Capítulo Quince: ¿Que hay entre nosotros?

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-¿Se puede saber en qué pensabas esta vez? Le preguntó él.
-¡En nosotros! Le contestó ella, con un poco de rojo en sus mejillas, haciendo que él sonriera y le pasara sus dedos por la mejilla derecha.
-¡Me gusta mucho como suena la palabra "nosotros"! le dijo él con una hermosa sonrisa, haciendo que ella se sintiera mejor y ya no tuviera vergüenza.

-¡Creo que ya llegó la pizza! Le dijo él al escuchar una moto fuera de su casa, por lo que dejó a Stephanie sola en la cocina para ir por su comida, mientras él iba por el pedido, ella se puso a llenar los vasos ya que se habían bebido los refrescos.
-¡Mierda, mierda, me quemo, me quemo! Venía casi gritando Stephan por lo caliente que estaba la pizza.
-¡Ponla aquí! Le decía Stephanie señalando el desayunador, pero él aún no llegaba a la cocina e iba gritando.

Cuando Stephan llegó a la cocina y colocó la pizza en el desayunador, prácticamente la hizo tirada, ya no aguantaba las manos de lo caliente.
-¡Para ver tus manos! Le dijo Stephanie, al ver la cara de dolor que tenía él.
-¡Está caliente, te lo garantizo, no te preocupes de comerla fría porque no lo está, doy fe de eso! Le contestó él soplando sus manos.
-¡Stephan, quiero ver tus manos! Le dijo ella poniendo sus manos en las caderas.
-¡Es que me duelen! Le contestó él, como si fuera un niño pequeño y abriendo el tubo del fregadero para echarse agua.
-¡Dame! Le dijo ella, riéndose de él al verlo, todo un hombre grande y fuerte comportarse como si fuera un niño.

-¿Te burlas de mí? Le dijo él indignado de que ella se estuviera riendo de él.
-¡Y lo haces en mi cara!
-¡.....! Ella no pudo contestarle nada ya que estaba tomando su estómago de la risa al ver la cara que tenía Stephan y por el puchero que hizo antes de hablar.

-¿Stephanie, en verdad, bebé te burlas de mí? Le dijo él cruzando sus brazos y mirándola fijamente.
-¡Yo... lo...siento...pero...! No pudo terminar de hablar de hecho hasta le costaba respirar de la risa que tenía y porque el dolor de estómago empeoró.
-¡Me alegro de ser un payaso para ti! Le dijo Stephan, sentándose en uno de los taburetes que hay en el desayunador.
-¡No, no te enojes, no eres un payaso! Le contestó ella, al ver la forma en que él la miraba, Stephanie se le acercó a Stephan, colocó sus brazos alrededor del cuello de él y Stephan colocó sus manos en las caderas de ella, pero cuando se iba a disculpar por reírse de él, nuevamente se puso a reír en su cara.

-¡STEPHANIE! Le dijo él, ahora demasiado indignado mucho más que antes, porque se reía en su cara, literalmente.
-¡Lo sien...to, en...ver...dad! Le contestó ella a como pudo.
Stephan ya un poco molesto porque ella seguía con su risa, hizo el gesto de que si iba a poner de pie, haciendo que ella dejara de reír.

-¡Ya, en verdad, lo siento, es que parecías un niño! Le dijo ella como una forma de justificarse.
-...
-¡Stephan, lo siento! Él se iba a poner de pie, pero nuevamente ella no se lo permitió y más bien se sentó en sus regazos, por lo que él se quedó quieto por que no se esperaba eso de ella, al ser una chica tímida.
-¡Lo siento de verdad! Le dijo ella poniendo ojo de cachorrito y dándole muchos besos en la cara, provocando que ahora fuera él quién sonriera.
-¡Está bien, nena! Le dijo Stephan. Al escuchar la forma en que le habló él, Stephanie dejó de darle besos y se quedó en shock, ya que nunca la habían llamado así, menos un hombre mayor que ella, con el que apenas llevaba siete horas de conocerse y el cual sólo lo había visto dos veces con anticipación.

-¿Dije algo malo? Le preguntó él al ver como se quedó ella y por la cara que puso.
-¡No, para nada, todo está bien! Le contestó ella tan roja como un tomate.
-¿Entonces por qué te pusiste tensa? -Y ¡No me mientas, yo te sentí! Le preguntó él mirándola a los ojos.
-¡Es que nunca me han llamado así! Le contestó ella, apartando la mirada y poniéndose roja.
-¡Hey no, no lo hagas, no quiero que esquives mi mirada Stephanie, por favor! Le dijo él tomando su mentón y bajando su mirada para encontrarse con la de ella.
-¡Es que me da pena, Stephan!
-¿Por qué? Le consultó él.
-¡Comamos primero que ya la pizza debe de estar fría y luego hablamos, si quieres! Le propuso ella.
-¡De acuerdo, pero luego hablamos!

Una hora y media después:

Luego de que se comieron entre los dos la pizza de dieciséis slices, un queque de chocolate mediano y mucho refresco, tanto Stephanie como Stephan estaban demasiado llenos, sin darse cuenta de lo rápido que pasó el día para ambos, cuando Stephanie se dio cuenta ya eran las seis de la tarde, dando un brinco en el sofá donde estaban ambos sentados.
-¿Qué sucede? Le consultó Stephan. -¡Stephan son las seis, mi mamá no debe de tardar en llegar a la casa y yo aquí, me tengo que ir! Le dijo ella poniéndose sus zapatos y buscando su celular para revisar si su madre la había llamado.
-¡Yo te llevo! Le dijo él.
-¡En verdad! Expresó ella.
-¡Claro nena! Le dijo Stephan, abrazándola y dándole un beso rápido en los labios.
-¡Gracias! Le contestó ella con una sonrisa y besándolo. En cuanto ella encontró su celular, éste sonó y en la pantalla apareció palabra "Mamá", es mi madre, le dijo a Stephan, quién la miraba desde el otro lado de la sala, ya que estaba buscando también el celular de ella.

-¡Hola mami! Le dijo Stephanie a su mamá, al contestar la llamada.
-¡Hola Steph!
-¿Cómo están? Le preguntó a su mamá.
-¡Muy bien, de hecho para eso te llamaba, para decirte que nos vamos a quedar aquí, tu tía no se ha sentido bien y no quiero dejarla sola.

Mientras Stephanie escuchaba a su madre, Stephan la tomó de la mano y la llevo hasta el sofá en el que estaban anteriormente, él sentó y la sentó a ella en sus regazos.
-¡No hay problema, mami! Le respondió ella.
-¡Hija, lo siento, sé que dije que llegaríamos hoy, pero en verdad estoy preocupada por tu tía, espero convencerla de ir al médico, el miércoles lo más tardar y ese mismo día regresaríamos.
-¡Lo entiendo mami, no te preocupes por mí!
-¡Sé que no te gusta estar sola en casa por mucho tiempo! Le dijo su mamá, con un tono de voz de disculpa. -¡No te preocupes, estaré bien, te lo prometo, cuida a mi tía y dile que la quiero mucho!
-¡Gracias por entender, te quiero mucho, te cuidas y te tengo que colgar porque tus hermanos y los gemelos!
- ¡No te preocupes, me imagino que los chicos te están sacando canas verdes! Le dijo Stephanie entre risas. -¡De todos los colores puedes asegurarlo! Le dijo su mamá. -¡Adiós hija, te quiero!
-¡Adiós mamá, yo también!

Atracción Perfecta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora