Capitulo 12

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Subió las escaleras mientras su cabeza lanzaba punzadas mortales a su cerebro, los sollozos llenaban el ambiente de su casa, sus pies se enredaron haciendo que el piso frío del pasillo fuera su destino, y allí cayo, llorándolo, lamentando todas las palabras que había dicho, todo lo que había soltado, ahora estaba sola, su mundo, el chico que tanto amaba, hoy daba una partida sin vuelta atrás, sin mirar ni una vez de lo que ahora se perdía en el olvido.
—¡Te odio maldita arpía! —Grito mientras daba golpes al piso duro debajo de ella, culpando de todo a esa rubia que había hecho lo que quería, que había destruido una de sus posesiones mas valiosas. Sus nudillos comenzaron a sangrar pero poco le importo pues la rabia, el dolor, la decepción, el lamento era lo único que llenaba su sistema, el odio y el desprecio que sentía ahora por ese sentimiento llamado "Amor" , solo en eso pensaba, ¡Todo lo que el había dicho! la había rechazado y la había condenado a un mundo de desdicha por no estar a su lado.
—¡Lola! —Su madre llego rápido tomándola en brazos, viendo como sangre bajaba por su dedos, como los quejidos de dolor salían de su boca sin control, la arrullo como a un bebé mientras dejaba que todo su dolor saliera.
—Rick no me quiso mamá, el no me quiso —Murmuro entre llantos.


Los días pasaron, y aunque lucían igual a los demás mientras que la rutina no había cambiado, ambos seres se encontraban sumidos en una depresión invisible para los demás, pues si bien ella sonreía igual, comía igual, vestía igual y hacia todo igual, su corazon, su alma y sentimientos estaban rotos. Una semana tras otra paso, y ni una palabra o mensaje fue recibido uno del otro. Eso torturaba sus sentidos pues si bien había querido llamarlo muchas veces su madre solo decía que no estaba en casa.
Era viernes por la tarde y estaba por salir de clases cuando de lejos lo miro salir de la oficina del director, su corazon aun lastimado palpito rápido cuando lo miro, sus ojos llevaban ojeras y su cara se veía larga y pálida, sin pensarlo mucho se encamino a su encuentro pero fue detenida por lo muchos estudiantes que caminaban a esa hora por el pasillo.
—¡Rick! —Grito en un intento, obteniendo su mirada momentánea, que se cruzo en una desconocida, pues el joven solo dio media vuelta para continuar con su camino, dejándola con las ganas inmensas de saber sobre el, con la decepción en la palma de su mano, mas la sentencia a una perdida.
Julia se animo muchas veces a verla de hecho el comenzar en la Universidad pensó que la ayudaría pero solo veía como esa floresilla se marchitaba con el pasar de las semanas y si bien había dejado de llorar, su mirada perdida y su actitud taciturna solo gritaban un nombre y una causa, Rick parecía perdido en su mundo, actuando solo y por su cuenta.
Al pasar dos meses, Julia se atrevió a ir a casa de Rick, debía arreglar por si misma la situación porque sabia que ambos sufrían, que ambos se extrañaban, pero regreso con una sorpresa.

—Julia ¿Como estas? Pasa...Lola esta en su habitación, ya sabes —La madre guiño el ojo, abriendo así la puerta para que la chica sonriente pasara. Abrió la puerta de su habitación sintiendo como toda esa aura triste la recorría.
—Lorelay —Llamo en broma, sintiendo las risas de la joven que se encontraba sobre su cama con un libro en manos.
—Julia, no me llames así, sabes que lo odio —Sonrio invitándola a sentarse.
—Lo hago por molestarte... —Musito —¿Como estas? —Pregunto al cabo de unos minutos sin respuesta.
—Mejor —Admitió en una media sonrisa.
—Eso...me alegra.
—¿Que pasa? —Pregunto al ver como Julia se astenia, parecía que sus labios hicieran un fuerte esfuerzo por guardar el secreto menos confesable.
—N-nada...¿Porque lo preguntas?
—Julia —Regaño presionándola.
—Lola no es nada...solo estoy pensando.
—¿En que?
—Bueno en cosas de la vida, cosas que pasan y...
—¿Fuiste a ver a Rick? —Pregunto, haciendo que su acompañante frunciera el ceño en confusión
—¿Como lo supiste?
—Lo tienes casi tatuado en los ojos, ¿Paso algo? —Pregunto nerviosa, tratando de ocultar la preocupación que sentía.
—Bueno...—Desvío su mirada por la habitación, trataba de evitar el tema, lo sabia.
—Julia suéltalo ya, no pasa nada —De hecho, una vertiginosa red de emociones corrían por su cuerpo, junto con la ansiedad y el miedo que de el estuviera en peligro.
—Rick...bueno...se fue a España con su padre —La noticia cayo como balde de agua fría sobre su cabeza, pues incluso sintió como todos los músculos de su cuerpo se tensaron ante la sorpresa, Rick se había ido, y se había ido muy lejos. Y aunque hubiese imaginado mil cosas, esa dolía mas, pues ahora estaba confirmada su mera existencia en el planeta, porque aun teniéndolo a contados kilómetros de casa, ahora en otro país muy lejos era imposible saber de el y eso dolía, dolía en lo mas profundo de su ser y sin poder evitarlo, cedió a las lágrimas a esas amigas que hacían un duro esfuerzo por limpiar su alma.

Un amor en septiembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora