Si bien su historia nunca había sido la mas alegre o la mas romántica, si contenía la realidad de cada historia vivida en el mundo, si bien se habían querido, ninguno lo había hecho de la misma forma, ambos habían sido jóvenes e inexpertos, ambos habían vivido el amor de la forma mas cruel y pura posible, nadie les había dado una dulce pizca de azúcar en sus vidas, pues a tan corta edad habían vivido la perdida, el dolor, el sabor amargo de todos los días pero ambos habían aprendido a ser fuertes, felices y agradecidos.
El tiempo había pasado, lento y doloroso para ella, pues las semanas se hacían pesadas y las noches mas frías de lo común, la dulzura del café negro en esa cafetería se le había hecho fastidiosa haciendo que ese lugar quedara en el olvido, los parques a los cuales solían ir, le parecían lugares para niños inmaduros y gente enamorada que vivían una fantasía surrealista donde el amor es bello y sin precio. La universidad ahora estaba vacía pues desde su partida ya no había razón, motivo o compañía parecida a la suya, entraba a la biblioteca solo con un objetivo ya no disfrutaba de su cosas típicas era otra y el tiempo la había visto creer incluso madurar, todos la habían visto reír, bromear, salir y disfrutar de los detalles y aunque nada en su aspecto había cambiado sus ojos ya no tenían esa chispa que terminaba de alumbrar todo, reía se veía contenta pero mas bien se hacia notar su falta de...algo.
Era lunes por la mañana y llegaba tarde a su primera clase, debia entregar un reporte por lo que corrió rápido por los pasillo de ese lugar, su mente estaba agitada mientras ligeras gotas pernearon su frente, mordió su mejilla mientras intentaba no tropezar con nadie, sus manos viajaban arreglando las hojas en sus manos cuando un fuerte estruendo hizo que volteara poco metros detrás una figura yacía sobre el suelo papeles lo rodeaban mientras que hacia un fuerte esfuerzo por querer tomar aire. Sin dudarlo corrió hasta su encuentro, encontrándose con un chico de ojos azules buscando desesperados una luz, una ayuda.
—¡Hey! —Tomo su rostro entre sus manos, buscando que esos ojos no se apagaran en los desesperos que hacia su pecho por tomar aire.
—M-mi...mi —Su voz ahogada rogaba una salvación. Sus manos temblorosas viajaron por su ropa en busca de ese algo, tal vez algún medicamento, alguna ayuda, y justo en su bolsillo encontró un inhalador. Lo dio rápido viendo como la figura que yacía sobre sus piernas recuperaba ese color vital en sus mejillas, respiro hondo mientras ese alivio recorría su cuerpo y esa energía vertiginosa se alejaba de su cuerpo.
—¿Estas bien? —Pregunto casi en un susurro buscando sus ojos. El chico asintio lento mientras su mirada divagaba por el lugar, pronto se dio cuenta de que no era la única en la escena pues unos cuantos estudiantes ya se encontraban alrededor. Ayudo al joven a levantarse y cuando noto que su respiración se había regulado recordó su importante clase aquella mañana. —Lo siento mucho quisiera seguir ayudándote pero estoy algo apresurada y voy demasiado tarde —Hablo alargando las palabras mientras comenzaba a correr de nuevo por el lugar.—Señora Hamn necesito entregarle esto, sabe que es importante para mi nota —Rogó una y otra vez mientras su profesora permanecía con una facción seria en el rostro.
—Llegas extremadamente tarde no puedo aceptarlo.
—Tuve una emergencia ya le dije, por favor ¿Podemos arreglarlo? Puedo hacer algo extra —Suplico.
—Ya te di una oportunidad antes, sabes que no doy mas de una así que con tu permiso —La mujer paso por su lado sin dudar en cada paso. Se lanzo al piso abatida abrazando sus rodillas, estaba acabada, sin ese reporte su notas se irían al caño, lanzo una patada mientras la rabia hacia crujir sus dientes.
—No sabia que luchabas en tus tiempos libres —Aquel chico de ojos azules se encontraba de pie frente a ella, se permitió divisarlo desde su altura y noto que no era nada feo, de hecho esos ojos eran extremadamente hermosos e hipnotizantes.
—N-no, yo... solo, olvídalo no es importante —Se excuso encogiéndose de hombros. El chico solo río ante el gesto.
—Oye debo darte las gracias por que me ayudaste, de hecho me salvaste la vida y quiero darte las muchas gracias por eso —Musito rascando su nuca.
—No es nada, no te preocupes —Se levanto sacudiendo su jeans.
—Para mi fue mucho, ¿Puedo invitarte a un café en muestra de mi agradecimiento? —Su forma de hablar casi la hace reír, había mucha gracia y elegancia en cada palabras.
—Bueno solo acepto por que me apetece un café ahora —Río siguiéndolo hasta su auto.
Minutos después estuvieron en una cafetería.
—Entonces estudias derecho y estas en ultimo año —Menciono resumiendo la historia que había contado el antes.
—Exactamente señorita ¿Y tu me has dicho que estudias medios audiovisuales? —Asintió mientras veía como una camarera se acercaba a dejar los pedidos.
—Lola, que bueno verte por aquí hace mucho no dabas un vistazo —Sonrio la dulce camarera, era una chica de mas o menos su misma edad.
—Es bueno estar de vuelta —Sonrio de vuelta mientras llevaba el café a sus labios finalizando el encuentro.
—¿Así que te llamas Lola? —Recito el con una sonrisa ladeada.
—Si, bueno mi verdadero nombre es Lorelay pero nunca me gusto así que todos me dicen Lola —Comento mientras sus manos hacían ademanes.
—Bien pues Lorelay me parece un nombre hermoso —Susurro acercándose a ella. —Y dime Lorelay ¿Porque tu partida de este hermoso lugar? —Pregunto notando la rojez en sus mejillas.
—B-bueno... solía venir aquí con un amigo, pero el se mudo hace unos dos años y no volví a venir, supongo que por los recuerdos.
—Oh ya entiendo.
—Si bueno, siempre me gusto venir aquí, sirven el mejor café de la ciudad.
—Estoy de acuerdo contigo en eso —Sonrio elevando su tasa, gesto que ella imito risueña.
—No me has dicho tu nombre "Don misterio" —Señalo poniendo la voz mas gruesa haciendo que una carcajada saliera de su boca.
—Mi verdadero nombre es Mateo pero dime Matt por favor —Llevo la tasa a sus labios.
—Así que tampoco te gusta tu nombre entero —Sonrio juntando sus manos sobre la mesa —Bien entonces tengamos un trato, como te gusta mi nombre y a mi el tuyo...Yo dejare que me digas Lorelay si dejas que te diga Mateo. —Extendió una mano frente a el, la cual rápido acepto.
—Es un trato —Sentencio frunciendo el ceño —Es un placer haberte conocido Lorelay.
—El gusto es mio Mateo....
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Un amor en septiembre
Teen FictionEl amor prohibido duele, pero uno que no es correspondido destroza el alma en mil pedazos. ¿Que pasa cuando haz de vivir con ese sentimiento a boca cerrada? Es momento de que esta hermosa historia, donde una simple chica conoce lo maravilloso que es...