Capitulo 24

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Sus pies descalzos rozaban el piso frío de aquel gran salón, su vestidura no parecía corresponder al lugar donde se encontraba, su cabello despeinado volaba con el viento frío, igual que una niña pequeña corrió por el lugar buscando el numero de esa habitación que contenía lo que la hacia feliz.
Pronto, con algunos regaños detrás de ella, las miradas extrañas que le fueron proporcionadas por aquel gesto de inmadurez se clavaron en su espalda, pero las ignoro por completo deteniéndose en aquella puerta, toco repetidas veces sintiendo su pecho subir y bajar, listo, preparado y ansioso por las decisiones que estaba decidida a tomar, su vida en un rumbo correcto parecía llenarse de colores, fuertes, intensos llenos de...vida.
La puerta fue abierta por el, que la recibió con los ojos como platos, su cabello ya no estaba bien peinado, de hecho iba despeinado tal como solía llevarlo en esos años, sus ojos color oliva estaba brillosos, llenos de sorpresa junto con esa camisa blanca que ya tenia algunos botones sueltos.
—Lola —La sorpresa en su voz, su nombre pronunciado de esa forma por esos labios, solo le infundio confianza. Avanzo con cuidado atrapando sus labios, poco a poco sorprendido también el cedió a la exigencia de sus labios en los suyos. La puerta fue cerrada en un gran estruendo que ambos ignoraron, si bien estaba sorprendido entendía porque lo hacia, sus manos viajaron a través de las prendas que guardaban ese cuerpo que tanto había deseado. Ella se lo permitió, dejando que las sensaciones se hicieran dueñas de sus sentidos, que el...se hiciera dueño de su entera alma que si bien sabia le había pertenecido siempre.
—¿Estas segura? —Pregunto el jadeando sobre su boca, la miro, la estudio con sus ojos, sus mejillas encendidas, el calor que emanaba su cuerpo solo le confirmaban sus acciones, mas aun anheló ver la aprobación escrita en sus labios. Esta asintio repetidas veces, abanicando con sus pobladas pestañas esos ojos hermosos que lo enloquecían.
Procedió a continuar con su cometido, despojándola de las telas que la envolvían, saboreando su piel cremosa con sus manos, con sus labios, llenándose de su increíble olor a mujer la escucho aceptar varias veces, con suspiros llenos de lujuria con leves gemidos que lo invitaban a continuar. Dejo que esta hiciera lo mismo con el, mientras se deleitaba en sus reacciones, en las ansias que demostraban su piel erizada. Se abrió camino en ella llenándola, explorándola en su completa vulnerabilidad, haciéndola suya, con ese sello no tan visible que solo ella conocería.
El amanecer abría paso en su cumbre, llevándose el frío en cada destello de luz, un nuevo sol en nuevo año se reflejaba en los vidrios, en los ventanales de los edificios fuera de esa habitación que mantenía oculta a esas dos almas, despojadas, compleméntate entregadas la una a la otra, llenándose de la pertenencia del lugar, sintiéndose completos...uno solo.

—Quiero estar siempre contigo —Murmuro, contra su cabellera larga, que reposaba sobre su torso desnudo. Dibujaba círculos imaginarios mirando como la piel de ella se erizaba. Subió sus ojos hasta los suyos, mirándolo atenta, concentrada en la lectura de sus ojos, sonrío al notarlo
—¿A que te refieres? —Pregunto serena, cerca de sus labios.
—A muchas cosas —Respondió despistado mientras posaba sus manos detrás de su cabeza.
—¿Puedo saber que cosas? —Sonrio al verlo tan jovial, lo conocía tan bien, sus gestos, sus facciones, ese Rick joven seguía allí, con unos años demás.
—Lola no me presiones.
—Rick no puedes dejarme siempre con las dudas en la mente.
—Eres demasiado curiosa —Se abalanzo sobre ella, encimandose, depositando un beso en sus labios. La miro encogerse de hombros mientras pintaba en sus labios rozados aquel gesto que adoraba. Sin dudarlo punzo con sus dedos aquel abdomen suave, produciendo cosquillas que formaron carcajadas salida de su boca.
—¡Ya detente! —Pidió casi sin aire, limpiando de sus ojos esas lagrimillas. Se detuvo, dejando un casto en la punta de su nariz para luego bajar a sus labios que lo recibieron gustosos.
—¿Te casas conmigo Lorelay? —Pidió sin duda, sin demora, sabiendo que nadie la conocía mas que el, nadie la amaría mas que el, nadie daría a dar la vida entera solo por preservar esa sonrisa blanca que se formo en sus labios ante la petición que le hizo esa mañana.
—Si —Musito.

Un amor en septiembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora