Capítulo Cinco: ¿Caballero?

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Ahora sí me va a dar algo, está furioso conmigo y no lo conozco. ¿Quién será este tipo? Él es muy guapo, pero me da miedo la forma en que me mira y me habla.
-¡No te miento! Le digo bajando la mirada ¿Por qué me hace sentir como una niñita?
-¡Sólo te quiero ayudar! Me dice con la voz más tranquila y levanta mi rostro con sus dedos.
-¿Quieres ir al médico para que te vea la muñeca? Me pregunta pero mientras lo hace mira mis labios, provocando que inconscientemente los sienta secos así que los chupo un poco, veo cómo él sigue el recorrido de mi lengua sobre ellos, provocando en mí muchos sentimientos, y de repente me provoca una sonrisa por su cambio, de ser un león ahora se comporta como todo un gatito manso. ¡QUE GATITO!

-¿Te ríes de mí? Me pregunta con una sonrisa de medio lado.
-¡No, no me rio de ti! Le contesto también sonriendo.
-¡Debo volver a mi trabajo! Le digo para poder respirar tranquila, con él cerca de mí siento que ni siquiera puedo hacer que el aire llegue a mis pulmones, pero cuando me vuelvo y comienzo a caminar el tobillo me duele montones.

-¡AY! Grito por el fuerte dolor que siento y cuando creo que me voy a caer, me preparo para el golpe, pero nunca llego al suelo, todo lo contrario siento que floto y cuando me doy cuenta estoy en sus brazos.
-¿Qué haces? Le pregunto poniéndome de color escarlata y con mucha pena con él.
-¡No creerás que te voy a dejar caer! Me contesta de forma seria.
-¡Estoy bien, gracias, pero debo ir a trabajar! Le digo, pero lo que en realidad necesito, es que me suelte porque me pone nerviosa, no porque me vaya hacer daño, sino porque me siento segura en sus brazos y no me gusta ese sentimiento de confort cuando estoy tan cerca de él.
-¡Hey Marcus! Le dice el hombre a mi jefe desde afuera, yo no sabía que ya había llegado él, haciendo que el que considero como mi abuelo salga y me vea en los brazos del desconocido.

-¡Stephan! -Pero ¿Qué pasó? -¿Qué te pasó? Pregunta él mirándonos del uno al otro, como si estuviera viendo un partido de tenis.
-¡Estoy bien don Marcus! Le respondo aún en los brazos del extraño.
-Stephan -¿Qué pasó? -Dímelo tú porque esta niña no lo hará, es bastaste cabezona y me tiene preocupado.
-¡Ella no está bien, su pie está mal aún y su muñeca está LATIMADA! Cuando le está respondiendo y le dice lo de mi muñeca veo como su rostro cambia y se vuelve a enojar.

-¡Estoy bien y tú, bájame! Le digo a ambos enojada.
-¡NO! Me dicen ambos en coro y me quedo desconcertada.
-¡Pero! No me dejan terminar de hablar porque ambos me miran con reproche, ahora sí me siento como cuando uno estaba pequeño y no lo dejaban opinar de algo, ok, de esa misma manera me siento en este preciso momento con ellos.
-¡Te quiero pedir permiso para llevarla dónde mi padre, para que la revise!
-¡Claro ve, llévala y de paso me saludas a tu papá! Le dice Marcus.
-¿Qué? -¡No, yo no iré a ningún lado! -¡Sí! Me vuelven a contestar ambos en coro.
-¡Pero yo no puedo ir! Les digo, pero ellos lo que hacen es mirarse entre sí, como si mi opinión no importara, me dan ganas de gritarles que ¡es mi muñeca y mi pie! Aparte no tengo dinero para pagarle y no me puedo dar el lujo de deber dinero.
Hasta ahora me doy cuenta que no sabía el nombre de este tipo tan guapo, así que se llama Stephan, lindo nombre y le calza de maravilla; este hombre es el ser más hermoso que he visto en mi vida, alto, con ojos café miel, mandíbula cuadrada, pelo lacio, castaño oscuro, labios perfectos, huele delicioso y no tengo palabras para describirlo sólo ¡Él simplemente es perfecto!
-¡Stephanie! Escucho que mi jefe me habla con la voz un poco tensa.
-¡Perdón, estaba pensando! Le respondo y sé que estoy roja.
-¡Vamos Stephanie! Me dice Stephan, me encanta como suena mi nombre en sus labios.
-¿Qué? -¡No, no puedo ir, ustedes no me escucharon! Les digo señalando a ambas y ya estoy furiosa, pero en ese momento veo que los dos se vuelven a ver y hacen un gesto afirmativo con la cabeza, que no la entiendo, hasta que Stephan camina hasta su auto.

-¡Bájame, bájame! Grito lo más que puedo, provocando que mi jefe se ría y tiene el descaro de decirme adiós con la mano. Stephan abre la puerta del pasajero y me sienta, pero en lo que quiero abrirla para salir, él le pone el seguro para niños, no lo puedo creer, ¿qué se cree este hombre?, él da la vuelta, se sienta a mi lado y enciende el auto.
-¡Ábreme la puerta! Le grito, provocando que él sonría de medio lado. ¡Por Dios es tan guapo! ¡Te está raptando, tonta! Me contesta mi mente.
-¿Qué haces? -¡Quiero bajarme de aquí! Le digo entrando en pánico y llorando, no me había dado cuenta que estoy llorando, hay no, no me gusta llorar delante de la gente, nunca lo he hecho, ni cuando murió mi papá lloré delante de las demás personas.
-¡Cálmate, sólo quiero que te vea un doctor y mi padre lo es! Mientras me dice esto me mira a los ojos, provocando que un millón de mariposas vuelen en mi estómago y secando unas cuantas lágrimas de mi rostro con sus dedos ¡Ay no su contacto me encanta!

Atracción Perfecta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora