Capítulo Cuatro: Visita Inesperada.

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Ya voy de camino a mi trabajo como queda cerca de mi casa voy a pie y así aprovecho para hacer un poco de ejercicio, vuelvo a sentir como una respiración, me vuelvo de forma violenta y a la vez grito provocando que las personas que van delante de mí se vuelvan a ver qué me pasa, disimuladamente y con pena agarro mi celular haciendo que estoy hablando con alguien.
Llego a mi trabajo, saludo a mi jefe con un beso en la mejilla, lo veo como mi abuelo, es tan cariñoso con todos, me abraza y me da un beso en la cabeza.
-¡Buenas tardes! Le digo, aún entre sus brazos.
-¡Buenas tardes, mi niña! -¿Cómo amaneciste?
-¡Muy bien gracias! Le respondo.
-¿Cómo sigue tu pie? Me pregunta de una forma que me dice que no le gusta que esté aquí, por mi pie, cuando debería de estar guardando reposo.
-¡Muy bien, ya no te preocupes! Le digo dándole otro beso en la mejilla y voy a recoger mi delantal.

-¡Bu! Me dicen cuando estoy abriendo mi casillero dónde tengo mis cosas, provocando que dé un brinco y me lastime el pie.
-¡Ah! Grito a todo pulmón y arrugando la cara por mi pie.
-¡Lo siento, Stephie! Escucho una voz muy familiar detrás de mí.
-¡Bruno, eres un tonto, me asustaste! Le contesto con mi mano en mi corazón, que siento como si se me fuera a salir del pecho.
-¡Lo siento en verdad Steph! Salgo de ahí enojada y con mi delantal en la mano, no me lo pude poner adentro porque no quiero estar cerca de él.

-¡Steph, espera, lo siento! Escucho que grita detrás de mí y escucho sus pasos dónde viene, mientras voy caminando al frente del restaurante me voy poniendo el delantal.
-¡Déjame Bruno! Le grito.
-¡No, espera Steph, no te enojes, te quería dar una sorpresa! Me dice él como excusa.
-...
-¡No me ignores, por favor!

Llego al frente del restaurante y Bruno sigue detrás de mí, cuando siento que me sujetan de la muñeca y me giran.
-¡Suéltame Bruno! Le grito enojada y con mi pie matándome, no lo aguanto. -¡Stephie, escucha, lo siento en verdad, sólo era una broma!
-¡Suéltame Bruno, en verdad! Le grito aún más fuerte, por suerte no hay ningún cliente.
-¡Stephie, yo...
-¡SUÉLTALA! Asustada por esa voz que no conozco y suena aterradora, me vuelvo y lo veo.
-¿Suéltala o qué? Le responde Bruno enojándose con el desconocido.
-¡Hey, ya los dos! Digo para calmar los ánimos porque esto no se ve nada bien.
-¿Quién eres? Pregunta Bruno. Mientras que él hace esta pregunta yo logro soltarme de su agarre, que no me había dado cuenta, pero él me estaba lastimando la muñeca, la tengo muy roja.
-¿Estás bien? Me pregunta el extraño, viéndome a los ojos.
-¡Sí, gracias, pero todo está bien! Le digo mientras me froto la muñeca que me duele mucho, no sé cómo pero él se da cuenta que algo pasa, porque de inmediato baja la miraba.

-¡PARA VER TU MUÑECA! Me dice, pero eso sonó más como una orden, por lo que me le quedo viendo y levanto una ceja cruzándome de brazos a la vez.
-¡No le hables así! Le dice Bruno, levantando la voz. -
¡PARA VER TU MUÑECA! Me vuelve a repetir, pero esta vez tratando de agarrar mi mano, e ignorando a Bruno, que no está muy contento con él.
-¡Déjala! -¿Quién eres? Ay no, veo como el extraño vuelve a ver a Bruno y parece que le va a pegar, cualquiera diría que en cualquier momento le va a empezar a salir humo por la nariz de lo enfadado que está.

-¡Mira, estoy bien! Cruzo los dedos para que me crea y dejo de frotar mi muñeca.
-¡Gracias, pero él sólo estaba molestando! Le digo para calmar los ánimos de nuevo.
-¡Steph, no tienes por qué darle explicaciones a este tipo? Dice Bruno acercando su rostro al del extraño, pero Bruno es tonto o quiere morir, el tipo es más alto que él como por una cabeza y media.
-¡Bruno, cálmate por favor!

-¡Ven! Le digo al extraño tomándolo del brazo para llevarlo afuera, a la parte de atrás del restaurante, porque no quiero asustar a los clientes por si pasan por aquí al frente y que Bruno no cabe su propia tumba.

Cuando llegamos afuera respiro profundo para relajarme, siento como si tuviera una jungla en mi espalda y me duelen los hombros por estrés de hace un rato. ¡Oh por Dios!
-¡Quiero ver tu mano! Me dice de nuevo el extraño, pero de una forma más tranquila y su voz suena muy sexy, tiene una voz muy bonita y a eso agrégale el acento que tiene. Le extiendo mi mano para que él mismo la pueda examinar, pero cuando lo hago levanto mi mirada porque él es más alto que yo, y descubro que él me está mirando, toma mi mano y siento una corriente eléctrica con su roce. ¿Qué es esto? Pienso, es la primera vez que siento algo así.

-¡Tienes la muñeca lastimada! Me dice con la voz más grave, por lo que me doy cuenta que está enojado.
-¡Estoy bien! Le digo para que uno: no mate a Bruno y dos: porque quiero irme adentro, este hombre me hace sentir cosas que nunca he sentido y me confunde.
-¡No lo estás y lo sabes, no me mientas!
-¡En verdad, no es nada, lo que pasa es que tengo la piel muy sensible y con cualquier cosa se me pone así, pero estoy bien! Le sonrío mientras le digo esto para convencerlo.

-¡NO ME MIENTAS, DETESTO QUE ME QUIERAN VER LAS CARA DE TONTO! Ahora sí, no sé si sentirme más atraída por su voz agrave, enojada porque no sé ¿quién se cree? o miedo.

Atracción Perfecta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora