Capítulo Uno: Un encuentro casual.

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Stephanie es una chica de diecinueve años, ojos verdes, pelo lacio, blanca, con unas cuantas pecas en su rostro, pero no muchas, debe trabajar desde que tiene dieciséis años para ayudar a su familia, su mamá con dos trabajos necesita ayuda económica para poder mantener a Stephanie y a sus tres hermanos menores: Mathew de once años, Melissa con ocho años y Josué con apenas cuatro años, su padre murió hace tres años, por lo que ella siendo la mayor debe trabajar desde muy joven para ayudarla.

El único trabajo que no le interfería con los estudios y que le quedaba cerca de su universidad era Pete's Pizza, una pizzería grande, con ambiente familiar, así como para reunirse con los amigos, aparte de lo buena que es la comida en el restaurante, el ambiente es muy bueno, el dueño es de descendencia italiana, por lo que la comida del restaurante es este país.
Los viernes es normal que Stephanie salga tarde de su trabajo, al ser el día que más clientes llegan, en total son cinco empleados los que trabajan ahí, Fabian de 23 años, Esmeralda con 18 años, John 25 años de edad, Michael 20 años de edad y Steph. John es el que más tiempo lleva trabajando para don Marcus el propietario y Steph la más nueva.

Stephanie siempre ha sido una chica aplicada en sus estudios, muy centrada, no le gusta salir a fiestas o estar hasta muy tarde fuera de su casa, prefiere estar en su hogar con un libro y tomando una taza de chocolate caliente, nunca ha tenido novio, bueno no de forma seria. El restaurante es clásico, tiene cuadros viejos pero muy bonitos de ciertas partes de Italia, el piso es de cuadros negros y blancos, las mesas son rojas y alargadas, con lámparas medianas sobre cada mesa.

Stephanie iba saliendo de su casa un miércoles para ir a comprar unas cosas al supermercado, porque su mamá no había podido ir, cuando iba de regreso a su casa, pasó por la cafetería que está a la vuelta de su hogar.
-¡Hola Jeff! Le dijo ella al joven que estaba atendiendo ese día.

-¡Hola Steph! -¿Cómo estás? Le respondió él. -¡Bien, bueno ya sabes, un poco ajetreada con la universidad, el trabajo y mi casa. -¡Si, se escucha! Dijo él sonriendo. -¿Quieres lo mismo de siempre? Le preguntó Jeff. -¡Mmm no, hoy quiero un moca, por favor! -¡Sale un moca! Dijo él guiñándole un ojo.

Jeff ha estado enamorado desde siempre de Steph, pero ella sólo lo ve como un amigo, se conocían desde antes de que él trabajará ahí, ya que estuvieron juntos en la escuela, pero ella nunca sintió nada más que una amistad por él, aunque Jeff le ha pedido muchas veces que salgan o al menos que lo intenten, a lo que ella le dice que no, porque no quiere perder la amistad de él, porque sabe que no funcionaría.

-¡Oye Steph!-¿Qué harás este sábado? -¡Jeff, no insistas! Le dijo ella con cara de súplica.
-¡Steph pero! Le contestó el joven.
-¡Jeff, ya hemos tenido muchas veces esta conversación, si sigues por ese mismo camino no volveré más aquí! Le dijo ella enojada.
-¡Está bien, no te enojes! Le contestó él al ver que no llegaría a ninguna parte.
-¡Aquí tienes tu moca! Le dijo entregándole el vaso.
-¡Gracias! Dijo ella dándole el dinero.
Cuando ella iba a darse la vuelta para sentarse en una mesa, sonó la campanita que avisaba que había entrado alguien al establecimiento, Stephanie no se fijó en quién entraba, ni le dio importancia, tan sólo se sentó y se puso a leer su libro. Al terminar su café se levantó y se iba a marchar cuando alguien se le acercó.
-¡Disculpe señorita! Le dijo una persona con un acento diferente, llamando su atención.
-¡Sí! Dijo ella levantando la mirada. -¿Qué hora tiene? Le consultó el desconocido. Cuando ella lo miró, tenía al frente a un hombre de un metro ochenta y cinco, con los ojos color café miel, mandíbula cuadrada, con un poco de barba que no se le veía nada mal, con labios perfectos, el hombre vestía un pantalón negro, una camisa de vestir plateada, una corbata gris y que olía delicioso. Steph cuando observó al hombre se quedó sin palabras, simplemente se le quedó viendo.
-¡Señorita! -¿Qué hora tiene? Le volvió a preguntar el desconocido.
-¡Ah sí, perdón! Le contestó ella.
-¡Son las dos de la tarde! Le dijo, volviendo a ver al hombre.
-¡Muchas gracias! Le dijo él y recogió algo de una mesa y salió. ¡Madre mía! Fue lo único que pensó Stephanie al recordar semejante hombre.

Cuando llegó a su casa su madre no estaba, había salido con los chicos al parque, ya que tenía el día libre, por lo que Steph empezó acomodar las cosas que había comprado, cuando terminó de acomodar las compras en la despensa, se fue a su habitación a terminar una tarea que tenía para el lunes.
-¡Tepani! Escuchó que la llamaban y sabía que ya había llegado su madre. -¡Hola bebé! Le contestó ella a su hermanito, a lo que él respondió con sus manos.
-¡Hola mamá!
-¡Hija! -¿Cómo te fue en el supermercado? Le consultó su madre. -¡Muy bien mami! Le respondió Stephanie.
-¿Te alcanzó el dinero?
-¡Si mamá, tranquila! Le contestó su hija.
-¡Te estuvimos esperando Stephanie para que fueras con nosotros al parque! Le dijo de forma enojada su hermana.
-¡Lo siento, me fui a la cafetería después de las compras! Le dijo ella con cara de disculpa.
-¡No te preocupes hija! Le dijo su madre, al ver que ella estaba arrepentida de no haber ido con ellos, aunque ella ya estuviera grande, le gustaba ir para compartir con sus hermanos y porque su padre siempre los llevaba al parque en las tardes.

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