de su bolsillo, pero mis sentidos estaban demasiado borrachos como para percatarme de qué era. Fue cuando lo puso en mi muñeca, cuando me di cuenta de lo que se trataba, una rosa negra. Deslumbrante y hermosa como la primera vez que había visto una igual, supo recordarme aquella claridad de los ojos de mi hermana y a ciertos días en los que mi única preocupación era sacar a Niko de mi cabeza.

Full Moon®  #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora