Capítulo Veintitrés: ¡Jugaste conmigo!

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A Stephanie empezó a sonarle el celular hasta que la despertó y contestó.
-¡Aló! Dijo con la voz ronca por llorar tanto porque la despertaron.
-¡Stephie!
-¡Hola Michelle! -¿Cómo estás? Michelle era su mejor amiga, no se veían tan seguido por la distancia ya que Stephanie vivía en Orlando y Michelle en Canadá, el mudarse por sus estudios a ese país.
-¡Ay amiga, si yo no te llamo, tú no lo haces! Le reclamó su amiga.
-¡Lo siento! Contestó ella.
- ¡Qué tienes? Preguntó Michelle, provocando que su amiga se pusiera a llora con la única persona que la ha visto.

-...
-¡Stephie! Fue lo único que le dijo Michelle.
-... Stephanie no podía hablar, tan sólo lloraba más fuerte que anteriormente cuando recién llegó a su casa.
-¡Stephie, no te voy a colgar, aunque no puedas hablar me quedaré en el teléfono hasta que te calmes! Y así pasaron muchos minutos hasta que por fin ella se pudo calmar, aunque tenía la respiración irregular y tanto su cabeza como los ojos le dolían, al menos podía hablar.
-¿Estás mejor? Le preguntó Michelle.
-¡Sssí!
-¿Qué tienes?
-¡Esss que coconocí a un chico yyy! Ella no pudo terminar de hablar porque volvió a ponerse a llorar.

-¿Las cosas no salieron bien? Le preguntó Michelle.
-¡No!
-¿Quieres que hablemos después, cuando estés más tranquila?
-¡Sssí!
-¡Ok, te quiero mucho, te llamaré un día de estos!
-¡Ok! Diciendo esto Stephanie le colgó a su amiga, llorando como hasta lo había hecho horas antes, sintiendo una brisa en su rostro, volvió a ver y efectivamente su ventana estaba abierta nuevamente.

Ella lloró tanto que nuevamente se quedó dormida, hasta que se despertó porque tenía hambre, al ser las doce media noche y al no haber comido nada únicamente el desayuno y el almuerzo, así que se puso pijama, se lavó la cara, bajó a la cocina a prepararse algo para comer, decidiéndose por un cereal, ya que no tenía ánimos como para cocinar, de vez en cuando se ponía a llorar mientras se servía la comida, mientras lo hacía volvió a sentir la brisa en su rostro estremeciéndose, pero no estaba la ventana abierta de la cocina.
-¡No llores más por él, no vale la pena! Se decía ella misma en voz alta, pero de nada servía ya que más bien lloraba más.
Stephanie subió a su habitación para comer ahí viendo televisión, cerró la ventana, se acomodó en su cama y empezó a comer mientras veía una serie de vampiros, cuando escuchó que su celular empezó a sonar avisándole que tenía un mensaje, pensando que era Stephan lo cogió rápido, pero no, era Michelle para saber cómo estaba, le contestó y apagó su celular, no quería hablar con nadie y mucho menos si los mensajes o llamadas no eran de Stephan.

Al ser la una y media de la madrugada Stephanie se levantó para lavarse los dientes, bajó a la cocina para lavar el plato y subió para acostarse y dormirse con lágrimas en los ojos.

Stephan estaba tan borracho que según él acomodaría en desastre que había hecho, pero cuando iba a recoger una botella no se fijó y se hizo una gran cortada en la mano.
-¡Mierda! Gritó al sentir el corte, al ver que estaba sangrando mucho, subió a su habitación de una forma que cualquiera que lo viera lo hubiera comparado con un abejón ya que iba chocando con las paredes hasta llegar a su cuarto, caminó hasta su baño, dónde tenía el botiquín de primeros auxilios, sacó una venda, poniéndosela en la mano un poco apretada por cinco minutos para después quitársela y no tener ya nada, la gran herida ya se había cerrado de nuevo, como si nada hubiera pasado en ella.
Salió del baño y se tiró en su cama, quedándose dormido al instante como producto de la borrachera.

Stephanie se despertó a las doce mediodía del martes con mucho dolor de cabeza, al principio se quedó asustada porque estaba en su cama, pero a los segundos recordó qué era lo que había pasado, produciendo que comenzara a llorar de nuevo, sin importar que el dolor de cabeza empeorara, ella lloró, gritó, pataleó en su cama, llamó a Stephan con su almohada en la cara, nunca la habían herido tanto, mucho menos enamorarse tan rápido para ser desilusionada, al haberle creído a Stephan cada una de sus palabras y lloró más al recordar la forma en que él le dijo Adiós, de una forma fría, distante, desinteresado, como si ella no fuera nada.
-¡Te odio Stephan! Gritó ella, lo hizo tan fuerte que lastimó su garganta.

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