Atracción Perfecta.

Capítulo Siete: ¡Insoportable!

-¿Dónde se conocieron? Pregunta Mishca, haciendo que vuelva a la realidad.
-¡Ella trabaja en Pete's Pizza! Le contesta Stephan a su padre, mirándome.
-¡En verdad! Dice él sorprendido.
-¡Si señor, ya llevo varios años trabajando ahí!
-Pero -¿Cómo te heriste la muñeca, Stephanie? Yo vuelvo a ver a Stephan como acto de reflejo y veo cómo se enoja de nuevo y me vuelve a ver serio.
-¡Un compañero de ella, lo hizo! Le contesta Stephan a su padre, mirándome y más enojado si eso se pudiera. Creo que si Bruno estuviera aquí lo mataría.
-¿Qué?

-¡Stephanie, él te lastimó la muñeca de tal manera que sólo se puede hacer con un fuerte golpe o caída! Me dice el papá de Stephan asombrado y luego veo cómo se empieza a enojar, es igual a su padre, ellos son como dos gotas de agua.
-¡Yo...! No sé qué decir.
-¡Tú nada Stephanie, ese tipo es un idiota y tú lo defiendes como una tonta! Me dice Stephan muy enojado. Me pongo de pie apenas termina él de hablar, este tipo se cree perfecto, es un idiota.
-¡No Stephan, el único tonto aquí eres tú, que te crees que eres perfecto, lo siento yo no lo soy! Le digo casi gritando, después recuerdo que no estamos solos, poniéndome roja como un tomate, me vuelvo hacia Mishca.

-¡Mishca, muchas gracias por su atención, es usted muy amable, permiso debo irme! Diciendo esto tomo mi bolso y voy caminando hasta la puerta, cuando llego a ella la abro pero de inmediato veo una mano que la cierra de golpe, asustándome.
-¿Qué haces? Le pregunto gritándole.
-¡Mi padre no ha visto tu pie todavía! Me dice con un tono que asustaría a cualquiera y sus ojos están más cafés, está furioso.
-¡No me importa! Le digo imitando su tono de voz y mirándolo a los ojos, con la única diferencia que yo debo ver hacia arriba y él hacia abajo.
-¡Stephanie, no le hagas caso a mi hijo me disculpo en nombre de él, por favor deja que vea tu pie! Me dice Mishca con cara de súplica y después vuelve a ver a su hijo con la misma cara de enojo que tiene Stephan.

-¡Gracias Mishca, pero ya me voy, sería lo mejor y mi pie se mejorará! Le digo a él mirándolo a los ojos y sonriéndole para hacerle saber que todo está bien.
-¡Papá! -¿No crees que si yo quisiera disculparme lo haría yo mismo? Le dice Stephan a su padre, sin quitar su mirada de mí. Este hombre es tan desesperante, lo odio como nunca lo he hecho, lo detesto, por mí que se muera Stephan, mejor me voy, no quiero que me vea llorar, no sé por qué pero me duele que sea así.

-¡STEPHAN! Le habla Mishca de una forma que no deja duda de que está muy enojado con su hijo.
-¡Deja que mi padre vea tu pie! Me vuelve a decir él, pero con otro tono.
-¡No, ya me voy! Le digo con un tono que le deja claro que estoy muy enojada, no entiendo cómo puede ser tan lindo en un momento y en otro todo un patán.
-¡Stephanie, querida, por favor! Me dice Mishca.
-¡Ok, pero sólo porque usted me lo pide! Le digo viendo al idiota de su hijo. Veo a Stephan levantar las manos al cielo y dice algo en otro idioma que no entiendo, se da la vuelta, camina hacia las escaleras y las sube.
-¡Disculpa a mi hijo, por favor! Me dice Mishca.
-¡No se preocupe! Le digo sonriendo pero es una sonrisa fingida y aún me parece escuchar a Stephan decir que "Si él quisiera disculparse lo hubiera hecho".

-¡Ven, siéntate! Camino con la ayuda de él y me siento a su lado, me quita el zapato y ve mi pie inflamado y un poco morado.
-¡Stephanie, tu pie no luce nada bien! Me dice él con un tono de preocupación.
-¡Debes reposar, no puedes andar caminando, porque si no tu pie no mejorará y sólo vas a conseguir que empeore! Me dice Mishca mirándome. Lo que él no sabe es que no me puedo dar el lujo de quedarme en mi casa, debo ayudar a mi mamá.
-...
-¡Ella es el ser más terco que pueda existir, papá! Escucho que Stephan le die a su padre pero ¿En qué momento bajó? No lo vi, ni escuché sus pisadas. -¡Stephan, te comportas! Le dice su padre con un tono de voz que hasta me da miedo.

Lo observo conforme se acerca a nosotros y camina como un felino, que va detrás de su presa, es elegante y sus movimientos son elegantes, él es elegante.
-¿Qué tiene el pie de ella? Le pregunta a Mishca viéndome. ¡Claro como si te importara! pienso.
-¡Efectivamente, es un desguince, pero mientras que ella no repose no se va a recuperar y sólo afectará más su pie, Stephan sólo me observa y se ve enojado. Mira que ¡Este hombre está loco, creo que es bipolar!
-¡Ya escuchaste a mi papá!
-¿Ahora sí vas a reposar?
-¿O quieres que tu pie empeoré? Me dice tratándome como una tonta.